Conocemos como duende a aquel personaje o espíritu proveniente del mundo de la fantasía o mitología que se encarga de hacer algunas travesuras y dar quebraderos de cabeza a las personas que residen en el lugar donde aparece.
Normalmente suele decirse que los duendes son seres diminutos que habitan en los bosques, aunque también se les ubica en los hogares y es de este último lugar de donde surge su curiosa etimología.
Desde la antigüedad se tenía el convencimiento de que en muchas casas se escondía algún ser fantástico o espíritu que andaba realizando trastadas, cambiando las cosas o enceres de sitio, abriendo y cerrando ventanas y puertas o haciendo todo tipo de ruidos.
El temor que se les tenía a esos seres hacía que estos se adueñaran de la casa y, precisamente, esa es su etimología. El término ‘duende’ proviene de la unión del término en castellano antiguo ‘duen de’ que quería decir literalmente ‘dueño de’ y, en este caso, del lugar donde habita (duen de casa / dueño de la casa).
Este es el origen proporcionado por la mayoría de expertos y etimólogos (incluido el diccionario de la RAE), pero podemos encontrar que en el libro ‘El Diccionario de los Monstruos’ de Massimo Izzi, si indica que proviene del árabe ‘duar de’ cuyo significado es ‘que habita en’.
La literatura y cinematografía se ha encargado de darle múltiples personalidades a los duendes y actualmente nos encontramos que numerosísimos son los seres fantásticos e imaginarios que surgen de ellos y que son denominados con diferentes nombres, entre ellos como gnomo o elfo.
Pero el término duende también es utilizado para referirse a otras cosas, como por ejemplo para decir que alguien ‘tiene duende’, como referencia a su arte o encanto especial para algún tipo de arte o disciplina.
También se le denominaba de ese modo (hace varios siglos atrás) a ciertas monedas utilizadas antiguamente en España (‘maravedis, tarjas, medios reales de plata y otras monedas endebles’ tal como se describe en el diccionario usual de la Academia de 1780), debido que las ‘monedas de duendes’ tan rápido se ven como se desvanecen (esconden) de entre los dedos tal y como hacen esos seres traviesos.
Por Alfred López. «El listo que todo lo sabe»