Es tan sumamente importante conseguir una solución al problema a largo plazo de los militares profesionales de Tropa para que no causen baja en los Ejércitos quedándose con una mano delante y otra detrás, que voy a reiterar el estudio que realicé hace un tiempo sobre la solución al problema.
A la hora de analizar los beneficios de la formación debemos considerar tres factores fundamentales como son el tiempo que el profesional espera trabajar en el Ejército después de esta, unos 10 años más en el peor de los casos si exigimos este nivel formativo a la edad de 35 años a los contratos de larga duración, las habilidades que posee antes de la formación y el grado en que las habilidades proporcionadas por la formación complementan las otras habilidades.
– Las perspectivas de continuidad. Seria una incongruencia invertir en la formación de nuestros profesionales si estuvieran próximos a la edad de pase a la reserva. La clave está para la Institución en que el tiempo mínimo que la Tropa va a estar en activo en los Ejércitos es de un mínimo de otros diez años si no accede a Tropa Permanente, alargándose este periodo si lo hiciera.
– Las habilidades previas del profesional. El valor que la formación proporciona a la Institución depende de la mejora de la productividad de los profesionales formados. De esta manera, debemos considerar el nivel de habilidades que poseen y si las habilidades críticas de éstos no son suficientes y escasean en el mercado laboral para que las proporcionemos mediante la formación, incluso aunque exista un riesgo elevado de perder a corto plazo este personal pues los altos beneficios por periodo que se consiguen determinan un plazo de recuperación de la inversión relativamente corto siempre y cuando empleemos a esta Tropa en estas “Especialidades Complementarias”.
– La complementariedad con otras habilidades. El valor generado como consecuencia de formar a estos soldados con habilidades específicas a menudo depende de otras habilidades que el profesional posee o que puede llegar a poseer, por lo que no se deben considerar las habilidades específicas de forma aislada, sino en su conjunto.
Así, una formación en mecánica de automoción de un conductor de la Institución y con conocimientos internos y propios de la Institución, puede conseguir un rendimiento marginal de la formación genérica que le proporciona esta nueva cualificación técnica, muy superior al de una persona con el mismo título, pero sin experiencia en las Unidades.
Hasta aquí nos hemos centrado en los factores objetivos y tangibles que influyen en la formación, pero son importantes algunos efectos menos tangibles que afectan a los comportamientos y actitudes de la Tropa.
– El aumento de los resultados a través del compromiso y el intercambio de premios. En la relación de empleo, los Cuadros de Tropa se juegan mucho. Cuando uno de ellos se forma en el desarrollo de activos específicos de la relación que les une a la Institución necesita algún tipo de garantía que le asegure que se le va a emplear de una forma satisfactoria, que podrá hacer buen uso de las habilidades. Al recibir una relación de compromiso creíble, al menos hasta los 45 años con posibilidad de alargarlo o, en su defecto, con la posibilidad de convertirse en años de experiencia en esa habilidad, los soldados estarán más dispuestos a implicarse a largo plazo con la Institución, incluso cuando ya no se encuentren en activo. De esta manera, además de los beneficios económicos correspondientes a la organización, los Cuadros de Tropa relacionan la formación con algún tipo de premio y sienten la necesidad psicológica de agradecerlo dando algo de su parte, como rendir más en el trabajo.
– El reclutamiento a través de la formación. Un efecto más sutil de disponer de un programa de formación bien articulado y publicitado es el relativo a la selección de la Tropa. Las prácticas de empleo ofertadas por el Ejército influirán en la autoselección de los aspirantes potenciales. Los programas de formación atraerán a aquellos que deseen formación, en muchos casos estos aspirantes serán individuos que buscan el crecimiento en el trabajo, valoran la adquisición de habilidades, son curiosos, ambiciosos y agresivos. Sin embargo, si la formación atrae a aspirantes ambiciosos y agresivos no existirán garantías de que permanezcan en la Institución una vez hayan alcanzado esa formación por lo que los programas de formación deben complementarse con otras prácticas como el mantenimiento de un mercado laboral interno, el diseño de puestos donde se puedan poner en práctica estas enseñanzas, recompensas crecientes y la oportunidad de discernir sobre el trabajo.
– Efectos secundarios directos e indirectos. Otro efecto sutil, pero potencialmente importante, es que se puede provocar una especie de lucha incesante por la formación entre las Clases de Tropa. La tropa actual y potencial que busca indicios sobre el tipo de Ejército para el que desean ofrecer sus servicios, a menudo perciben la existencia de un programa de mejora de capital humano de los mismos como una señal clara y creíble del compromiso de la Institución con el propio ser de los Ejércitos, los soldados. Igualmente, la Sociedad puede inferir señales sobre las intenciones y valores de la Institución a partir de sus actividades formativas elevando el prestigio social.
Finalmente, la formación, también puede ser utilizada para enviar mensajes sobre la cultura y la estrategia del Ejército, que en muchos casos y aunque parezca obvio están descritas por los más Altos Mandos como fundamentales, pero que reciben poco o ningún énfasis en los programas de formación de las Clases de Tropa.
Enrique Area Sacristán.
Teniente Coronel de Infantería.
Doctor por la Universidad de Salamanca.