¡Ni que fuera la purga de Benito! Se dice de todo lo que produce efectos inmediatos. También se aplica a los impacientes que se quejan de no ver los resultados de un remedio que acaba de aplicarse o que todavía no se ha aplicado, como le pasó al legendario Benito, que cuando aún estaba en la botica el purgante que le recetó el médico ya le estaba haciendo efecto a él y que se parece al ministro Illa que ayer mismo en TV afirmó que la vacuna estará para noviembre cuando los científicos auguran que no será para antes de la próxima primavera.
El deseo de los médicos es diagnosticar las enfermedades pero, sobre todo, curarlas aun cuando puedan desconocerse su naturaleza y su origen. Esto siempre ha sido así desde que el mundo es mundo y en él alguien asumió la misión de ayudar a un prójimo doliente. El desiderátum de esta actividad sería encontrar un remedio que actuase sobre los padecimientos de forma inmediata, pero esto es algo por naturaleza casi imposible, salvo en los campos de la analgesia y su íntima pariente la anestesia, donde la rapidez de acción es en muchas ocasiones su mayor beneficio. En el resto de las patologías es la norma que haya que “dejar tiempo al tiempo” para que el alivio médico o quirúrgico obtenga su resultado esperado y deseable. Pero muy a menudo es el propio paciente quien exige que se le aplique el tratamiento “instantáneo” como si estuviera en nuestras manos, que no en nuestra intención, el hacerlo. Es lógica y comprensible esta impaciencia.
Esta situación tan habitual se ha trasladado al habla popular creando una curiosa expresión: “la purga de Benito”. Explica José M.ª Iribarren en su impagable libro El porqué de los dichos que “metafóricamente se dice de todo lo que produce efectos prontos e inmediatos. También se aplica, como dije antes, a los impacientes que se quejan de no ver los resultados de un remedio que acaba de aplicarse o que todavía no se ha aplicado, como le pasó al legendario Benito.” Y añade que también se utiliza “como la purga de Hernando, que desde la botica estaba obrando”. Maravilloso o milagroso producto de la farmacopea que más tendrá que ver con lo psicosomático que con lo puramente físico y curativo.
El dicho, de raíz aparentemente médica, ha trascendido como se sabe a otras conductas humanas y es adaptable sin dificultad a quienes piden soluciones inmediatas a cualquier problema cotidiano que las más de las veces carece de ellas. Pero si alguna característica define mejor que otras a nuestro tiempo es precisamente la prisa, aunque sea para no ir a ningún sitio, como es el caso, todo tiene que conseguirse “ya” y los objetivos parecen más políticos que médicos, mas esa es una cuestión indigna por sí misma de estudio y reflexión, por lo que parece, que por ahora ha de quedar en el tintero gracias a la terrible censura y desinformación a la que nos tienen acostumbrados los que deben planificar, orientar, impulsar y dirigir a los pobres ciudadanos sufridores de esta caterva de chupópteros políticos que han dejado las ubres secas.
Enrique Area Sacristán.
Teniente Coronel de Infantería.
Doctor por la Universidad de Salamanca.