¡¡¡Viva el Imperio español¡¡¡. Que os den.

El 14 de enero de 1514 se permitía, mediante Real Cédula, el matrimonio entre españoles e indias, una ley que confirmaba el carácter igualitario que los Reyes Católicos trataron de darle siempre a la conquista y que tantas veces ha sido distorsionado por la Leyenda Negra. Para los Reyes Católicos los territorios americanos eran una parte del reino de Castilla, y en un principio trataron de extender la estructura legal de Castilla a las Indias.

Nunca se habló de colonias o factorías, sino que tuvieron un estatus similar al de las Islas Canarias y era expresa la prohibición de que fueran enajenadas.

La lejanía y las diferencias sociales del Nuevo Mundo aconsejaron diseñar leyes propias, similares a las castellanas y nunca contradictorias. «Para que los indios amen nuestra religión, se les trate muy bien y amorosamente, se le darán graciosamente algunas cosas de mercaderías de rescate nuestras: i el almirante castigue mucho a quien les trate mal», le decía la Reina Católica a Colón al partir en su segundo viaje. Aun así, Colón trajo indios con los que quiso mercadear para obtener rápido beneficio, pero la Reina anuló la venta y los envió libres a sus tierras. El 20 de junio de 1500 la Reina prohibía, mediante Real Cédula, traer indios a España o someterlos a servidumbre.

Las Leyes de Indias fueron de inspiración isabelina y tuvieron como fin supremo la libertad y dignidad del indígena. La Reina ordenaba ya en 1503 al gobernador Nicolás Ovando propiciar los matrimonios mixtos, «que son legítimos y recomendables porque los indios son vasallos libres de la corona española». Como consecuencia directa de estos matrimonios mixtos, los cargos en la administración indiana debían tener preferencia para los criollos, hijos de españoles y americanos.

Más tarde, en 1512, Fernando el Católico promulgaría las Leyes de Burgos, tras las denuncias de fray Antonio de Montesinos en su conocido sermón. En ellas se declaraba que los indios eran libres, aunque se admitía la encomienda como régimen tutelar, se estipulaba un trabajo remunerado y se aconsejaba que contasen con casa y hacienda propias y tener contacto con los cristianos para ser instruidos en la fe.

Según el Almirante Piry Paredes, con el que estoy completamente de acuerdo y no puede ser de otra manera, se entiende muy poco que la bandera negra de la ficción histórica la enarbolen ahora los pueblos indígenas de Estados Unidos cuando, a diferencia de lo que sucedió en otras partes del continente, allí se les empujó hacia el oeste hasta estrellarlos contra las montañas rocosas, se les recluyó en territorios inhóspitos donde se les negó cualquier aprendizaje que les hiciera parejos a los conquistadores, se les excluyó de la evangelización para sostener la discriminación social que justificase la marginación y, en consecuencia, se estigmatizó el matrimonio interracial para sostener la desigualdad a lo largo del tiempo.

La épica de la presencia española se sustituyó por una legendaria conquista del oeste, inmortalizada primero en la literatura y después en la cinematografía, para terminar en las redes sociales que, nunca mejor dicho, atrapan a las personas en los límites de unas pocas palabras y que consolidan esa tendencia al abandono de la lectura, para ser modernos y originales. En esta tesitura de falta de conocimiento, se comprende la dificultad para construir y la facilidad para destruir que tiene hoy la sociedad occidental, todo lo contrario de lo que hizo la católica España durante tres siglos, allá donde fue.

En el fondo, la impresión es que, en Occidente donde el vacío intelectual adopta la forma de relativismo y la negación, molesta la plenitud de los valores absolutos del cristianismo que llevaron los españoles a América y que perduran hasta hoy. Por demás, resulta paradójico que, con tanto bagaje histórico, tanta consistencia intelectual y tanto fundamento moral, la sociedad española se muestre pasiva ante la destrucción histórica de su legado y, por contra, se incorpore a esa tendencia a aceptar todo lo que viene de fuera, sin analizar su bondad.

Leo con avidez un artículo que publicó Emilio Montero Herrero, en El Adelantado, periódico digital de Segovia, cuna de la Artillería Española entre otras muchas cosas, que reproduzco en parte y que, muy sabiamente, nos indica: “la Leyenda Negra surge por defender España la fe católica frente al protestantismo y porque cuando España descubre América se convierte en la nación más poderosa del mundo. Y eso no lo podían consentir. España era el enemigo que batir.

España llegó a América con una civilización que era la civilización romana, la filosofía griega y el cristianismo. Y estas tres cosas hicieron que se acabaran con los sacrificios humanos. Que se acabara con el canibalismo.

Cuando llegamos a América sólo había 12 millones de indios. Cuando nos fuimos había 16 millones. O sea, el genocidio no existió.

El 20 de junio de 1500, mediante una Real Provisión, la fabulosa reina, Isabel la Católica, prohíbe la esclavitud. Antes incluso, porque cuando Colón vuelve de su segundo viaje trae esclavos indios y la reina se enfada con él y le hace devolverlos en su tercer viaje, porque considera que sus súbditos no pueden ser esclavos.

La población mestiza e indígena era totalmente mayoritaria en el imperio español, y sin embargo al norte, en territorio inglés, no ha quedado un indio vivo.

Sin olvidar la inmensa labor evangelizadora que los misioneros españoles llevaron a cabo por medio de personas humildes y valientes, que llevaron el amor de Dios a todos los rincones. Sacándolas tantas veces de vidas míseras y esclavas, humanizándolos y dignificándolas como auténticos Hijos de Dios. Se adentraron en unos territorios desconocidos y todavía no pisados por la civilización cristiana y occidental, no solamente para evangelizar, sino para instruir, formar, enseñar y robustecer el modo de vida de los indígenas. Levantaron hospitales, dispensarios… Y todo ello sin aprovecharse ni apropiarse de terreno ni bien alguno.

Bastaría con estudiar un poco sobre historia, para comprobar como en los Virreinatos Americanos, se vivió una edad de oro, de tal forma que la Ciudad de México y la Ciudad de los Reyes, fueran los mayores centros del comercio mundial.

Si nos informamos de lo que escribieron ciertos europeos que pusieron un pie en los Virreinatos, veremos que hablan maravillas sobre la Nueva España o el Perú, y que se sorprendieron del proyecto común de americanos y españoles, o de las condiciones laborales mejores que en Europa. Entre estos viajeros Darwin, o el mismísimo Voltaire.

Si nos preocupamos un poco por conocer, no ya de registros históricos, sino de lo que pueden ver nuestros propios ojos, comprobaremos que en Hispanoamérica hay más de 25 monumentos patrimonio de la humanidad construidos durante los Virreinatos. ¿Cuantos han dejado sus libertadores? Tres a lo sumo, de los cuales dos son cárceles sin más mérito que haber tenido encerrado a Nelson Mandela.

Entonces, ¿Por qué he de pedir perdón yo como español, o España como nación? ¿Por costear con el tesoro Real una expedición para llevar la vacuna de la viruela por todo el imperio? ¿Por crear una serie de leyes que se basaban en la protección del indígena y les garantizaba tanto la ciudadanía castellana, como gozar del Derecho Natural, y prohibía el esclavizarles? ¿Por modernizar todo un continente y hacerlo más próspero y competitivo que la misma Europa? ¿Por qué en la Florida Española se adjudicaron asentamientos de negros libres, y se les daba la ciudadanía española a todos aquellos exesclavos negros huidos de territorio inglés, francés y holandés? ¿Por haber construido carreteras a través de selvas, desiertos, cordilleras, estepas, cañones, etc.… y vertebrar el continente? ¿Por haber construido hospitales y universidades, en vez de cárceles? ¿Por haber unido América y el Lejano Oriente a un tráfico de comercio sin igual en la historia? ¿Por haber construido fortalezas y defensas a lo largo del continente para evitar precisamente lo que está pasando hoy día con los intereses extranjeros? ¿Por preservar idiomas como el QuechuaNáhuatl, Guaraní, Aymara y crear sus gramáticas? (de las cuales, las dos primeras son más antiguas que la primera gramática del inglés, francés o alemán) ¿Por haber prohibido el tributo de jóvenes de otras tribus para ser sacrificados a cientos? ¿Por haber evitado en América las guerras religiosas que hicieron estragos en toda Europa, menos en Castilla?

Dónde encontramos, pues, esas fuentes, al parecer tan veraces, que nos dicen que España cometió barbaridades en América, que robó lo que no está escrito y gracias a eso el atraso de América, que fueron racistas y de ahí el racismo de hoy día, etc…

Pues es muy fácil, la mayoría salen de foros de internet sin ningún rigor histórico. De señores de nacionalidades inglesa y holandesa, sobre todo, de los siglos pasados, que no habían puesto un pie en su vida en territorio español. Algunos sí lo hicieron, pero fueron recibidos a cañonazos por ser piratas. O criollos revolucionarios como Bolívar, cuya revolución personal se basó en pasar de amante en amante lejos de la batalla, mientras sus hombres morían por la causa. O criollos que necesitaban reafirmarse en el poder, y lo hicieron basándose en su descendencia europea, que asesinaron poblaciones enteras de indígenas, que vendieron sus naciones a intereses extranjeros o que no dudaban en asesinar sin juicio. Si nos fijamos, bajo mi punto de vista, no es precisamente España quien debe pedir perdón.

Hoy la Leyenda Negra se ha resucitado, pero esta leyenda sobre las conquistas españolas no es un hecho del pasado. Históricamente nuestros enemigos no solo querían hablar mal de nosotros para que no fuéramos una gran potencia nunca más, sino que también han estado detrás de todas las campañas que nos debilitaban internamente. No hay que ser ingenuos. En todo esto hay mucho dinero detrás, hay agentes culturales recibiendo dinero.

Cada época histórica tiene sus retos y sus dificultades. De la historia podemos aprender a mejorar errores e imitar aciertos. Al conocer nuestras raíces podemos comprender la actualidad. Pero lejos de esto, están los que se empeñan en borrar del pasado todos aquellos hechos que no les interesa que la sociedad conozca. Claro ejemplo lo apreciamos en la Ley de Memoria Histórica, ahora Memoria Democrática, que muestra la realidad sesgada y totalmente manipulada, lo cual lleva a verdaderos atropellos y engaños.”

¡¡¡Viva el Imperio español¡¡¡. Que os den.

Enrique Area Sacristán.

Teniente Coronel de Infantería.

Doctor por la Universidad de Salamanca.

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