Millones son las toneladas de cacahuetes que anualmente se consumen en todo el planeta, generando estos unas cantidades desorbitantes de desechos en forma de cáscaras que habitualmente son lanzadas al suelo o la basura.
Normalmente cuando los cacahuetes son consumidos en casa acaban siendo recogidos por uno mismo y se tiran al cubo de la basura, pero el problema viene cuando éstas son tiradas al suelo en los estadios o instalaciones deportivas en el que han acudido miles de personas que los consumen.
Se calcula que cerca de medio millón de toneladas de cáscaras de cacahuete son las generadas anualmente en ese tipo de lugares, por lo que el gasto que siempre se ha generado en recogerlo y deshacerse de él ha sido astronómico.
Hasta que a alguien se le ocurrió la brillante idea de dar una segunda vida a todas esas cáscaras desechadas que ayudase a respetar el medio ambiente, redujese los costes de recogida que generaba y que encima pudiese dar algún beneficio económico.
Tras investigar cuáles podrían ser las vidas útiles para las cáscaras de cacahuete tras ser recicladas han surgido un buen número de negocios que se encargan de recoger los desechos de los estadios, instalaciones deportivas, bares y otros lugares de consumo para después reciclar y vender como alimento para el ganado o animales de corral, abono orgánico (compost), material para hacer ladrillos ecológicos, combustible (biomasa) e incluso detergente (entre otras muchas utilidades que se les puede dar).
Aquellos que se dedican al curioso negocio que hay tras las cáscaras de cacahuete recicladas no facilitan cifras exactas de cuáles son las ganancias económicas que genera y aunque tímidamente dicen que apenas da para cubrir gastos, muchos son los expertos que aseguran que en realidad da unos pingües beneficios similares a los de otros productos derivados del reciclaje.
Cabe destacar que, aparte de los beneficios y negocios que se puedan crear en torno a esa segunda vida que se le da a las cáscaras de cacahuete, también hay que tener en cuenta todo el comercio que hay alrededor de la semilla en sí: la famosa mantequilla de cacahuete tan popular en Norteamérica, aceite, champús, jabones, biocombustible, colorante alimentario, insecticidas, pegamento, etc…
Para finalizar y como nota curiosa, queda añadir que la ‘araquibutirofobia’ es el miedo irracional que sienten algunas personas a que las cáscaras de cacahuete o la mantequilla hecha con este producto se les pegue en el paladar.
Por Alfred López. «El listo que todo lo sabe»