Federalismo made in Spain.

Medio siglo después del carnaval de la primera República, hubo quienes estuvieron tentados de hacer un nuevo ensayo con la Segunda. Josep Pla escribió al respecto a los pocos meses de instaurado el nuevo régimen, julio de 1931:

«No hay nada tan divertido como los federales españoles. En primer lugar, naturalmente, no tienen casi nada de federales, si es que tienen algo. Se llaman federales para dar a entender tan solo que son más radicales que los republicanos y los socialistas. En una palabra, están dispuestos a que todos sepan que son los más terribles en cada momento. Lo cierto es que, en España, cuando alguien ha salido algo tarambana, le basta y le sobra con llamarse a sí mismo federal para que le tomen por lo que no es».

Otra característica de nuestra doctrina federalista, tan aireada por nacionalistas, izquierdas e izquierda «progresista» como Unidas Podemos, es la de representar una especie única en el mundo del pensamiento político, pues mientras en el resto del pensamiento de Europa y del mundo el federalismo es un criterio organizativo dirigido a la unión y colaboración, en España se entiende como un paso hacia la des-articulación y el des-entendimiento. Una solución federal cabría en el caso de voluntad de unir fuerzas hasta ese momento dispersas, como los casos suizo y norteamericano, pero no en el caso contrario, el de disgregar una unión ya existente, como es el caso español.

El planteamiento de nuestros federalistas, que entienden el Estado Federal como un paso más en la disgregación de España, choca frontalmente con la propia naturaleza del federalismo, al cual se dejaría vacío de contenido. Federar viene del latín foedus, que significa pacto, alianza. El RAE lo define claramente:
«Federar: Unir por alianza, liga, unión o pacto entre varios.

Es decir, es necesario una pluralidad de sujetos mas o menos autónomos y más o menos, o nada, vinculados entre sí. Pero no es posible federar, ligar o unir lo ya unido. Para federar España, habría que haberla desunido antes para empezar, acto seguido, a unirla de nuevo. Muy práctico.

Pero el caso real es que a partir de la Constitución del 78, España inició un proceso sistemático de desunión gracias al invento de las Autonomías de los territorios denominados históricos, que no tenían de históricos sino el haber participado en las filas carlistas durante el siglo XIX.

Ortega y Gasset ya explicó la patológica naturaleza de ese absurdo en sus intervenciones parlamentarias en las Cortes constituyentes de la II República, discurso del 25 de setiembre de 1931:

«Dislocando nuestra compacta soberanía fuéramos caso único en la historia contemporánea. Un Estado federal es un conjunto de pueblos que caminan hacia su unidad. Un Estado unitario que se federaliza es un organismo de pueblos que retrograda y camina hacia su dispersión (…). Yo considero la organización federal como arcaica y perturbadora de los nuevos destinos españoles».

Desgraciadamente para España y los españoles, los dirigentes de los partidos de izquierda, los nacionalistas y los progresistas no saben qué es federar y presentan esta forma de organización federal de España como un logro a conseguir, sin saber ciertamente lo qué es, o sabiendo que ello significa un paso más para la desmembración de la Nación.
Ver para creer.

Enrique Area Sacristán.
Teniente Coronel de Infantería
Doctor por la Universidad de Salamanca.

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