Es muy común utilizar el término ‘villano’ para referirse a alguien que se comporta de una manera maliciosa. De hecho, como vocablo es uno de los preferidos por muchos autores a la hora de calificar a los adversarios de los protagonistas o héroes de sus obras (por ejemplo el personaje del Joker, que ilustra este post, es el famoso villano y antagonista de las historias de Batman).
Pero no siempre tuvo esa connotación negativa y durante muchísimos siglos villano simplemente quería decir: ‘que procede de una villa’ (casa o conjunto de casas de campo que se encontraban alejadas de la población principal). Así pues, esos originarios villanos no eran más que hombres o mujeres rurales.
Todo indica que fue a partir de la Edad Media cuando empezó a utilizarse el vocablo villano de una manera despectiva. Por aquel entonces se comenzó a tener el convencimiento que aquellos que vivían en las villas carecían de los modales, educación, honor y moral que poseían por naturaleza los que residían en las urbes importantes, como los burgueses, la nobleza o aristocracia, los caballeros, los cortesanos e incluso aquellos que trabajaban como maestros artesanos a quienes se les otorgaba la naturaleza de ser leales y de buen corazón, algo que no se le concedía a los villanos o personas del entorno rural.
Así fue como, con el tiempo perduró el término villano para designar a alguien ruin, malvado o indigno, aunque su procedencia ya no fuera de una villa. Algo similar a lo que ocurrió con el término ´pagano´ -del latín paganus- (aldeano), el cual era el vocablo con el que se denominaba en la Antigua Roma a aquellos que vivían en los pagos -pagus- (aldea) y que acabó sirviendo para designar a quienes veneraban a divinidades, imágenes y seguían costumbres fuera del cristianismo.
La etimología de villano nos lleva a villanus, un término del latín. Este vocablo, a su vez, procede de villa, que puede entenderse como “casa de campo”. De este modo, la primera acepción del diccionario de la Real Academia Española (RAE) señala que villano es quien vivía en una villa y pertenecía al estado llano, a diferencia de los hidalgos o los nobles.
A pesar de eso, existen numerosas teorías acerca del término que nos ocupa. Así, hay quienes consideran que villano es una palabra que se creó en la Edad Media. Se venía a usar para hacer referencia a personas sin honor, sin sentido de la moralidad y también capaces de cometer todo tipo de fechorías.
Las personas que vivían en las villas, alejadas de las urbes, eran consideradas en la antigüedad como incultas, toscas, groseras y rústicas. Por eso, villano empezó a emplearse como adjetivo con connotaciones negativas que aludían a esa falta de civilidad.
Los villanos, en este sentido, carecían de los atributos de la nobleza y, de acuerdo a las clases dominantes, podían cometer actos viles y deshonrosos. Por eso, con el correr de la historia, villano se convirtió en un adjetivo empleado para calificar a las personas que llevan a cabo acciones nocivas, dañinas o indignas.
El concepto actualmente suele aparecer en el terreno de la ficción: villano es el personaje malvado que se opone al héroe. En las historias de superhéroes, las telenovelas y las películas de acción, por mencionar apenas algunas posibilidades, siempre hay villanos.
Tomemos el caso de Batman. El justiciero que encarna Bruce Wayne (o, de acuerdo a la traducción al castellano, Bruno Díaz) suele enfrentarse a diferentes villanos para proteger a Gotham City (Ciudad Gótica). En este marco, El Joker (El Guasón), El Pingüino, Riddler (El Acertijo) y Dos Caras son algunos de los villanos que aparecen en las historias protagonizadas por Batman.
No obstante, son muchos los ejemplos
de villanos que nos encontramos en el mundo de la literatura o el cine y que
han conseguido el mismo protagonismo e incluso más que los personajes centrales
a los que se enfrentan:
-El superhéroe Superman ha contado a lo largo de su trayectoria con multitud de
villanos dispuestos a acabar con él y a hacerse con el dominio de Metrópolis.
Este sería el caso, por ejemplo, de Lex Luthor, Bromista, Ultra-Humanidad o el
General Zod.
-Spiderman, por otra parte, también ha contado con numerosos enemigos que le
han hecho entregarse a fondo para proteger a sus vecinos. Entre los mismos
están The Chamaleon, Sandman, Mysterio, Kraven, Kingpin, Carnage, The Lizard,
Venom, el doctor Octopus o el Duende Verde.
De la misma manera, no podemos olvidar que uno de los agentes policiales más importantes de todos los tiempos como es James Bond también tiene villanos contra los que luchar. En su caso, los que consiguieron más relevancia fueron Goldfinger y el Doctor No.
¿Y qué decir de Sherlock Holmes? Este inteligente y sagaz detective en numerosas ocasiones tuvo que verse las caras con el villano Moriarty, que llevaba a cabo todo tipo de acciones criminales.
Pero el villano contra el que nos enfrentamos ahora no es de ficción, está sacado de las películas de ficción para realizar males mayores en la realidad diaria: el Presidente del Gobierno y sus adláteres.
Conforme va avanzando su periplo al frente del Gobierno de la Nación, resulta más evidente la doble cara que ofrece nuestro presidente, siendo la tiranía o la villanía lo que alternativamente y según los casos caracteriza sus actos y decisiones. Serán los historiadores los que, pasado un tiempo, tengan que calificar con precisión la conducta de Sánchez, pero aquí y ahora somos nosotros, los que la sufrimos día a día, los que tenemos el derecho de clamar contra el personaje y contra sus malhadados actos.
Porque somos la mayoría de los españoles los que resultamos víctimas de su indecente forma de gobernar, de la deshonestidad con la que utiliza sus competencias, de la desvergüenza con la que intenta justificar sus tropelías, y de la obscenidad con la que se rodea de un grupo de juglares -a sueldo, a comisión o mediante precio- para que le canten y para que loen su vandalismo, tanto cuando actúa como un tirano, como cuando se comporta como un villano.
Que Sánchez es un tirano según la RAE resulta patente pues abusa de su poder, superioridad o fuerza en grado extraordinario en las muchas tropelías que comete y que, según los casos, sufrimos muchos o todos. Lo sufrimos todos los contribuyentes del IRPF a los que nos esquilma utilizando espuriamente la inflación para hacer crecer el valor real de lo que se nos cobra sin que haya aumentado realmente el importe de nuestros ingresos. Lo sufrimos la totalidad de los españoles cuando decide gastar los recursos públicos -por tanto, de todos- para atender sus gustos y caprichos y los de sus colaboradores. Lo sufren aquellos grupos o sectores de la población española -empresas energéticas, entidades financieras, personas con un determinado volumen de patrimonio…- que, perjudicados por la decisión adoptada, han de soportar encima que para justificar la medida que les ocasiona el perjuicio son presentados ante la sociedad como si fueran delincuentes. Lo sufre cualquiera que ose ser crítico con el sanchismo y con la sanchecería, sea político, analista, entidad de estudio e investigación o medio de comunicación, pues resulta inmediatamente calificado como fuerza de infantería de pretendidos poderes ocultos, malignos y perversos, que buscan el mal social en beneficio propio. Lo sufren incluso aquellos socialistas que, fieles a su ideología, no comulgan con los desvaríos y atropellos de Sánchez, pues son marginados dentro de su partido -amenazas de expulsión incluidas- y olvidados en los actos conmemorativos que se realizan.
Pero si resulta obvia la tiranía de Sánchez no es menor su villanía dado el carácter ruin, indigno e indecoroso de sus actos de Gobierno. En este caso, la principal víctima del villano personaje es la propia democracia española que sufre un descrédito y deterioro permanentes por las agresiones que propugna Sánchez a sus instituciones y principios. Lo saben en el Banco de España, en el CNI, en el Instituto Nacional de Estadística o en la CNMV que padecen las ruines embestidas sanchistas por no ser dóciles a los credos del Gobierno. Lo sabe la Judicatura española, permanentemente acosada por practicar su obligada independencia para incomodidad del sanchismo. Lo saben las instituciones de Gobierno local -regional o municipal- que se atreven a practicar y defender políticas diferentes a las practicadas por Sánchez en el ámbito nacional. Lo saben los funcionarios públicos que se resisten a utilizar las competencias administrativas que han de ejercer sin atender a los fines partidistas que les pretenden imponer sus jefes políticos. Y lo sabemos el conjunto de los españoles cuando observamos que, para pagar el precio exigido por los socios parlamentarios que le mantienen, Sánchez se aviene a pisotear las reglas y valores que conforman nuestro Estado de Derecho entregando la dignidad nacional a cambio de unos cuantos votos en el Congreso de los Diputados. Y lo sabemos los españoles por la villanía de hacerse rico a costa de las necesidades impuestas durante la pandemia por una mayoria de sus Ministros y ex-Misitros asesorados y apoyados por porteros de burdel.
Su ruindad no tiene límites, Sánchez está dispuesto a cometer cualquier fechoría, la que sea, con tal de pagar a los golpistas el precio que le exigen para que sus votos le permitan seguir residiendo en el palacio presidencial. Definitivamente, Sánchez es un villano, pues su acción de Gobierno está plagada de actos indecorosos, indignos y ruines, RAE dixit.
Enrique Area Sacristán.
Teniente Coronel de Infantería.
Doctor por la Universidad de Salamanca.