El nacionalismo no tiene que ver con la pertenencia a cualquier tipo de comunidad humana, sino únicamente con la relativa a las comunidades definidas como «naciones». La identidad nacional es diferente de las identidades que se definen sólo con criterios religiosos o de clase. Tampoco es sinónimo de una identidad exclusiva o principalmente lingüística o territorial, ni de ciertas clases de identidad política, ni siquiera de pertenecer a una identidad única, es decir, ser francés inglés o alemán, atributos todos ellos que suelen relacionarse con la identidad nacional. Esto refuta por tanto la idea de la existencia de los nacionalismos o localismos en España. Con frecuencia, una identidad única, que puede ser de índole religiosa o lingüística o territorial o política, existe siglos antes de que se constituya la identidad nacional, lo cual no garantiza en modo alguno su aparición ni la anticipa; ese fue el caso de Francia y, en cierto modo, el de Alemania. En otros casos, el sentimiento de singularidad puede articularse al mismo tiempo que aparece la identidad nacional como ocurrió en Inglaterra y , de forma más inequívoca, en Rusia. La identidad nacional no es de carácter genérico sino específico. Puede que producir una identidad sea una necesidad psicológica, algo inherente a la naturaleza humana, pero producir una identidad nacional no lo es. Es muy importante, según Greenfeld, tener en cuenta esta distinción.
En los nacionalismos étnicos, como el Vasco, la «nacionalidad» se convierte en sinónimo de etnicidad, y suele considerarse que la identidad nacional refleja o muestra la conciencia de poseer características grupales «primordiales» o heredadas como el idioma, las costumbres, la filiación territorial y el tipo físico. Sin embargo, esa etnicidad objetiva no representa una identidad, ni siquiera un tipo étnico. La posesión de cierto tipo de legado étnico es prácticamente universal, pero puede que la identidad de una persona nacida en Inglaterra de ancestros ingleses y de habla inglesa sea una identidad cristiana. Una característica esencial de cualquier identidad es que debe ser necesariamente la perspectiva que la persona en cuestión tenga de sí misma. En consecuencia existe o no existe; no puede encontrarse dormida y ser despertada, como si fuera algún tipo de enfermedad. No puede presuponerse su existencia en presencia de ciertas características objetivas, aunque dicha identidad esté estrechamente vinculada con ellas en otros casos.
Si la identidad española en Vascongadas y Cataluña no significa nada a una gran parte de población, ésta no tendrá dicha identidad.
Enrique Area Sacristán.
Teniente Coronel de Infantería.
Doctor por la Universidad de Salamanca