La Escala de Oficiales también es susceptible de análisis, en su calidad de profesional, utilizando para ello conceptos sociológicos. El derecho y la medicina se consideran las profesiones más antiguas. El profesional, como resultado de una prolongada formación, adquiere unos conocimientos que le permiten prestar un servicio especializado. En este sentido, la aparición de un ejército profesional, en concreto de un cuerpo de oficiales profesionales, ha sido un proceso lento y gradual que ha experimentado muchas interrupciones y retrocesos. En el siglo XVI ya existían oficiales mercenarios y a comienzos del XVIII podían apreciarse claramente esbozos de la profesionalización. Sin embargo no es posible hablar de la aparición de una profesión militar integrada hasta después de 1800.
Pero una profesión es algo más, según Janowitz, que un grupo dotado de conocimientos adquiridos mediante una formación intensiva. Un grupo profesional desarrolla un sentido de identidad de grupo y un sistema de administración interna. La administración interna, a menudo apoyada por la intervención estatal, supone la creación de un cuerpo de normas éticas y criterios de eficacia. Samuel Huntington habla de tres elementos esenciales de la profesión militar: competencia, responsabilidad y corporativismo. La profesionalización es un concepto que implica un elemento de conducta deseable. La cuestión se torna ambigua al aplicarse a lo militar, porque, ¿Cuál es el significado de la ética y la responsabilidad para el combatiente profesional?.
No cabe duda que el oficial profesional piensa que cumple con su responsabilidad en las tareas de la guerra, incluido el apresamiento de prisioneros y la concentración de fuerzas sobre objetivos militares. Pero la destructividad masiva de la guerra moderna hace que estas tareas parezcan a menudo triviales. Y, ¿Cuáles han de ser los criterios de la responsabilidad profesional? ¿Fue profesional el estado mayor alemán cuando obedeció ciegamente órdenes que tenían poco o ningún propósito militar? Sin embargo, al hablar de profesionalidad se entiende que la dirección de la guerra recae sobre hombres de probada competencia en los medios de combate, lo cual supone el ocaso del no profesional.
En la profesión militar, como en cualquier otra, existe una pequeña proporción de hombres considerados como la élite. Al hablar de élite nos referimos a aquellos que reúnen la mayor cantidad de poder sobre la conducta ajena. Es perfectamente razonable examinar el Ejército con el fin de determinar quiénes componen la élite de la profesión.
Debido a la estructura eminentemente jerárquica de la Institución la élite está constituida por los oficiales de mayor graduación. Con ello no pretendo ignorar el hecho de que algunos oficiales de menor graduación ejercen también un poder considerable, o que la mayoría de los altos mandos se apoyan en asesores y especialistas de menor graduación que influyen en el resultado de las decisiones. No obstante el concepto de élite hace posible distinguir los miembros que utilizan sus conocimientos para conseguir fines sociales y políticos de aquellos que se conforman con ejercer su profesión por recompensas personales e inmediatas.
La tecnología moderna ha generado tal nivel de especialización que los hombres tienden a pensar en sí mismos como miembros de un grupo dotado de conocimientos específicos, no como una clase social. El aumento de la especialización da lugar a la profesionalización que, a su vez, influye en las perspectivas sociales y políticas. Admitido esto, el análisis del oficial que cabria hacer en sucesivos trabajos se habría de realizar teniendo en cuenta aquellas variables que podrían aplicarse a cualquier grupo profesional o de élite: orígenes sociales, especialidades profesionales, status y prestigio social, motivaciones de carrera, concepto que tiene de sí mismo e ideología.
Desde mi punto de vista, para develar los misterios de esta profesión y entender su proyección hacia el
futuro, es fundamental conocer la interacción que ocurre entre la violencia como parte de la naturaleza
humana, el Estado como poseedor del poder legítimo, las FFAA como instrumento de ésta y la profesión
militar como su fundamento axiológico. Estos cuatro aspectos están estrechamente vinculados entre sí y
su interrelación es la que explica el significado de esta profesión.
Al entrar en el campo de las definiciones y de las tipologías, previamente es menester expresar que existen
largas discusiones sobre si la profesión militar es más vocacional que otras profesiones o es una profesión
más. Hay diversas opiniones al respecto y las teorías de Huntington y Janowitz en algún sentido dan cuenta
de esta contienda.
Existen varias definiciones acerca de la profesión militar pero yo me quedo con la operacionalización que
ha hecho el profesor de la Universidad Nacional de Defensa John Cope, quien la sintetiza en las siguientes características:
Grupo orientado por una doctrina y especializado en el manejo de una tecnología compleja
• Dotado de coherencia, espíritu de cuerpo, misma jerarquización valórica y alto sentido simbólico
• Programa educativo común diseñado y dirigido por el propio grupo militar
• Carrera estructurada y definida por el propio grupo militar
• Especificidad de la función. No se puede ejercer libremente en cualquier parte o país.
• Polifacetismo. Durante la carrera se puede ser Comandante, administrador de recursos, combatiente, alumno, profesor, diplomático, académico. En algunos casos se pueden cumplir varias de estas actividades simultáneamente.
Sin duda, de que esta disección de las actividades que se cumplen durante una carrera militar permite
explicar que se trata de una actividad con bastantes singularidades respecto a las profesiones civiles. La
pregunta es si estas peculiaridades son necesarias que existan y si son una garantía para que la profesión se
ejerza en beneficio del Estado y la nación correctamente. Allí, también la discusión es lata, pero de todas
maneras no tiene sentido. Comparar las carreras desde esos puntos de vistas tan abstractos es estéril, sin
embargo esta comparación es importante que se haga respecto a variables tangibles que permitan definir
alternativas de perfeccionamiento. Mi posición es no comparar a la profesión militar en cuanto a alcances
de la vocación u otros aspectos con otras profesiones, sino simplemente señalar que los pilares
fundamentales de las FFAA son la tríada Organización, Honor y Disciplina. En el reconocimiento de estos
valores deben sustentarse la profesión, a partir de allí se puede comparar a estas con otras profesiones u
ocupaciones. Por ejemplo, una organización sin disciplina no sirve y una disciplina sin honor tampoco. En
fin, esta tríada debe estar presente completa y si falla un elemento el andamiaje de la profesión militar se
viene abajo. Ahora, esa tríada debe servir a los propósitos del Estado, ajustándose estrictamente a las
normativas constitucionales.
Por ello, las cartas magnas no pueden dejar al azar nada respecto a la misión de las FFAA cuyo artículo 8º en la nuestra es realmente especifico, explicativo y concreto. No lo olvidemos también los profesionales de la violencia legitima del Estado.