GALLEGO NATIONALISM: MITHS
Enrique Area Sacristán
Doctor por la Universidad de Salamanca. Teniente Coronel de Infantería.
RESUMEN:
La impresión psicológica creada por el Desastre del 98 tuvo una importancia crucial en el asentamiento de los separatismos en España: fue entonces cuando empezaron a tomar auge los nacionalismos vasco y catalán. Pero hubo otra oleada posterior de nacionalismos en la segunda mitad de la I Guerra mundial; nacionalismos que podríamos definir en boca de Pío Moa, como secundarios, entre los que se encuentran el Andaluz y el Gallego.
El de mayor relieve de éstos, fue el nacionalismo gallego, que, con antecedentes significativos como el regionalismo de Brañas, apareció con ese nombre en 1916, promovido por Antón Vilar Ponte, fundador, con un hermano suyo, de las Irmnandades da fala. El movimiento entre cultural y político, también influido por la revolución irlandesa de ese año, quería diferenciarse netamente de los nacionalismos vasco y catalán, pues solo así podría sentirse propiamente autóctono. Recibió en 1920 un cierto contenido doctrinal de la pluma de Vicente Risco, el ensayista gallego más importante de su época. La historia de Galicia en la Unidad de España habría sido según este último autor un desastre, como habría ocurrido con la de Cataluña, Vasconia, Andalucía y, seguramente, Castilla. Para salir del pozo, Galicia debía recobrar sus raíces célticas, víctimas del antiguo expansionismo romano y que la hermanaban, falsamente, con países como Irlanda, Bretaña, Gales o Escocia.
El mito de la cultura celta gallega, inventado a mediados del siglo XIX, recibió mayor lustre en Risco[1] y otros, y, como otros muchos mitos, procedía de fantasías románticas de precaria base histórica.[2]
Dado el desconocimiento general que se tiene de este movimiento, que también tiene raíces Carlistas, vamos a desarrollar los principios del movimiento carlista, y el cultural para pasar después a describir los mitos sobre los que se sustenta el nacionalismo gallego.
PALABRAS CLAVES: Nacionalismos, autodeterminación, pluralismo cultural, independencia.
ABSTRACT : The psychological impression created by the disaster of 98 was crucial in the settlement of separatism in Spain: It was then when they began taking booming Basque And Catalan nationalism. But there was later another wave of nationalism in the second half of the first World War, Nationalism that could be defined, as Pio Mora said, Secondary Nationalism, among which are the Andasusian an Galisian. The higher profile of these was the Galician nationalism, which, with a significant history as Brañas regionalism appeared under that name in 1916, promoted by Antón Vilar Ponte, founder, with his brother, the Irmandades da fala. The movement, including cultural and political, also influenced by the Irish Revolution of that year, wanted to differentiate itself clearly from Basque and Catalan nationalism because only this way could feel themselves indigenous.
Received in 1920 a doctrinal content of Vicente Risco, the most important Galician essayist of his time. History of Galicia in the unity of Spain would have been by this author a disaster, as it would happened with the Catalan, Basque, Andalusia and Castilla surely. To leave the well, Galicia should regain its Celtic roots, victims of the former Roman expansionism and sister, falsely, with countries such as Ireland, Britain, Wales or Scotland.
The myth of the Celtic culture of Galicia, invented in the mid-nineteenth century, received more lustre in Risco and others, and, like many myths, romantic fantasies came from poor historical basis.
KEY WORDS: Nationalisms, autodetermination, cultural pluralism, independence, right of self
El Carlismo en Galicia
En su trayectoria bélica el carlismo gallego vivió tres experiencias que significaron otros tantos fracasos como en el resto de España.
Las posibles causas de este fracaso las enumera Barreiro[3]:
.- La táctica militar.
En las tres guerras carlistas se utilizó la misma: las guerrillas o facciones que operaban independientemente. A su frente tenían un cabecilla que recapitulaba en su persona todos los poderes: el militar, el civil[4] y el económico[5]. Este autonomismo, que naturalmente excitaba los afanes independentistas de otros miembros de las facciones que llevaban a mal su independencia del jefe y que les arrastraba a constituir su propia facción, terminará por constituir el Carlismo gallego en una constelación de partidas, solo unidas por un ideal supremo: el triunfo de la Causa, pero sin unidad operativa. El carlismo gallego no fue capaz de crear un ejército regular, como el del norte, que pudiera actuar en una basta zona y dominar con cierta permanencia un pedazo de tierra.
.- La mínima respuesta popular.
La imposibilidad de crear un ejército no se debió únicamente, según Barreiro, a la irreductible independencia de los cabecillas. Hay otra razón mucho más grave: la mínima respuesta popular al carlismo de acción. El carlismo no atrajo al hombre del mar, con lo que se vio privado de una quinta columna ubicada en un lugar estratégico que le permitiría apoyar el desembarco de armas y de tropas.
El carlismo, y esto es una circunstancia específica de Galicia en estos enfrentamientos civiles, tampoco consiguió atraerse al campesino gallego como se vera más adelante, siendo cualitativamente urbano.[6]
La trayectoria sociológica.
En su primera época (1833-1840), el carlismo gallego estuvo constituido por la hidalguía rural, la aristocracia de segundo orden y, sobre todo, el clero. Unos y otros lucharon por mantener el antiguo régimen que se deshacía a pedazos. Lucharon por mantener su arquitectura ideológica, pero también económica, de la que ellos eran los principales beneficiarios. Hubo, sin duda alguna, idealismo, pero también interés.
A partir de 1868, la composición sociológica del carlismo ofrece algunas peculiaridades. Se vio hinchado repentina y artificialmente por la incorporación de una clase enriquecida por la apropiación de bienes desamortizados, y que necesitaba y procuraba un partido de orden. Su conciencia quedó tranquilizada cuando Pío IX ratificó sus adquisiciones y cuando Carlos VII les prometió respetar sus derechos adquiridos. Se desengancharán del movimiento cuando el viejo carlismo se lance, en una guerra de lealtades, de ideales y de supervivencia ideológica.
La columna vertebral del carlismo gallego fue el clero en todas las contiendas y la hidalguía o aristocracia de segundo orden. A un lado, expectante, quedaba el campesinado al que nada se le ofrecía a largo plazo, en contraposición con el campesinado de la zona norte: ni redención de foros, ni liberación de las cargas fiscales, ni suavización de los cánones rentuales, ni una reforma agraria. El carlismo sólo le ofrecía un Rey y una Religión, pero al campesino gallego si le hacían falta ideales, más necesitaba casa y pan. Por esto el carlismo gallego no pudo ser un movimiento de masas.
Fuera de Galicia, los carlistas sí tenían un ideal capaz de movilizar a una masa: la defensa del sistema foral. En el foralismo no hay sólo un sentimiento regionalista, hay muy importantes implicaciones económicas. Los fueros les defendían contra la presión fiscal niveladora de los gobiernos de Madrid, especialmente desde 1845 en que se reorganiza el sistema tributario que tan directamente va a afectar a todo el Norte español. Los fueros defendían un sistema jurídico que contenía realidades tan económicas como el sistema de la transmisión de la propiedad, la resolución de los conflictos, la organización de los sistemas de riegos, de los bienes comunales. El foralismo no era, por consiguiente, un mero sentimiento regional, sino la defensa de unas peculiaridades socioeconómicas preexistentes que no se daban en Galicia.
Fuera de toda duda, se puede afirmar que en el carlismo gallego hubo siempre un predominio muy marcado de lo que se ha llamado carlismo de retaguardia.[7] Esto, por otra parte, era normal, continúa este autor, si tenemos en cuenta que fue el clero y la hidalguía quienes llevaron el peso del mismo. Esta cualidad del carlismo gallego, que de ninguna manera implica falta de heroísmo, que lo hubo, se acrecienta en la tercera guerra carlista por el aporte conservador que siguió a Nocedal[8]. El dualismo que desde siempre existió en el carlismo español, se radicaliza ahora.
Para un amplio sector carlista, especialmente para la masa popular, que nutría las filas carlistas a excepción de Galicia, no quedaba otra solución que la militar. Otro fuerte sector, especialmente el nuevo grupo que pronto se hizo con el poder, tendía a una solución política. Nocedal y su equipo representaba esta segunda opción, intentando “civilizar” al carlismo, es decir, presentarlo ante la opinión pública sin la carga de agresividad, cerrilismo y absolutismo que la prensa liberal siempre había atribuido al carlismo. Nocedal procuraba hacer un amplio proselitismo utilizando las bazas propias de los demás partidos, evitando la situación incómoda, o heroica, en la que había tenido que actuar durante tantos años el carlismo.
Para conseguir esto Nocedal dio al carlismo la forma de partido. Creó unos cuadros bien organizados, monta una propaganda por medio de periódicos nacionales de gran tirada, y por medio de una telaraña de periódicos locales, no duda en aliarse con otros partidos, no excluido el republicano, se somete a la prueba de las elecciones.
Esta línea de actuación no podía ser bien vista por los amplios sectores del carlismo viejo y la fractura entre el equipo dirigente, llevado por el omnipotente Nocedal, y el pueblo se hizo casi insalvable.
En el carlismo gallego encontramos, también estas dos líneas de actuación, aunque menos radicalizadas que en Madrid. El carlismo de acción y el de retaguardia fueron capaces de superar las fricciones internas y colaboraron para conseguir el triunfo de su causa, pero esto no se hizo sin dificultades y sin traiciones. Muchos defensores de una política de diálogo y discusión, se desengancharán del carlismo al ver que éste adopta, una vez más, la solución de fuerza.
Como colofón a esta parte del estudio vamos a mostrar los resultados numéricos de este carlismo de retaguardia en las elecciones generales, mientras el viejo carlismo prepara en las montañas de Lugo y Orense los escondrijos que habían de ser su guarida en la última guerra:
Elecciones generales de enero de 1869: Los carlistas obtienen en toda España 20 actas, en Galicia ni una sola.[9]
Elecciones generales de marzo de 1871: El partido republicano, el moderado y el carlista se alían de cara a estas elecciones. Se pacta para votar a favor de los candidatos de cualquier tendencia de la triple alianza que cuente con mejores posibilidades. En Galicia se aceptó esta alianza con optimismo en las ciudades[10] y con poca ilusión en las aldeas en donde anduvieron a la greña durante las elecciones carlistas y republicanos. Los resultados fueron positivos para el carlismo, que pasa de 20 actas a 51. En Galicia consiguen 5 diputados o actas.
Elecciones generales de abril de 1872: Una vez más, los carlistas de Nocedal se alían con los republicanos y radicales, de reciente creación, para hacer frente contra el gobierno. El otro carlismo, el viejo carlismo, había empezado a manifestarse en varios puntos, lo que “espantó” a un buen número de votantes. Los carlistas pierden un buen número de escaños, al conseguir sólo 38 actas. En Galicia consiguen una en Lugo capital.
La vinculación a la Iglesia
La Iglesia gallega había sido cordialmente carlista desde 1833. Es verdad que a partir de 1845, al triunfar el Partido Moderado, hay una atracción de los estamentos eclesiásticos hacia el campo liberal, pero una atracción puramente táctica. El corazón de la jerarquía estaba con el carlismo.
Cuando en 1868 amplios sectores de la burguesía católica pasan a engrosar las filas del carlismo, una burguesía de intachable ortodoxia política hasta el momento, el carlismo se permitirá asomarse sin complejos de ninguna clase a los puestos avanzados de la sociedad gallega. Y para ello empezó por la Iglesia.
Esta aproximación a las esferas de mando de la Iglesia se produce en toda España, pero, posiblemente, se advierta de un modo mas elocuente en Galicia por la presión social que aquí siempre ha ejercido el clero.
En Madrid se constituye la Asociación de Católicos que preside el Marqués de Viluma que recibirá el aplauso y el apoyo incondicional del cardenal compostelano García Cuesta.[11] Esta Asociación publicará entre otras obras el Catecismo para uso del pueblo acerca del Protestantismo, del Cardenal García Cuesta[12] a un precio verdaderamente irrisorio, lo que demuestra la potencia económica de esta Asociación.[13]
La Asociación penetra también en Galicia aunque con lentitud[14] . Cuando se constituye en Madrid la Juventud Católica de España, el cardenal compostelano funda una delegación en Santiago[15] poniendo a su frente a un clérigo Universitario, D. Miguel Hidalgo y Garrido que ya había dado pruebas fehacientes de su integrismo doctrinal y político.[16] El 22 de mayo de 1870 celebra la Juventud Católica de Santiago una Academia científico-literaria[17] que se inicia con un discurso del Cardenal en el que se invita “a no mezclar en esto cuestiones políticas”, pero parece ser que no fue muy atendida su exhortación porque en el decurso del mismo acto, Mariano Ulla y Fociños, alumno de la Facultad de Derecho, entre otras cosas dijó: “¿Podremos nosotros, hijos de la desventurada Península Ibérica, mirar con indiferencia la Bandera mancillada de nuestros padres cuyo lema era Religión, Patria, Rey?”, frase que en aquel momento solo tenía una posible interpretación: la defensa del credo carlista. El personal de las facciones y la economía.
En las facciones del carlismo gallego había un núcleo de hombres que, cobraran una soldada o no,[18] no estaban allí por causas económicas. La situación social y económica que habían abandonado al entrar en la partida de ninguna manera podía ser compensada por un sueldo que generalmente no solían cobrar. Pero aparte de éstos, había los mercenarios, que eran la mayoría. No se les considera tales por el simple hecho de percibir un sueldo, sino porque la única razón para entrar en la facción fue el cobro de un sueldo, siendo el impago una de las razones por las que decidían salirse. Estos son los mercenarios. Y, estos, hay que reconocerlo, fueron la mayor parte de las clases de tropa, ya que los grados estaban reservados a los carlistas puros o no mercenarios.
La recluta de personal se hacía de muy diversas formas. En su mayor parte fueron los párrocos, circunstancia coincidente en todas las zonas y guerras carlistas, los encargados de hacer proselitismo, auxiliados eficazmente por los hacendados de la tierra. Aprovechaban la proximidad de una leva para intensificar su proselitismo.
Una serie de agentes, delegados por el carlismo en las ciudades se encargaba de ejercer una propaganda intensa en determinados círculos, especialmente los proletarios.
De todo ello se deduce que, cualquiera que sea el valor de la tesis que opone el carlismo rural al liberalismo de las ciudades , esto no se da en Galicia. El carlismo conspirador y el carlismo de acción proselitista, en Galicia, fue eminentemente urbano y que si en el aspecto militar escoge la zona rural tradicional no es por otra cosa que porque allí encuentra soldados, mediante una soldada ajustada de antemano y una “entrada”, encuentra refugios y guías, encuentra una frontera próxima y las tropas del gobierno están por lo general en las ciudades y villas. Pero esta elección del terreno rural no se vio acompañada del apoyo de las aldeas. Testimonios muy elocuentes de lo contrario aparecen por todas partes. Así los vecinos de los pueblos inmediatos a Meira persiguen a los carlistas cuando éstos pretendían imponerles una contribución especial de guerra[19], los vecinos del pueblo de Sanguñeiros (Orense) capturan a carlistas[20], los de cerca de Lalín denuncian a las autoridades la formación de círculos carlistas, etc.
Se hace, por tanto, necesario asegurar que el carlismo tuvo en Galicia un desarrollo histórico especial y distinto respecto a la zona norte, siendo más bien un movimiento cultural y de retaguardia que un carlismo de acción, no constituyéndose en ningún momento como movimiento de masas debido al rechazo o, al menos, la falta de simpatía del pueblo llano.
Principios culturales del regionalismo Gallego
1.- O Rexurdimiento.
A partir de 1800 aparecen periódicos en las principales ciudades. El primer título que se recoge es El Catón Compostelano redactado por un clérigo en forma de extensos sermones. En 1808, con motivo de la formación de las Juntas revolucionarias, ya se registran numerosos títulos como Gazeta de la Coruña, Diario de la Coruña; al año siguiente Diario del Gobierno de La Coruña, Diario de Santiago, Telégrafo político y Literario de la Coruña, Gazeta Francesa de La Coruña, Semanario Patriótico de Vigo 1820, etc.
El segundo momento clave en la producción periodística se corresponde con la revolución de 1868, aparecen múltiples cabeceras de carácter republicano, incluso algunas republicano-federales; varios periódicos satíricos y algunos obreristas, principalmente en la ciudad de Ferrol debido a la mano de obra ocupada en la construcción naval.
Otra nota característica del país galaico es el abundante número de cabeceras creadas por los gallegos en la diáspora, tanto en La Habana, como en Buenos Aires y otras capitales iberoamericanas. Títulos representativos de la restauración canovista son: La Resurrección de Galicia, La Ilustración Gallega y Asturiana, El Gallego. Todo por España y para Galicia (Buenos Aires 1879); El Avisador Galaico (Cuba 1878); Airiños da miña Terra La Habana; El Correo Gallego, La Emancipación, La Gaita, El Independiente. Periódico defensor de los intereses de Galicia, A fuliada y/o Unión Gallega de 1883 en A Coruña.
Exponente del galleguismo político y del reencuentro de nuestra intelectualidad con la identidad cultural gallega, son una serie de publicaciones bilingües o íntegramente en gallego. En 1876 aparece el primer número de O Tío Marcos da Portela de Valentín Lamas Carbajal[21] que dura hasta 1917 en distintas épocas y con otro cuerpo de redactores. A monteira, A fuliada, O Galiciano, A tía Catuxa, y posteriormente A Nosa Terra y Nós, que aparece en Ourense en 1920. Se consolidó la prensa comarcal en ciudades históricas como Betanzos, Mondoñedo, Tuy, y en determinadas villas como Vilagarcía, Redondela, Ribadeo, Ortigueira, Viveiro, Noia y Marín, todas marineras. En las poblaciones del interior
aparecen periódicos en Verín, Ribadavia y Monforte. Entre 1900 y 1910 la movilización agrarista llevó la prensa a Ponteareas, Carballo, Ferreira de Valdouro, Entrimo, Allariz, Chantada, etc.
2.- La prensa y la formación regionalista Gallega
Aunque en el siglo XVIII no hay publicaciones periódicas en Galicia, sí existió una conciencia crítica que llegó a extenderse por el resto del reino, en la obra de dos grandes representantes: Feijoo y Sarmiento.
Feijoo y Montenegro; Benito Jerónimo[22] era orensano, pasó toda su vida entre Galicia y Oviedo, llegó a rechazar el obispado en América que le ofreció Felipe V. Por su pensamiento renovador en varios discursos de su Teatro Crítico fue censurado por la Inquisición. Gozaba una inclinación nata al raciocinio crítico y a la experimentación. Su obra es de cariz pedagógico dedicada a «deshacer errores del vulgo», lo que iba a ser el periodismo en el XVIII. Por la gran capacidad de difusión de sus escritos, la proximidad de los temas tratados, la penetración social, sencillez, claridad y eficacia se le ha considerado un precursor del periodismo.
Fray Martín Sarmiento[23] fue discípulo de Feijoo, siguió en la función crítica a su maestro y además redactó una serie de obras de carácter popular como: Viaje a Galicia, Coloquio de Perico y Marica, coplas o Coloquio de 24 gallegos rústicos… Catálogo de voces y frases de la lengua gallega.
Los conocedores de la historia del periodismo en España recuerdan a Luis Marcelino Pereira que, junto con el granadino Cañuelo, redactaron El Censor (1781-1787), pues bien, Pereira era natural de Galicia y muy posiblemente fue el primer periodista oriundo de esos lares.
Otro personaje muy importante de finales del XVIII y comienzos del XIX fue Manuel Pardo de Andrade, del linaje de Betanzos, segundón que siguió la carrera eclesiástica pero terminó en el ejército. En 1797 intentó fundar una imprenta y editar un semanario en La Coruña El Curiosos Herculino (por primera vez imprenta y periódico en La Coruña), pero fracasó. En 1808 dirigió el Diario de La Coruña de la Junta de defensa de la ciudad, dirigió también la Gaceta de La Coruña, creó en 1809 el Semanario Político Histórico y Literario de La Coruña y otros.
3.- El siglo XIX: provincialismo 1814 a 1868
El primer movimiento de repulsa al centralismo se dio en Galicia en 1833, con motivo de la nueva división administrativa en cuatro provincias (anteriormente eran siete, más identificadas con las comarcas) lo que provocó la reacción de los intelectuales. Encabezaron la protesta: Rodríguez Terrazo, Antolín Faraldo, Añón, Rúa Figueroa, Neira de Mosquera, todos ellos burgueses y universitarios. Su actividad se centró en la oratoria y en las colaboraciones en prensa. Son títulos representativos: La situación de Galicia y El Porvenir, obra de Faraldo, y ya durante la revolución de 1846, en la que cayeron fusilados los «mártires de Carral»[24], salió La Revolución. Periódico oficial de la Junta Superior.
Una segunda etapa, dentro del provincialismo es «O Rexurdimento» que va de 1846 a 1868. Hechos notables en esta etapa fueron el Banquete de Conxo (1856) artesanos y universitarios hermanados a semejanza del 1848 francés, leyeron y apoyaron un Manifiesto que reivindicaba el desarrollo del mercado interior. Otro hito importante fue la celebración de los Juegos Florales de La Coruña en 1861; a iniciativa del escritor Benito Vicetto y Juana de Vega condesa de Espoz y Mina, se publicó al año siguiente el Album de la Caridad. «Mosaico poético de nuestros vates gallegos contemporáneos», con obras dePintos, Añón, Rosalía, Camino, etc.
4.- Federalismo, 1868 a 1880
Después de la revolución «gloriosa» se formaron los partidos republicanos en la Península. En el caso de Galicia, la voz cantante la llevó el Partido Republicano Federal constituido en Ferrol, y pedían en su declaración de principios: «Galicia independiente pero parte integrante de la nación, armar al pueblo, abolir las quintas, desestancar la sal, reformar los consumos, reformas sociales en beneficio de la clase trabajadora”. En 1869 se firmó el Pacto Galaico-Asturiano, sin embargo fracasaron en las elecciones a constituyentes de 1869, ya que sólo obtuvieron un diputado republicano: Eduardo Chao, de los cuarenta que se presentaban. Esta actividad política generó una serie de folletos como: La verdad a las aldeas, de Pérez Costales, Conferencias populares dedicadas a los obreros y aldeanos de Galicia de Esteban Quet, La República democrática federativa, de Federico Gallardo, entre otros.
5.- Regionalismo: 1880 a 1906
En esta nueva etapa los lemas de convocatoria se endurecen y radicalizan: «Una Galicia para los gallegos» y se considera extranjero al federalismo y al socialismo. Se demanda el autogobierno y se habla del retorno a la genética gallega.
El galleguismo se había consolidado poco a poco en los años 80 con el nombre de «regionalismo» siguiendo la terminología catalana. Del galleguismo fue luchador Murguía[25], que había regresado a Galicia a mediados de esa década y no había cejado en su empeño de legitimación tanto con su obra escrita Los precursores 1885, raza celta, lengua, artes, costumbres, como con sus discursos y conferencias defendiendo el valor indiscutible de las lenguas vernáculas como verdaderas banderas nacionales. En 1885, Manuel Lugrís y Armada Teijeiro[26] sacaron en La Habana A Gaita Gallega íntegramente en gallego, al año siguiente apareció en Betanzos O Antroido, también todo él en lengua vernácula. En 1886 organizó el periódico lucense O Galiciano el certamen literario-musical de Pontevedra, para promocionar la lengua propia; preside Murguía[27].
El mismo año 1886 Murguía publicó en La Región Gallega (diario recién creado en Santiago con el subtítulo de «político independiente» y cuyos objetivos eran la defensa de Galicia) un artículo en el que defendía el concepto de nación y establecía los derechos básicos de toda nacionalidad; años después su pensamiento lo concretará en el libro El Regionalismo gallego, editado en 1889. La polémica que levantó conllevó ataques de la prensa de Madrid negando la lengua y ridiculizando la «celtomanía», que le hicieron unir sus esfuerzos a los del otro luchador en La Coruña, Alfredo Brañas.
Como consecuencia de todo ello, se constituyó 1891 en Santiago de Chile la Asociación Regionalista Gallega presidida por Murguía, estructurada en Comités Regionales con sede en las principales ciudades gallegas, La Patria Gallega(1891) será su órgano oficial dirigido por Murguía. Ese mismo año se celebraron los Juegos Florales en Tuy.
En 1893 Murguía fue destinado a La Coruña. Se unió al grupo de Carré Aldao de la Librería Regional, A Cova Céltica[28], que en 1897 se constituyó en la Liga Gallega con Salvador Golpe, A. Lugrís, Eugenio Carré Aldao. Su medio de expresión será la Revista Gallega (1895-1907), semanario fundado por Galo Salinas; se nutría de trabajos escritos en lengua gallega y castellana escritos por colaboradores habituales como Murguía, Eduardo Pondal, Tettamancy, Carré, Salvador Golpe, Noriega Varela, Villar Ponte y, en ocasiones, Sofía Casanova. Desde este órgano se sostuvieron campañas por la purificación y unificación de la escritura del gallego, el cuidado y selección de la lengua literaria y por la obtención de la autonomía y la defensa del uso del idioma gallego en las escuelas rurales.
6.- Otro puntal del regionalismo: Alfredo Brañas
El otro puntal del regionalismo gallego fue Alfredo Brañas[29], profesor de Economía Política en la Universidad de Santiago; gran orador, formado en la metodología de la Institución Libre de Enseñanza.
Decían de él: para esa labor de propaganda reúne Brañas excepcionalísimas y admirables condiciones, gallardo continente, vasta ilustración, palabra abundante y persuasiva, imaginación poderosa, fe y entusiasmo por la causa que defiende, incansable voluntad; todo, en fin, cuanto puede hacer de un hombre un ser providencial, un elegido por Dios para iniciar una época y empujar a la sociedad por el camino de la civilización (…).[30]
Aprovecha las nuevas corrientes del derecho y la economía para dar fundamento a su teoría siendo un polemista difícil de vencer. Consiguió llevar a la práctica los ideales de un pequeño grupo regionalista, dándole forma de movimiento político de mayores dimensiones. Vinculó a esta lucha a instituciones universitarias, científicas, recreativas y culturales. Su obra escrita El Regionalismo. Estudio sociológico, histórico y literario fue editado en 1889, se complementa con otro estudio al que le dio forma de lección magistral leída en la inauguración del curso académico 1892 en la Universidad de Santiago: «La crisis económica en la época presente y la descentralización regional». Esta lección fue comentada el mismo día por la tarde por Pi i Margall en un teatro compostelano; el catalán suscribió la teoría de Brañas y negó que los regionalistas fueran enemigos de la patria. Organizó y fue secretario en 1897 del Congreso Económico Gallego. Las teorías de Brañas tuvieron especial reconocimiento entre los catalanistas, su gran obra fue editada allí y sus discursos reproducidos en: Lo Catalanista, La Veu de Catalunya, La veu de Montserrat, La Renaixença… En Galicia, Brañas colaboró en los periódicos El Libredón y El Pensamiento Gallego.
En los últimos años del siglo XIX, se produjo la escisión entre el nacionalismo coruñés vagamente liberal capitaneado por Murguía y el tradicionalista y católico santiagués de Brañas. Para evitar la ruptura, en 1898 se fundó la Liga Gallega de Santiago presidida por Cabeza de León. Pero de nuevo el movimiento estará en crisis desde 1900, porque la base aglutinante había sido la defensa ante la crisis económica, los rentistas habían perdido el 50 %, lo que les llevó a promover el regionalismo, cuando desde Madrid se amparó el mercado gallego con decretos proteccionistas, los perjudicados descubren que no necesitaban el regionalismo. Sólo quedaron los intelectuales, los artistas, seguidores de Brañas o de Murguía.
7.- Fundación de la Academia Gallega, 1905.
En Galicia desde finales del s. XIX se había pensado en constituir una Academia Gallega. El grupo nacionalista de Santiago que presidía Alfredo Brañas lo había intentado en 1881. Otra impulsora de la misma idea fue Emilia Pardo Bazán pretendiendo que la Sociedad del Folklore se transformara en Academia en 1894. Pero fue la iniciativa de los gallegos residentes en La Habana, principalmente Curros y José Fontenla Leal, la que llevase a cabo el proyecto. Fontenla y Curros fundaron, primero en junio de 1905 la «Asociación Iniciadora y Protectora de la Real Academia Gallega» y desde La Habana se eligieron comisiones para que en cada provincia gallega preparasen su constitución y funcionamiento en Galicia. Emilia Pardo Bazán sería nombrada poco después presidenta honoraria. El 4 de septiembre de 1906 en los salones del Real Consulado de La Coruña se celebró la primera sesión. Esta institución editó desde 1906 el Boletín de a Real Academia Galega; la Colección de Documentos Históricos de Galicia, Diccionario Gallego-Castellano. En colaboración con la Fundación Barrié de la Maza sacó importantes estudios monográficos sobre Galicia y junto con el Instituto da Lingua Galega editó las Normas ortográficas e morfolóxicas do idioma galego.
La Academia ha promovido diversas asambleas de carácter literario y científico, como la «Primera y Segunda Lusitano-Gallega» celebradas en Braga (Portugal)1955 y La Coruña 1960, respectivamente.
Instauró desde 1963 la celebración anual el 17 de mayo de «O Día das Letras Galegas»[31] para recordar la fecha de publicación de Cantares Galegos de Rosalía.[32]
Y, con este repaso al regionalismo Gallego, vamos a analizar los mitos:
Los mitos.
Se celebró en la Facultad de Humanidades de Albacete el Curso Monográfico Nacionalismo, mitos e historiografía, dentro de la tercera edición de dichos cursos, cuya organización en este caso corrió a cargo de los profesores de la Facultad de Humanidades de Albacete, Francisco García González del área de Historia Moderna y Manuel Ortiz Heras de la de Historia Contemporánea.
Carlos Barros, profesor Titular de Historia Medieval de la Universidad de Santiago, presentó los mitos medievales en la historiografía galleguista.
La presencia del profesor Barros en esta cita albaceteña mostró una visión del nacionalismo gallego y de los mitos en los que se apoya para su existencia.
Entre los mitos que destacó, encontramos por ejemplo el de Pardo de Cela, cuya fecha de su muerte[33] se celebra en Galicia como símbolo independentista[34] y el cual, apunta Barros, «no fue mas que un bandolero». Otro mito utilizado, el del Monte Vedulio[35] «personaliza la resistencia al invasor».
Finalmente, rizando el rizo de la imaginación, los luchadores incansables de la causa del celtismo, toman la figura del mítico padre de la nación gallega, Breogán, El padre de Galiza, Eire y Alba, y sacándolo de la convencional concepción por la que los hijos de Galicia lo conocen desde la visión oficial de la historia, logran redimensionar su figura en el marco de las mas sagradas y antiguas tradiciones goidélicas. El Leabhar Gabhala es una historia de los tiempos en que los hombres se contemplaban en el espejo de los dioses.[36]
Estoy con Barros en que «el mito como objeto historiográfico es tan importante que eclipsa hasta tal punto al hecho real que no interesa». Por ejemplo, el Camino de Santiago, mito reinventado a principios del siglo XX[37] y muy utilizado por los nacionalistas gallegos. Surge así la dicotomía, ya que el patrón de España y el del nacionalismo gallego es el mismo.
CONCLUSION:
La conclusión más evidente de estos apuntes[38] es que todo grupo de acción necesita un medio de expresión, que lo es también de cohesión, movilización y adoctrinamiento. La conciencia de Galicia como entidad propia y diferente es de fechas mas tempranas que las otras “nacionalidades” históricas. A pesar de su estructura social, población diseminada, y económica, agropecuaria, se crearon colectivos reivindicativos que generaron su prensa propia. El periódico por excelencia, el portavoz de Solidaridad Galega, las «Irmandades da fala» y el Partido Galeguista, se ha recuperado y sigue avanti como semanario, siendo el único que existe totalmente escrito en lengua vernácula.
El “nacionalismo político gallego” es una invención reciente del tercer cuarto del siglo XX, habiendo sido en tiempos pasados un movimiento cultural regionalista sin estructuración política, y con una minoría de seguidores.
BIBLIOGRAFÍA:
Barreiro Fernández, J. R., «El Carlismo Gallego», Santiago de Compostela, PICO SACRO, 1976.
Barreiro Fernández, «El pontificado compostelano del Cardenal García Cuesta, 1852-1853, Compostellanum XVII ,1972, pp.189-260.
Boletín Oficial del Arzobispado de Santiago, nº 243, 1869.
Moa,Pío.,DigresionesHistóricas,Nacionalismossecundarios,http://revista.libertaddigital.com.
«Revista Latina de Comunicación Social», número 11, de noviembre de 1998, La Laguna (Tenerife), en la siguiente dirección electrónica (URL) http://www.ull.es; Dra. Rosa Cal, Universidad Complutense de Madrid. Facultad de Ciencias de la Información, Departamento de Historia de la Comunicación.
[1] A finales de 1917 Vicente Risco entra en las Irmandades da Fala bajo la influencia de Antón Losada Diéguez, el 18 de diciembre de 1917 pronuncia su primer discurso en gallego, en un acto de apoyo a Francesc Cambó, en la campaña para las elecciones parlamentarias de 1918 Risco con el grupo de Ourense participa en numerosos mitins en el distrito de Celanova, aunque que no se logran buenos resultados la experiencia le sirve a Risco como estímulo. En julio de 1918 sale el último de los siete números de La Centuria y Risco empieza a colaborar en A Nosa Terra, Risco se esforzará por darle un nuevo impulso a la literatura gallega con artículos sobre Arthur Rimbaud, Paúl Verlaine, Apollinare o Omar Khayyam.
En poco tiempo Risco se convierte en el ideólogo y líder del nacionalismo gallego, y ya en noviembre de 1918 tiene una actuación destacada en la I Asamblea Nacionalista.
En 1920 publica el libro Teoría do nacionalismo galego, considerado el texto fundacional del nacionalismo gallego, ya en 1918 había publicado un artículo con el mismo nombre, donde ya se esbozaban las ideas que ahora recopila en el libro, Risco recoge el legado de Murguía (de quien publicará una biografía en 1933) y lo combina con el irracionalismo filosófico, el determinismo geográfico, el neotradicionalismo y la etnografía y define una nación como un hecho natural basado en la tierra, la raza, la lengua, la organización social, la mentalidad y el sentimiento. Afirma la pertenencia de Galicia a la civilización atlántica y céltica.
En 1920 aparece la revista Nós, heredera de La Centuria. Risco escribió más de 100 colaboraciones para ella hasta su cierre en julio de 1936, y desde ella se renovará la literatura gallega. Risco también dirige la sección de etnografía del Seminario de Estudios Galegos.
En 1922 contrae matrimonio con María Carme Fernández Gómez, procedente de la pequeña burguesía de Allariz, en 1923 tiene su primera hija, que morirá en 1926. En 1923 nace Antón Risco.
Risco apoya en un primero momento la Dictadura de Primo de Rivera, la considera una oportunidad para desmontar el sistema caciquil y acepta un puesto de diputado provincial en Ourense pensando en una posible instauración de una mancomunidad como en Cataluña.
Tras la ruptura con la Irmandade da Fala da Coruña e A Nosa Terra Risco escribe para Rexurdimento, el órgano de la Irmandade Nazonalista Galega, aunque que al poco tiempo reanuda sus colaboraciones en A Nosa Terra que tratarán sobre temas culturales, sólo en 1928 vuelve a escribir sobre temas políticos para pedir el regreso al sistema parlamentario.
En abril de 1930 marcha a Berlín para seguir un curso de etnografía en la Universidad de Berlín, los cuatro meses que pasa en Alemania lo marcan ideológicamente hacia un pensamiento mas conservador y católico, Risco escribió las crónicas de su periplo europeo en unas crónicas para A Nosa Terra que posteriormente recogería en el libro Mittleuropa (1934).
[2] Pío Moa, Digresiones Históricas, Nacionalismos secundarios, http://revista.libertaddigital.com.
[3] Barreiro Fernández, J. R., “El Carlismo Gallego”, Santiago de Compostela, PICO SACRO, 1976.
[4] Imponía tributos al paisanaje en la zona de su influencia.
[5] Conservaba y distribuía el dinero a su forma y manera.
[6] Barreiro Fernández, J. R., “El Carlismo Gallego”, Santiago de Compostela, PICO SACRO, 1976., pp. 264-265. “En las ciudades y villas principales se crean los casinos carlistas, indudablemente los de mejor tono en aquella sociedad. En las ciudades se editan los periódicos carlistas, a las ciudades acudel los mejores oradores que vienen desde Madrid o del Norte(…); en la ciudades se preparan las grandes campañas políticas redactando e imprimiendo panfletos(…); se reclutan soldados…, se recauda plata para los ejércitos carlistas(…).
[7] Barreiro Fernández, J. R., “El Carlismo Gallego”, Santiago de Compostela, PICO SACRO, 1976. pp. 193 y ss.
[8] (La Coruña, 1821-Madrid, 1885) Político y escritor español. Perteneciente al Partido Moderado, se fue derechizando de forma progresiva. En 1856 fue ministro de Gobernación con Narváez. Se pasó posteriormente al carlismo (1869), siendo nombrado por Carlos VII jefe de la minoría carlista en el Congreso. Tras la guerra civil (1872), fue jefe del partido, pero su actitud intransigente provocó la escisión de quienes más adelante formarían la Unión Católica. Fundó los periódicos La Constancia y El Siglo Futuro.
[9] Se afirmó que D. Joaquín Barreiro, de Santiago, y diputado en estas Cortes era Carlista, aunque el lo desmintió.
[10] Partes de la Guardia Civil a Capitanía General de Galicia.
[11] Boletín Oficial del Arzobispado de Santiago, nº 243, 1869.
[12] “Catecismo para uso del pueblo acerca del Protestantismo, compuesto por el Cardenal Cuesta Arzobispo de Santiago”. Al poco tiempo se hicieron reediciones en las ciudades más importantes de España. En octubre de 1869 se habían impreso 212.000 ejemplares.
[13] Barreiro Fernández, “El pontificado compostelano del Cardenal García Cuesta, 1852-1853, Compostellanum XVII (1972, PP. 189-260.
[14] Boletín Oficial del Arzobispado, nº 243 (1869), p41. Primera noticia en la Diocesis de Lugo.
[15] Boletín Oficial del Arzobispado, nº 325 (1871)
[16] El 15 de octubre de 1878 publicó el magistral de Santiago D. Gaspar Fernández de Zunzunegui un folleto “ Una palabra a mis hermanos” en el que se aconsejaba a los sacerdotes neutralidad política en aquellas circunstancias. Inmediatamente fue acusado por los inquisidores de ser simpatizante con la revolución. Entre los que se alzarón contra él estaba D. Miguel Hidalgo, que publicó un folleto. Una palabra a otra palabra, Santiago 1868, en el que acusa a Zunzunegui por su folleto. Este tuvo que rectificar y lo hizo el 11 de noviembre de 1868 en una sola hoja: “Una satisfacción al público”.
[17] La juventud Católica. Academia científico-literaria de Santiago. Sesión Pública celebrada el 22 de mayo de 1870. La sesión se inició con la lectura de una carta del Papa Pío IX que todos los asistentes escucharon de rodillas.
[18] En realidad a estos hacendados, médicos, abogados, etc., que se metían en las facciones, el carlismo le debía en Galicia todo; desde su hacienda hasta sus personas. Muchos de ellos quedaron arruinados y sus familias abandonadas. No se puede pedir mayor fidelidad a una causa ni mayor heroísmo personal. Que se entienda que nada de lo que aquí se diga del mercenarismo les afecta a estos carlistas, hombres que honran una causa.
[19] Sumario contra Manuel Diez y Pedro Fernández, AUS, Fondo C-BC, Procesos 1875.
[20] Parte al Capitán General del 24 de Diciembre de 1874, AUS, Fondo C-BC, Partes 1874.
[21] Poeta español en lengua gallega. Es autor de poemas de temática rural como Espinas, hojas y flores (1875), Saudades gallegas (1880) y La musa de las aldeas (1890). Escribió también un libro en prosa, El catecismo del labriego (1889).
[22] El momento de mayor esplendor del convento benedictino, Convento de San Vicente, llegará en el siglo XVIII. En el año 1709 el fraile Benito Jerónimo Feijoo y Montenegro gana la cátedra de Teología de la Universidad de Oviedo y se instala en la ciudad. Cuenta entonces 33 años. De aquí ya no se movería hasta su fallecimiento, acaecido en 1764. Durante más de medio siglo, pues, Oviedo ‑y más concretamente el monasterio benedictino‑ se convirtió en el centro filosófico más importante de la España de la Ilustración, e incluso en uno los puntos de referencia ineludible dentro del pensamiento europeo. El cuerpo de Benito Feijoo descansa en la actualidad en el centro del crucero de la iglesia de San Vicente. En su sepultura puede leerse: «Aquí reposa el maestro/ E Benito Jerónimo Feijoo/ Falleció en el año del señor/ 1764, 26 de septiembre/ a los 88 años».
[23] Ramón Mariño recoge las tesis sobre la obra de temática gallega del Padre Sarmiento, que en su opinión giran en torno al problema lingüístico, semántico y de comunicación del gallego como causa de atraso de su patria; su rechazo al castigo físico que sufrían algunos niños por expresarse en gallego en clase; su defensa convencida de que a los niños había que enseñarles la misma lengua que hablaban en casa y también se debía predicar a los feligreses en la lengua que les era propia; en definitiva, muestra su convencimiento de que esto implicaba introducir el gallego en la escuela, en los juzgados, en las iglesias y en la Administración.
[24] El Ayuntamiento de Carral nació como tal en el año 1836, siendo el Gobernador Civil Pío Pizarro el encargado de fijar su demarcación siguiendo la división administrativa que hiciera en España Javier Burgos. El nombre de Carral se debe a que el núcleo de población que sirve de capital municipal, se encuentra en el camino que une Santiago con La Coruña, y por el que circulaba la “Carrilana”.
El acontecimiento más importante de la historia moderna de Carral fue haber sido escenario del triste final del Coronel Solís y los militares que le acompañaron en el levantamiento contra el presidente Narváez. Dicho alzamiento comenzó en Lugo en 1846, cuando Solís y Cuetos, disolvieron el Consejo Provincial y la Diputación, proclamando una Junta de Gobierno de Galicia en contra del Gobierno de Isabel II. Pretendían reivindicar la libertad regional de Galicia. La batalla decisiva tuvo lugar el 23 de Abril en Cacheiras, pero ante la superioridad de las tropas enviadas por Madrid fueron derrotados. Aquella misma tarde, Solís, que se refugiara en San Martiño Pinario se entregó… y después de tres días y un juicio fue condenado a muerte en Carral.
[25] Arteijo, 1833-La Coruña, 1923. Historiador español. Casado con la poetisa Rosalía de Castro, fue una de las figuras más destacadas del regionalismo gallego. Primer presidente de la Real Academia Gallega, escribió Los precursores (1886) e Historia de Galicia (1901-1907, 5 vols.).
Murguía estaba viudo desde 1885, año en el que murió Rosalía de Castro. Ese mismo año Fernández Latorre y Martínez Salazar crearon la Biblioteca Gallega para contribuir a la difusión de la literatura regional.
[26] Publicó las siguientes obras en castellano: Galicia, su agricultura, industria y comercio, Misión del Municipio y su importancia como órgano social, Memorias del Centro Gallego de La Habana, Galicia en 1907-1909, Efemérides de Ortigueira y labor moralizadora de las sociedades gallegas en América. En gallego publicó la obra teatral Non máis emigración (1886) y los libros de poesía Caldo de grelos (1895), Aturuxos (1898) y Da Terriña (1918).
[27] En 1885 aparecieron los periódicos: O Fungueiro (Coruña, revista taurina), Galicia (Ferrol, ciencias, artes y letras), La prensa Gallega en Santiago de Compostela.
[28] Eugenio Carré Aldao había traspasado la librería a Martínez Salazar y la imprenta y papelería a Domingo Puga, acreditado impresor coruñés. Con todo ello, además de colaborar en los periódicos y revistas gallegas, se dedicó a una importante labor editorial, imprimiendo numerosas obras de autores gallegos. Además imprimió la Revista Gallega, y el Boletín Bibliográfico.
[29] Carballo, 1859-Santiago 1900.
[30] Citado por Baldomero Cores Trasmonte en «Alfredo Brañas Menéndez» En Gran Enciclopedia Galega, tomo IV, pp. 47.
[31] «O Día das Letras Galegas» es la fiesta grande de las letras gallegas. Por primera vez se propuso para el año 1999 homenajear a un periodista, será Roberto Blanco Torres (Cuntis-Coruña 1891- Entrimo-Ourense octubre 1936). Blanco Torres fue cofundador de «As Irmandades da Fala» y promotor de la Asociación Galega de Escritores configurada en 1936. Como periodista colaboró en A Nosa Terra, dirigió La Zarpa, El País, fue redactor jefe de Galicia, El Pueblo Gallego, El Progreso (de Pontevedra), fundó las revistas Alborada, y Terra Galega en La Habana, entre otras. (Notas tomadas de Carballa, Xan «Chegou o maio de Roberto Blanco Torres». En A Nosa Terra, 9 junio 1998).
[32] Curros, Pondal, Castelao, Cuevillas, Lamas Carvajal, López Ferreiro… fueron algunos escritores nativos a los que se les dedicó la jornada.
[33] El día 17 diciembre 1483, frente a una multitud que esperaba el indulto para su Señor, el último “defensor” de la soberanía del Reino de Galicia era decapitado en la Plaza de Mondoñedo, rodando su cabeza hasta la puerta de la Catedral.
[34] Es de señalar en este caso lo siguiente: En 1919, cuando A Coruña era todavía capital de Galicia, se reúne en Santiago de Compostela la “Asambreia” de As Irmandades da Fala. Intelectuales como los hermanos Vilar Ponte, Losada Diéguez, Risco o Cabanillas, acordaron celebrar, el 25 de julio del año siguiente, el Día de Galicia.
La revista A Nosa Terra, como órgano de expresión de As Irmandades, festejaba desde sus páginas el 25 de julio de 1920 el primer Día de Galicia, al que se refiere como una fecha “de lembranza da Patria natural que dende antigo, como agora e sempre, ha ser a única patria verdadeira do home”.
Las celebraciones del “25 do Santiago”, como se decía antiguamente, volvieron a retomar el carácter festivo que las caracterizó en un principio, sobre todo tras el referéndum popular, el 28 de junio de 1936, del primer Estatuto de Autonomía de Galicia. Más de un millón de gallegos participaron en la votación. De ellos, 999.351 dieron el ¡Sí! al autogobierno.
Parecía que por fin los galleguistas verían alcanzado parte de su sueño, pero la Guerra Civil dejó inconcluso el proceso autonómico del 36. La censura ideológica que impuso el General Franco, gallego, redujo de nuevo las celebraciones del Día de Galicia a una misa por Rosalía de Castro en Santo Domingo de Bonaval y al nivel más íntimo, el del propio pensamiento. Sólo los gallegos en la emigración podían celebrarlo, con la lógica morriña de la diáspora.
[35] Algunos historiadores ubicaron el monte Medulio en la Asturia Trasmontana, como Menéndez Pidal que en 1897 lo situó en la montaña de Lena, en Buschumoso cerca de la fuente del Sepu. Tambien Caunedo Tuñón y Quirós quiso identificar alguno de aquellos montes con el «Mons Medullius».
Tambien se llamó la atención sobre un testamento bajomedieval de la catedral de Oviedo que menciona el «Castro Meduales» proponiendose su situación en el Picu Cervera, en Belmonte de Miranda donde J.M. Gonzalez mencionó la existencia de un castro.
Estas propuestas cayeron en el olvido toda vez que el Bierzo parecía ser una una zona más prometedora para dicha ubicación, de acuerdo con las fuentes clásicas y el desarrollo del Bellum Cantabricum et Asturicum.
El reciente descubrimiento de fortificaciones romanas y astures en Lena y la atribución a los astures de un talud defensivo que se creía medieval entre el puerto de San Lorenzo y el de la Mesa en un paraje conocido como «el Muro», pueden volver a traer a la actualidad aquellas interpretaciones decimonónicas, particularmente la relativa al mencionado «Castro Meduales», sobre la vieja vía romana de la Mesa.
Esta vía que discurre de sur a norte siempre por cumbres y cordales y permite caminar por el corazon de Asturias, casi siempre entre dos abismos con miras de águila y casi sin esfuerzo, se ha convertido hoy día en solaz de jubilados que llegan en pacíficas legiones desembarcadas por autobuses en San Lorenzo o en Torrestío, en la Babia leonesa, donde inician el ascenso.
Esta calzada, de enorme importancia militar, presenta una historia bélica recurrente desde la conquista romana, pasando por el reino de Asturias con batallas como la de Lutos contra las huestes agarenas, hasta las rebeliones de Gonzalo Peláez en la Edad Media. Precisamente una de las mejores razones para establecer la identidad Medullius-Meduales es que podemos insertar ese asedio histórico dentro de una lógica militar coherente: Los romanos atacaron por el mejor camino -y el único salvo la vía de La Carisa- que podía conducirles al interior de la Asturia Transmontana sin ser comprimidos y emboscados en el fondo de los profundos valles asturianos.
Los Astures trataron de detenerlos sobre la propia vía entre los puertos de San Lorenzo y la Mesa interceptando el paso con fortificaciones, de las que fueron al fin desalojados. Se irían retirando entonces a lo largo de la ruta entrando en el territorio de Belmonte, en cuyo momento se les planteó un dilema: o seguían descendiendo con lo cual los romanos acabarían por cargarles desde arriba y comprimirles en su retirada sobre la cabecera de un valle o se acogían a una montaña próxima. Quizá se decidieron por esta solución y el Picu Cervera es un lugar apropiado.
Mas allá de posibles interpretaciones sobre la excelencia de tal o cual lugar para la defensa, lo cierto es que el Cervera y el picu Castiellu presentan restos de fortificaciones romanas y medievales con las que se puede dominar el camino desde sus eminencias.
Otra buena razón para sostener esta identidad es la similitud entre los nombres Medullius y Meduales, que contienen la raiz celtica que podría aludir a su situación en un punto medio de la ruta, próximo a las bifurcaciones del camino: uno iba a Grado y Pravia y otro por Marabio y Linares, a Llanera y Gijón; la bifurcación está en Biforcos de Cueiro.
También podría coincidir el pasaje de Orosio que establece la situación del Medulio. «Nam et Medullium montem Minio flumini inminentem» (VI, 21, 7) pues desde Picu Cervera hasta Babia, donde tiene sus fuentes el Sil al pie mismo de Somiedo, no hay sino unas horas de marcha. El hecho de que para los asiduos de estos altos, los vaqueiros de alzada, desde Braña Cervera hasta las brañas de Babia estos parajes sean un «totum continuum» no haría mas que confirmar esta hipótesis. En la Tabula Peutingeriana podemos ver precisamente el Minio (el complejo hidrográfico Miño-Sil) naciendo del monte Vindio, la denominación que los romanos daban a la cordillera cantábrica. Y al lado mismo del puertu de la Mesa tenemos el puertu Ventana, una adaptación del término céltico (*VINDIOS) preexistente y latinizado VINDIUS.
En vez de dar una descripción pormenorizada de la ruta de la Mesa, que puede encontrarse en cualquier guía turística, voy a reproducir aquí la narración que hace Claudio Sánchez Albornoz de la campaña emprendida por ‘Abd al-Malik contra incipiente reino astur en el año 794 y que terminó con la destrucción del ejercito invasor a la vuelta de la aceifa, acabante de retomar la vieja vía.
Con este relato se pueden seguir perfectamente todas las implicaciones militares del trayecto, su trazado y las dificultades que se presentan al tomar o abandonar la ruta en Lodón. La vívida descripción que contiene sobre la marcha del ejército musulman es perfectamente extrapolable a la época de las legiones:
«Al fin de tan largas jornadas ‘Abd al-Malik y sus soldados pudieron caminar de prisa y sin fatiga por esa anchurosa calzada de la Mesa, militar sin duda y única de cuantas llevan desde la sierra al mar que, lejos de abismarse en los cerrados y peligrosos valles de Asturias, recorre leguas y leguas entre ellos, dominándolos siempre desde la cumbre de los montes. Con la plena seguridad que da la sensación constante de la total ausencia de peligro, pudieron avanzar las tropas islamitas gozando de la contemplación de los abismos que se abrían al pie de su camino. Primero se brindaría ante sus ojos la pavorosa garganta de Saliencia hacia la izquierda; después el espléndido hoyo de Teverga a la derecha; luego el maravilloso, hondísimo y angosto valle en que la hoz primera se ensancha poco a poco; en seguida los montes de gigantes escobas y piornos -cubren a los jinetes a las veces- y las peñas que preceden a las frescas praderías de Petra Jovis (Piedrajueves); mas tarde los dos valles de Carzana y de Taja, obscurecidos por bosques de castaños centenarios y cerrados por la peña blanquísima de Sobia; más allá la llamada de Vicentauro y la hondonada de Tolinas. Los musulmanes pudieron caminar, millas y millas por lugares seguros, en todo momento señores del país que atravesaban en su marcha, tropezando a cada paso con brañas de pastores, divisando el paisaje de fábula de Asturias y gozando del aire delgado, del sol brillante y de la brisa de las cumbres.»
Abd al-Malik regresa de la aceifa y retoma la calzada:
«…En su marcha hacia Las Cruces sobre Vigania, de que habla un monasterio de Belmonte, dejado a sus pies Vío, la calzada rodea un espacioso prado, pasa al borde de un profundísimo barranco, lame la panza oriental de un gran cerro donde se desparraman las míseras casas de Lodos y vuelve a asomarse al abismo del Pigüeña antes de ganar las faldas de un segundo promontorio gemelo del primero.
Seguros de su victoria y confiados en las excelencias estratégicas de la vía de la Mesa, caminaban tal vez los musulmanes al borde del barranco ahora indicado, cuando se vieron sorprendidos por Alfonso y sus guerreros, ocultos acaso tras la primer colina y de acuerdo tal vez con los guías de la hueste sarracena.»
[36] El Leabhar Gabhala es el libro de las invasiones de Irlanda (Eire) y constituye él más antiguo testimonio escrito de la mitología celta.
En el se refiere como Milé, hijo de Breoghan, nacido en la «otra tierra» al otro lado del mar, llego a Eire desde «la tierra de la muerte» al mando de los Gaels (celtas goidélicos). Milé fundó de este modo, al conquistar la isla, la simiente de la cultura que llegó hasta nuestros días.
También se refiere en estas crónicas, que Breoghan, habría construido una gran torre al otro lado del mar y desde allí en una mañana clara, contemplando a lo lejos las costas de la verde Eire, alentó a su hijo, el valiente Milé, a la conquista de estas tierras.
Ahora bien, antiguas leyendas de la vieja Gallaecia, nos hablan de Breogán rey celta fundador de la ciudad de Brigantia o Briganza (Art-o Briga), quien habría construido en dicha ciudad (la actual Coruña) una torre o faro, torre esta, que fuera reconstruida en tiempos mas recientes por los romanos y rebautizada como torre de Hércules.
Es en este punto donde podemos percibir claramente, que la tradición de ambos pueblos, Irlanda y Galicia, sugieren en los orígenes una épica travesía por este antiguo «Mar Celta» desde Cor-unha a Cor-k, llegándonos luego de mas de 2.000 años los ecos de esta gesta.
La tradición oral y la escrita tienden a demostrar una cierta incoherencia en la imbricación de los acontecimientos remotos.
[37] La devoción y culto al Apóstol Santiago , que surge como apoyo a la lucha cristiana contra las fuerzas islámicas asentadas en la Península Ibérica, cobró impulso en un momento histórico profundamente marcado por el
elemento religioso, alcanzando su máximo apogeo en los siglos XII y XIII, y perduró incluso con posterioridad a la Reforma, hasta que las luchas revolucionarias de finales del XVIII y la generalización de los
comportamientos laicos lo redujeran, extinguiendo prácticamente la peregrinación en esta vía. A partir del siglo XIV el Camino entra en declive, la peste negra ha diezmado la población europea, la cristiandad comienza a dividirse (los protestantes consideraban las peregrinaciones como actos populacheros), el mundo se ensancha y los monarcas dedican sus esfuerzos a conquistar nuevos mundos. En los siglos XVII y XVIII se mejoran las comunicaciones y el Camino recobra parte del prestigio y recibe peregrinos ilustres, sin embargo en el XIX los librepensadores, los descubrimientos científicos, la revolución industrial y el desarrollo urbano no se llevan bien con un modo de vida con reminiscencias medievales. Fue tan aguda la crisis que en 1884 el Papa León XIII tuvo que declarar verdaderos los restos del Apóstol reaparecidos en unas excavaciones, se habían escondido en el siglo XVI ante las amenazas de las incursiones inglesas comandadas por el pirata Francis Drake. Hoy en día la peregrinación a Santiago parece recobrar el esplendor de antaño, y en 1985 la UNESCO declaró la ruta jacobea como Patrimonio Universal de la Humanidad.
[38] Basados en el artículo publicado en la “Revista Latina de Comunicación Social”, número 11, de noviembre de 1998, La Laguna (Tenerife), en la siguiente dirección electrónica (URL) http://www.ull.es; Dra. Rosa Cal, Universidad Complutense de Madrid. Facultad de Ciencias de la Información, Departamento de Historia de la Comunicación.