Cuando alguien está falto o justo de recursos económicos (o sea, que no tiene ni un céntimo) suele decirse que está ‘a dos velas’ y de unos cuantos años a esta parte se le ha dado una nueva acepción para referirse a aquella persona que lleva tiempo sin tener una relación sentimental/sexual.
El origen del modismo está más que discutido, no poniéndose de acuerdo los expertos en etimología sobre cuál es la verdadera procedencia de la locución.
Por una parte encontramos a quienes defienden el origen de la expresión ofrecido por el filólogo gaditano José María Sbarbi (1834-1910) quien además también era sacerdote e indicó en su famoso diccionario de locuciones que ‘estar a dos velas’ provenía del acto de dejar la iglesia a oscuras tras finalizar la celebración de la misa, quedando únicamente iluminado el altar mayor por dos velas, lo que hacía que aquel templo quedara con un aspecto desangelado y de pobreza.
En la red se puede encontrar numerosas páginas que dan como origen a la expresión una hipótesis defendida por el lexicógrafo navarro José María Iribarren (1906-1971) que situaba la procedencia del modismo en las timbas de cartas. Según Iribarren, antiguamente quien tenía la banca en la partida solía iluminarse con una vela a cada lado. En el momento en que un jugador tenía una buena racha, comenzaba a ganar y, por tanto, las monedas de esa banca a disminuir, ésta se quedaba sin dinero entre las dos velas. Una explicación que parece algo pilada por los pelos y que un gran número de etimólogos no defienden.
También hay quien indica que, probablemente, provenga del mundo náutico, de aquellas embarcaciones pequeñas y modestas (de personas con pocos recursos económicos) que tan solo tenían un par de velas.
Por último, encontramos una de las posibles explicaciones que puedan estar más cerca del verdadero origen (y muy próximo al supuesto defendido por José María Sbarbi) y es el que lo sitúa en los velatorios. Dependiendo del poder adquisitivo del fallecido la capilla ardiente tiene más pomposidad y el cadáver es rodeado por un mayor número de velas. El hecho de que un fallecido tan solo tuviera una vela a cada lado del féretro era un claro síntoma de la pobreza o ruina de éste.
Por Alfred López. «El listo que todo lo sabe»