La construcción nacional.

En su esencia, la modernidad clásica y en concreto el modelo de construcción nacional fue una reacción frente a las ideas y principios de la generación anterior de los estudiosos del nacionalismo. Esto se hacía evidente en su forma de hablar, ya que a menudo vinculaban la idea de «raza» a un concepto de nación según el cual las características nacionales reflejarían los principios subyacentes de la historia y tendían a enjuiciar los acontecimientos y las relaciones internacionales en términos de actores nacionales y de la violación de intereses igualmente nacionales. Lo que se oculta bajo este enfoque es la idea de que las naciones son comunidades históricas, a la vez antiguas e inmemoriales y la consideración de que la conciencia y los sentimientos nacionales son elementos fundamentales de los fenómenos históricos. A este enfoque se le denomina perennialismo.

A todo esto se enfrentó, para rechazarlo, la nueva marea de la modernidad. Para los académicos de esta tendencia las proposiciones sobre las que se basaba el perennialismo eran, o bien inverificables, o bien erróneas. Afirmaban que:

.- Las naciones no son en modo alguno antiguas o inmemoriales.
.- Las naciones no eran una realidad dada y, mucho menos, algo presente en la naturaleza desde el principio de los tiempos.
.- De hecho muchas naciones tanto en Europa como en Asia y África son recientes.
.- No podemos ni debemos recurrir a elementos como las naciones modernas y el nacionalismo para explicar las colectividades más antiguas, premodernas y sus sentimientos.
.- Las naciones no son el producto de fuerzas históricas naturales muy arraigadas, sino que proceden de evoluciones históricas bastante recientes y del tipo de acción racional y planificada hecha posible por las condiciones de la Era Moderna.

Quienes formularon estas explicaciones hacían gala de un tono optimista y un espíritu activo afirmando que el nacionalismo crea naciones, con lo que estoy absolutamente de acuerdo, y que las actividades de las élites nacionales ayudaban a promover la satisfacción de las necesidades del desarrollo social y político.

He aquí el modelo de la construcción nacional, a la vez estructuralista e intervencionista, con élites estatales a las que se asigna la labor clave de construir el edificio de la nación del futuro en una línea racionalista y cívica. Todo lo dicho es tremendamente importante porque los defensores de la Nación española se basan en un perennialismo poco efectivo y no tienen en cuenta que las naciones modernas según el modelo de la construcción nacional:

.- Son esencialmente comunidades políticas territoriales.
.- Constituyen el primer vínculo político y a ellas se debe la lealtad básica de sus miembros.
.- Son actores políticos en el ámbito internacional.
.- Han sido construidas por sus ciudadanos, especialmente por sus líderes y élites.
.- Constituyen el único marco, vehículo y beneficiario de la evolución social y política.

He magnificado las diferencias entre un modelo y otro para sacar a la luz las asunciones antagónicas que se pueden hacer. Una versión cruzada sería en mi opinión una realidad en Cataluña y Vascongadas, no vista por las élites de la Nación española para contrarrestarla intelectual y políticamente.

Enrique Area Sacristán.
Teniente Coronel de Infantería.
Doctor por la Universidad de Salamanca.

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