No hay nada nuevo bajo el sol.

Hay una frase latina que dice: Nihil novum sub sole. Su traducción viene a ser eso de: no hay nada nuevo bajo el sol. La frase se cita en el Eclesiastés de la Biblia, atribuida al rey Salomón y su origen está en el griego Καὶ οὐκ ἔστιν πᾶν πρόσφατον ὑπὸ τὸν ἥλιον. Cuando afirmamos que “no hay nada nuevo bajo el Sol” lo que estamos expresando es que nada nuevo acaece sobre la faz de la Tierra y que todo lo que creíamos una “novedad “, ya está inventado, ideado, dicho o hecho. O sea, que todo se repite igual que esa otra expresión del “Dejà Vu” que usamos cuando sentimos que una situación que estamos viviendo ya la hemos experimentado previamente.

¿Quién no ha pensado alguna vez que los políticos son unos burros? Lo hemos leído infinidad de veces, pero lo que nunca imaginé es que esta idea ya se contemplara en el año 1906 y que tuviera, por tanto, más de cien años de antigüedad. Acabo de comprobarlo con la lectura de una vieja edición de un sainete de don Pedro Muñoz Seca, aquel gran autor español de teatro que murió en nuestra Guerra Civil en Paracuellos del Jarama y cuya especialidad eran los “sainetes “. En el teatro, existen géneros mayores y géneros menores; los “mayores” son la tragedia, la comedia y el drama y los “menores” el auto sacramental, el entremés y el sainete. Este último generalmente es una composición breve, de tema humorístico, que antiguamente se representaba a continuación de una obra y que reflejaba las costumbres y hablas populares desarrollándose habitualmente en un solo acto. Una de las características fundamentales del sainete, es su ligereza expresiva (por desarrollarse en ambientes populares) y grandes autores de este género fueron los hermanos Álvarez Quintero y Carlos Arniches aunque también lo fue Muñoz Seca que sabía reflejar perfectamente el ambiente de los mercados y patios de vecindad, llevando al escenario el vivir cotidiano castizo con gran realismo y valor documental.

Otras características del sainete es su simplicidad, es decir, la carencia de artificios en los medios escénicos utilizados, ya que su principal virtud es el diálogo chispeante de los personajes. Hoy voy a referirme a un sainete de Muñoz Seca titulado La casa de la juerga con música de Joaquín Valverde (hijo) y Juan Gay, que se desarrolla en un acto único y en prosa.

El cuadro segundo está montado en el patio de una casa de vecinos y en la escena primera interviene Antoñito, un zagalón de dieciséis años, que a la luz de los acordes musicales dice estas palabras:

Tengo un borrico canelo
más sabio que un profesó,
con orejas de ministro y ojos de gobernaó
Rebusna como diputao ministerial
y se come hasta el pesebre
como cualquier consejal.

Después de celebrar el borriquillo que ha comprao y de afirmar que “no hay en tos Sevilla otro mas juncal” y de que el animal “no se asusta de los coches ni del tren “, Antoñito continúa cantando:

Yo quisiera que a mi burro
lo sacaran diputao,
porque otros siendo más burros a ese puesto ya han llegao.

Pero temo que de serlo vaya a quedarme sin él,
porque como allí habrá tantos no lo voy a conocer.

¿Quién es el que no piensa que no está todo inventado? porque Antoñito en aquel sainete del pasado siglo ya nos afirmaba que hay mucho de “rebusno” en esto de la política. La casa de la juerga se estrenó en 1906 y desde aquellas lejana fecha ya se sabía que “los burros de la asnada parlamentaria ya campaban por su respetos “.

Sin embargo en tan largo tiempo aún no hemos aprendido nada y esos jumentos siguen campando por sus respetos.

 Blog de Manuel Rubio Serrano 2014

Enrique Area Sacristán.

Teniente Coronel de Infantería. (R)

Doctor por la Universidad de Salamanca

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