En los últimos 30 años los países comunistas de Europa han regresado a un modelo parcialmente capitalista, donde cada vez más, la industria toma decisiones comerciales autónomas y se espera que las ganancias obtenidas en sus operaciones sean de igual magnitud que en regímenes capitalistas y auténticamente democráticos. Estas ganancias son retenidas por el gobierno para ser utilizadas en la forma que mejor le parezca como el caso de China (Brand, 1981; Wren, 1982). La antigua Yugoslavia era el país comunista que permitía a la empresa individual el mayor grado de independencia en su operación. Mientras los países comunistas han regresado a un modelo capitalista de comercio, los países llamados capitalistas han cambiado hacía una forma de propiedad de capital compartida entre el gobierno y el trabajador. En algunos países europeos occidentales los gobiernos eran en los años 80, como en España, los principales accionistas de muchas corporaciones, en tanto que las operaciones de Rockefeller y los Kennedy en Estados Unidos son pequeñas en comparación con los fondos de pensión de los sindicatos (Drucker, 1976).
Aunque hay variantes según los países, algún tipo de sistema comunista funciona en China, Cuba y Venezuela con muchas reticencias en el ámbito de la libertad.
El comunismo se ha convertido en la forma en la que algunos países subdesarrollados de la América Hispana tratan de modernizarse e industrializarse. El comunismo gana apoyo sobre todo en los países pobres con un sistema social arcaico, caracterizados por una gran desigualdad y una minúscula clase alta que se aferra a privilegios, pero que con frecuencia hace poco en favor del crecimiento económico o para reducir la pobreza. Un gobierno autoritario suprime con dureza los movimientos dirigidos a una reforma democrática, cuyos líderes son sistemáticamente asesinados o exiliados. Para las masas que sufren, el comunismo puede parecer la única alternativa a su miseria. Una propaganda ingeniosa es complementada por actividades terroristas financiadas y patrocinadas con frecuencia por naciones comunistas. Así, las campañas ideológicas ganan el apoyo de los intelectuales, en tanto que el terrorismo de la guerrilla obstaculiza la acción del gobierno y puede convencer a los vacilantes de que el comunismo es la “irresistible” onda del futuro.
Sin embargo, es muy discutible que el comunismo ofrezca el camino más rápido de mejoramiento económico para los países subdesarrollados, siendo una lacra empobrecedora de la población y la clase media en aquellos países democráticos capitalistas que caen bajo un gobierno de estas características como Grecia y España. Unas cuantas de estas naciones, como Singapur, Corea del Sur y Taiwan, han tenido un rápido desarrollo económico y han logrado prosperar aceleradamente con un sistema de economía mixta, que es más capitalista que colectivista.
Tomemos nota. El gobierno social-comunista nos llevará a la pobreza antes de tomar definitivamente el poder para que sus élites no pierdan sus privilegios.
Enrique Area Sacristán.
Teniente Coronel de Infantería. (R)
Doctor por la Universidad de Salamanca.