“Un traidor es un hombre que dejó su partido para inscribirse en otro. Un convertido es un traidor que abandonó su partido para inscribirse en el nuestro”. G.Clémenceau, político francés.
La traición es el antivalor ético, moral y jurídico, más intimado en la dinámica social y política del Estado, desde sus mismas fuentes de formación y su inserción en el sistema democrático, como herramienta para llegar al poder, sostener la autoridad e influencia y proporcionar esas facilidades que permiten desde el beneficio personal hasta el encumbramiento social.
Desastrosamente, el empoderamiento de los antivalores en el hacer diario del matrimonio Sánchez, concurrentes con la traición, como la corrupción, la misma violencia y la connivencia con el crimen, hace que se faciliten operaciones exitosas para unos y funestas para los ciudadanos como el enriquecimiento ilícito a pesar de traicionar los más mínimos principios de lealtad a las instituciones.
Hablar de traición es inmiscuirse en un amplio espectro de realidades dentro del desarrollo del Estado y de la misma sociedad; solo la ética puede atribuirse el señorío para recusarla cuando son escandalosos sus resultados, que en algo difieren de la deslealtad, la que peligrosamente se le arrima, pero separada por una débil frontera fácilmente vulnerada por un amigo, porque la traición es la consecuencia de una acto desleal malintencionado de un amigo. Un enemigo no realiza traición nunca.
Los partidos políticos de tendencia izquierdista asentados en el espectro nacional y regional consideran al presidente referente de preferencia a seguir, aun a sabiendas que es la encarnación radicalmente opuesta a las reformas estructurales planteadas en el ámbito comunistoide, mientras la comunidad interna le considera el traidor seguidor del legado político e ideas planteadas por su antecesor del mismo partido, Rodriguez Zapatero.
Se ha interpretado como el hecho más traicionero a la misma institucionalidad nacional y a un sentir del pueblo, por una facción política que ha querido afincarse en un caudillo para establecer el referente de seguridad y protección ciudadana invocada y promulgada constitucionalmente. Y aquí cabe entonces debatir si un presidente debe ser cuestionado en su lealtad por ciudadano alguno que reclame ser su superior o, simplemente, es un asunto de conciencia que le obliga a ser leal con el pueblo que le eligió.
Asimismo los actos que ejecutan los servidores públicos en ejercicio de sus funciones después de haber sido elegidos por un pueblo y que se manifiestan consecuentemente disimiles de lo planteado en la campaña electoral, ¿se les podría considerar en algún momento ¡Traición!, si no satisface las expectativas de algún grupo particular que esperaba solo acciones favorecedoras para ellos?
¿Cómo determinar que la patria es la más sentida por los actos que apuntan a traicionarla? Mucho se especula con los actos de personajes tildándoles abiertamente de traidores a la patria, Pedro Sanchez ha atacado la institucionalidad, a Pablo Iglesias se le considera por impulsar la autodeterminación de Cataluña e instituir una relativa amistad con narcoterroristas en el afán de un quimérico acuerdo con la dictadura venezolana, , Julio Rodriguez (el general) traicionó su institución militar, ¿qué se podría pensar de los soleados políticos que últimamente aparecen involucrados en delitos como Ábalos o bochornosos actos de corrupción con maletas llenas de dinero en los aeropuertos o las «presuntas» delicitivas actuaciones de la mujer de Pedro?
Aquí, el ciudadano debe replantearse entonces, si las impopulares operaciones corruptas de los políticos que nos gobiernan se enmarcan dentro del ámbito de traiciones a la patria, vistas desde la conceptualización que solo los amigos traicionan o es el ejercicio de un enemigo del pueblo que solo es merecedor de respuestas contundentes tendentes a vencerlos en el ejercicio de una soterrada guerra fratricida.
A todo esto, la más precisa recomendación a los españoles es un mandato o dicho popular: “Al perro traicionero no le vuelvas el trasero”.
Enrique Area Sacristán.
Teniente Coronel de Infantería. (R)
Doctor por la Universidad de Salamanca