Conocemos como puzle (también llamado rompecabezas) al juego de mesa que consiste en ir componiendo una imagen colocando un determinado número de piezas que van encajando entre sí.
Su origen se remonta a 1766, año en el que al cartógrafo británico John Spilsbury se le ocurrió cortar, siguiendo la línea de las fronteras, uno de los mapas que había creado y pegado en una tablilla de madera. Su propósito era utilizarlo para enseñar geografía a unos alumnos, quienes, tras la lección, tenían que ir colocando cada pieza (país) en el lugar que le correspondía.
No hace falta decir que el invento de Spilsbury se convirtió en todo un éxito y fueron muchos los padres de alumnos y otras escuelas los que le encargaron que realizase más mapas cortados en partes. En un principio los hizo de cuatro continentes: Europa, América, África y Asia; además de Inglaterra, Gales, Irlanda y Escocia.
Creo su propia empresa donde los fabricaba y vendía junto a un ayudante, llamado Harry Ashby, al que contrató para que le echase una mano. Era un trabajo artesanal ya que cada ejemplar se cortaba a mano con una sierra de marquetería (también llamada segueta).
En 1769 John Spilsbury fallecía repentinamente haciéndose cargo del floreciente negocio su viuda Sarah, quien lo sacó adelante mano a mano con Ashby, con el que acabaría casándose poco tiempo después.
A partir del siglo XIX muchas fueron las empresas que comenzaron a fabricar y vender los ‘mapas diseccionados’ (nombre por el que eran conocidos en aquel entonces los puzles) alcanzando una enorme fama y modificándose de simples mapas a cualquier otra imagen (normalmente retratos o paisajes) momento en el que se le aplicó el nombre ‘jigsaw puzzle’ como se le llama en el mundo anglosajón a este tipo de rompecabezas.
No fue hasta inicios de 1900 cuando en Estados Unidos empezó a realizarse industrialmente el troquelado de los puzles y el característico diseño de las piezas (para que encajasen perfectamente unas con otras y fuese más difícil que se separasen), así como a fabricarse tanto en madera como en cartón, llegando a muchísimas más personas gracias a que los puzles de cartón costaban una cuarta parte.
El boom en la popularidad de los puzles llegó a raíz de la Gran Depresión en el que, comprar un rompecabezas por 25 centavos y reunirse todos los miembros de la familia alrededor de la mesa para realizarlo, era una de las cosas más baratas que se podían hacer en aquellos difíciles tiempos de crisis.
Por Alfred López. «El listo que todo lo sabe».