Antisemitismo es un término moderno que suele describir el prejuicio y la hostilidad que sufrieron tanto los judíos como el judaísmo en general. Los orígenes del antisemitismo cristiano en los evangelios están basados en la historia de un predicador judío itinerante, nacido en el siglo I a.C., oriundo de la provincia romana de Judea: Jesús de Nazaret.
Los evangelios brindaron explicaciones acerca del juicio y crucifixión de Jesús de Nazaret y afirmaron que su muerte fue consecuencia de las diferencias religiosas que tenía con el liderazgo judío y, políticamente, sumo, como traidor del Imperio romano ya que era proclamado el Rey de los judios. Los primeros cristianos aseveraron que Jesucristo y sus seguidores fueron perseguidos por los judíos, justificación que utilizaron posteriormente para perseguir y asesinar judíos en la Edad Media y en los años subsiguientes. A esto debe sumarse el impacto de la teoría racial y conductual que surgió a principios de la Edad Moderna.
Cristianismo primitivo
Cuando los primeros misioneros cristianos llevaron las enseñanzas y predicaciones de Jesucristo a las distintas ciudades del Imperio romano de Oriente, fueron los gentiles, es decir los ciudadanos «no judíos» que practicaban el paganismo, quienes se sintieron atraídos por estas nuevas ideas. En virtud de ello, surgieron debates acerca de si estos nuevos creyentes (cristianos gentiles) debían convertirse a los requisitos rituales de la identidad judía, como eran la circuncisión y la adopción de las leyes dietéticas judías. Así, algunos de los cristianos judíos insistieron en que dicha conversión resultaba menester para que puedan ser admitidos como nuevos practicantes. En las cartas de Pablo y los hechos de los apóstoles existen extensas apologías, es decir explicaciones de porque los cristianos gentiles no debían convertirse en primera instancia en judíos. Muchos de los argumentos comparaban el nuevo movimiento en contra del judaísmo, introduciendo innovaciones como la «fe» y la expiación sacrificial de la muerte de Jesús. Dichos escritos establecieron los parámetros para la posterior separación del cristianismo del judaísmo.
Durante el siglo II d.C., la continua resistencia de los judíos hacia el nuevo movimiento llevo a que los obispos cristianos crearan literatura adversa, es decir («escritos contra los judíos donde los mismos eran vistos como adversarios»). Haciendo uso de la polémica que existía en los evangelios y en las cartas del apóstol Pablo, afirmaron que, así como los judíos «perseguían» a Jesús y a sus discípulos, continuaban persiguiendo a los cristianos en el marco de su cultura contemporánea. Sin embargo, estos tratados no proporcionaban evidencia contemporánea alguna de las formas específicas en las que los judíos «perseguían a los cristianos» en la vida cotidiana de las ciudades, más allá del debate propiamente dicho. Comenzando en la Antigüedad tardía y hasta la llegada de la Edad Media y sus años posteriores, estos escritos se siguieron utilizando como racionalización para la persecución y el asesinato de judíos.
Relaciones judeocristianas en la Antigüedad tardía
Como consecuencia de su conversión al cristianismo, el emperador romano Constantino, mediante la publicación del Edicto de Milán en el año 313 d.C., concedió a los cristianos el derecho legal de reunirse a lo largo de todo el Imperio romano. Sin embargo, esto no significó que el imperio se convirtiera al cristianismo en un abrir y cerrar de ojos, sino que ayudó a los devotos de esta nueva religión al aplicar exenciones fiscales y promover fondos para la construcción de sus iglesias. En el Primer Concilio de Nicea celebrado en el año 325 d.C., el Estado desarrolló un «credo» en virtud del cual establecía lo que los cristianos debían creer y practicar a lo largo de todo el Imperio romano.
El emperador romano Teodosio I (que reinó de 379-395 d.C.), es recordado como el gran campeón y defensor de la ortodoxia. Dicho emperador en el año 381 hizo del cristianismo la única religión legal y oficial del imperio. Esta medida significó el fin oficial de los cultos nativos en el mundo antiguo y al mismo tiempo implicó la creación de la Iglesia católica. Otra de las medidas adoptadas por Teodosio I en 396 fue la prohibición de los Juegos Olímpicos, toda vez que estos estaban dedicados a los dioses, como asi también la destrucción de todos los templos y santuarios nativos o su conversión en iglesias. Fue a partir de este momento que los cristianos inventaron el termino pagianoi («paganos») haciendo uso del mismo como un insulto negativo hacia aquellos que aún no se habían convertido al cristianismo.
El edicto de Teodosio I no decía nada acerca de los judíos. Sin embargo, sí que hizo alusión a ellos cuando actualizó y codificó la ley romana original, es decir las Doce Tablas, finalizadas por el emperador bizantino Justiniano I en el año 597. A los judíos se les permitió continuar en sus sinagogas, pero con una interacción social y oportunidades económicas cada vez menores:
- El proselitismo de los judíos se castigaba con la quema en la hoguera. Se les prohibió a los judíos atacar o acosar a cualquier judío que se hubiera convertido al cristianismo.
- Los judíos no podían poseer esclavos cristianos y la circuncisión de los esclavos estaba prohibida. Aquellos que circuncidaban a los esclavos tenían que liberarlos. Esta medida destruyó cualquier tipo de competencia con las empresas cristianas que todavía gozaban del beneficio del trabajo esclavo.
- Si un cristiano se convertía al judaísmo, su propiedad era confiscada para el tesoro del Estado. Sin embargo, estaba prohibido destruir o atacar una sinagoga. Su propiedad estaba protegida, toda vez que sus comunidades contribuían mediante impuestos al sostenimiento del Estado.
- Los matrimonios mixtos entre judíos y cristianos estaban prohibidos. Dicha acción se consideraba como delito de adulterio.
- Los judíos ya no podían tener sus propios tribunales religiosos y por ende debían presentar cualquier demanda ante los tribunales de derecho romano.
- Se les prohibió a las sinagogas utilizar el idioma hebreo como medida de precaución contra posibles conspiraciones contra el imperio.
- Ningún judío podía trabajar como abogado o médico, profesiones en las cuales los detalles íntimos de la vida de una persona podían usarse en su contra. A los judíos, paganos y herejes se les prohibió debatir públicamente las doctrinas cristianas.
- Las sectas de cristianos judíos fueron prohibidas como herejes en el año 325.
Juan Crisóstomo («Lengua de Oro», 347-407), obispo de Antioquía, era famoso por su predicación. Durante la semana de Pascua del año 387, aparentemente se molestó por el hecho de que sus cristianos asistieran a la sinagoga el sábado y a la iglesia el domingo. En una serie de sermones, denunció las sinagogas como burdeles y afirmó que su inmoralidad sexual tenía el sonido de un cerdo resoplando y en celo. Si bien es claramente antijudío, esto también revela algo muy interesante sobre la Antigüedad tardía: ignorando los escritos de los obispos contra los judíos, los cristianos comunes en Antioquía aparentemente no tenían ningún problema en mezclarse con los judíos, compartir sus fiestas y comidas festivas. Encontramos esto en varias comunidades a lo largo del imperio. Desafortunadamente, los sermones de Pascua de Juan se conservaron y citaron contra los judíos en la Europa medieval.
El Imperio romano tardío experimentó varias invasiones de godos, visigodos, vándalos y hunos. Muchas de estas tribus se habían convertido al cristianismo, pero se consideraban herejes, toda vez que continuaban siguiendo el concepto arriano de la Trinidad. Dependiendo de las opiniones de los diferentes emperadores romanos, la legislación contra los judíos a veces se aplicaba y otras veces se ignoraba.
Cuando los huesos de san Esteban fueron descubiertos en Jerusalén en el año 415, se inició la distribución de reliquias a varias ciudades. Cuando llegaron a la isla de Menorca, la comunidad cristiana quemó la sinagoga. Esta acción incluyó el primer bautismo forzado documentado de judíos.
Judíos en la Europa medieval
Con el establecimiento del papado bajo León I (400-461) y el nuevo Sacro Imperio Romano Germánico bajo Carlomagno (748-814), la Iglesia católica dominó tanto el gobierno como la vida cotidiana en toda Europa. Las relaciones judeocristianas en estos siglos variaron, dependiendo del papa y del emperador.
El papa Urbano II (pontífice de 1088-1099) convocó a la primera de lo que se convertiría en las cruzadas cristianas contra los musulmanes en Tierra Santa para recuperar los lugares sagrados del cristianismo. A los cristianos se les ofreció la absolución del pecado si aceptaban tomar parte en esta causa. Hacían falta varios meses para navegar o viajar por tierra y muchos no alcanzaban la meta. Sin embargo, «luchar por la causa de Cristo» podría también lograrse atacando y matando a judíos locales. Los judíos fueron masacrados en Worms, Trier y Metz. Murieron más judíos en Renania que musulmanes en Tierra Santa.
En 1215 d.C., el IV Concilio de Letrán declaró que:
- Los judíos (y los sarracenos) debían distinguirse de los cristianos en su vestimenta.
- Los judíos no debían ocupar cargos públicos.
- Los conversos a la fe entre los judíos no podían conservar su antiguo rito.
Hubo variaciones de la acusación de «libelo de sangre» contra los judíos, que decían que los judíos requerían la sangre de niños cristianos para la celebración de sus rituales. Crisis como la peste negra (1346-1353) provocaron masacres periódicas de judíos en varias ciudades.
La Inquisición medieval fue instituida por el papa Gregorio IX en 1231, originalmente para combatir a las nuevas versiones de la herejía gnóstica en el sur de Francia (los cátaros) y los valdenses en los Balcanes. A instancias de Fernando II de Aragón (que reinó de 1479-1516) e Isabel la Católica (que reinó de 1474-1504), la Inquisición desarrolló una relación especial con la corona en España. Su inquisidor, Tomás de Torquemada, fue encargado de librar a España de moros y judíos, ya que el norte de África y partes de España habían estado bajo la influencia del islam durante siglos. También extendió la prohibición a los marranos (conversos del judaísmo) y a los moriscos (conversos del islam) que habían sido cristianos durante generaciones. Torquemada los acusó de seguir practicando en secreto su fe original. En octubre de 1492, judíos y musulmanes fueron expulsados de España.
Fue entonces cuando a la persecución de judíos y musulmanes se agregaron la teoría de comportamiento y la teoría racial. Como se entendía que sus conceptos y comportamiento estaban en su sangre, su conversión siempre sería sospechosa. Esta idea se extendió por toda Europa y quedó incorporada en las teorías raciales emergentes cuando los europeos se encontraron con poblaciones indígenas a través del comercio. Venecia fue la primera ciudad en confinar oficialmente a los judíos en su propia comunidad física, el gueto, en el año 1516. El papa Pablo IV (1476-1559 d.C) creó el gueto judío de Roma y publicó la doctrina extra ecclesiam nulla salus («no hay salvación fuera de la Iglesia»).
La Edad Media también vio el desarrollo de la iconografía en el arte para panfletos, manuscritos y la iconografía de la Iglesia para lo que se convirtió en la imagen estereotipada del judío: una barba desordenada, una nariz aguileña, una bolsa de monedas y vestimenta llamativa. Originalmente, los cristianos habían citado Deuteronomio 23:19 para referirse a la usura como pecado: «No cobres intereses a un hermano israelita, ya sea por dinero, comida o cualquier otra cosa que pueda generar intereses». Sin embargo, ante la disminución de las oportunidades económicas para los judíos, se les permitió cobrar intereses sobre los préstamos. Esto estaba relacionado con el incidente del Templo descrito en los evangelios donde Jesús volcó la mesa de los cambistas. Como cambistas, se afirmaba que los judíos contemporáneos (medievales) todavía estaban «oprimiendo» al pueblo con sus pecados. Se retrataba a los judíos motivados por el diablo, y muchas pinturas renacentistas representaban el momento en que Judas traicionó a Jesús con un beso. La representación de «teatros de la pasión» cristianos extraídos de la liturgia pascual también popularizó las represalias contra los judíos.
Reforma
Desde el siglo XIV al XVI, las críticas a la institución de la Iglesia católica también comenzaron a extenderse por toda Europa. Los primeros reformadores como John Wycliffe (1330-1384) y Jan Hus (1369-1415) abogaron por la producción de Biblias en idiomas locales en lugar del latín. La invención de la imprenta, atribuida a Johannes Gutenberg en torno a 1450, ayudó a difundir sus ideas por varios países.
Martín Lutero (1483-1546) fue un profesor alemán de teología, monje agustino y sacerdote. En 1517, las 95 tesis de Martín Lutero abogaban contra el culto a los santos, reliquias, indulgencias y otros abusos por parte de la Iglesia medieval. Lutero declaró que el único conocimiento verdadero podía encontrarse en sola scriptura («solo las Escrituras»). Las Escrituras pueden estar mediadas a través de credos y concilios, pero los seres humanos somos falibles y nos salvamos a través de las divinas escrituras y el don de la gracia de Dios. Como solo Dios puede hacer esto, los clérigos no son mediadores sagrados entre Dios y los humanos. Como tampoco lo es la Iglesia.
Los comentarios de Lutero, especialmente sobre las cartas de Pablo a los gálatas y a los romanos, resaltaron la afirmación de Pablo de que los gentiles se salvaban no por «obras de la ley», sino mediante la fe, donde añadió sola fide («solo fe»). Las «obras de la ley» de Pablo solo se referían a las distinciones físicas entre los creyentes judíos y gentiles, pero como muchos escritores cristianos antes que él, Lutero consideró que las «obras de la ley» eran la totalidad del judaísmo. Las «obras de la ley» e incluso las buenas acciones no pueden lograr la justificación o la justicia, la cual solo puede ser conferida por Dios a través de Cristo. Lutero destacó las referencias de Pablo a los judíos y al judaísmo como su antigua vida no iluminada, ahora entendida como una nueva dispensación de Dios. Al mismo tiempo, las referencias de Lutero a los fariseos se convirtieron en analogías de la Iglesia católica, donde sus obras, rituales y sacramentos caían en el mismo malentendido que las obras y el legalismo que, según él, Pablo abrogó.
Cuando se negó a renunciar a sus críticas, fue excomulgado por el papa León X y Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, en la Dieta de Worms en 1521. Cuando se casó con Catalina de Bora (1499-1552), una exmonja, también renunció a la idea del celibato clerical así como al significado católico de los sacramentos.
Las ideas de Lutero también fueron difundidas por otro reformador, Juan Calvino (1509-1564), y su comunidad en Ginebra, Suiza. Ambos sostuvieron la doctrina de la predestinación de san Agustín, según la cual Dios ya sabe quién será salvado y quién será condenado. Agustín de Hipona (354-430) toleró plenamente toda legislación y prohibiciones contra los no cristianos y herejes. Sin embargo, argumentó que el judaísmo había sentado las bases para la Iglesia y proporcionado los principios para comprender a Dios y a Cristo. Agustín afirmó que uno de los propósitos de la Iglesia era proteger ese legado que le había proporcionado al cristianismo sus raíces antiguas. En otras palabras, el cristianismo no era nuevo, sino la culminación de lo que el Dios de Israel siempre había pretendido con sus pactos.
En la Antigüedad tardía, con sus constantes guerras e invasiones bárbaras, los escenarios del fin de los tiempos se extrajeron del Apocalipsis. Pablo había escrito que cuando Cristo regresara, «sus hermanos judíos» verían la luz y se convertirían en ese momento (Romanos 9-11). Agustín escribió: «no los matéis»; los judíos tenían que sobrevivir para ser parte del escenario del fin de los tiempos, cuando se acabarían convirtiendo y así servirían como validación del plan divino original de Dios. Quizás debido a la opinión de Agustín, inicialmente Lutero quiso convertir a los judíos. Se opuso a la sección «Servicio de los judíos» del código de Justiniano I, escribió tratados contra la legislación antijudía en varias áreas enfocándose en la conversión como el mejor método y en 1523 publicó un tratado Que Jesucristo era nacido judío:
Si los apóstoles, que también eran judíos, nos hubieran tratado a los gentiles como nosotros los gentiles tratamos a los judíos, nunca habría habido un cristiano entre los gentiles… Cuando nos inclinamos a jactarnos de nuestra posición [como cristianos], deberíamos recordar que nosotros no somos más que gentiles, mientras que los judíos son del linaje de Cristo. Somos extraños y parientes políticos; ellos son parientes consanguíneos, primos y hermanos de nuestro Señor. Por lo tanto, si uno quiere jactarse de su propia sangre, los judíos en realidad están más cerca de Cristo que nosotros… Si realmente queremos ayudarlos, debemos guiarnos en nuestro trato con ellos no por la ley papal sino por la ley del amor cristiano.
En definitiva, la conversión de los judíos sería obra únicamente de Dios. En 1536, el elector de Sajonia, Juan Federico, príncipe de Lutero, emitió un edicto contra los judíos que les prohibía habitar, comerciar y pasar por su distrito. Un rabino había contactado a un amigo de Lutero para pedirle que intercediera ante el Elector, pero Lutero se negó debido a la «obstinación judía» en no convertirse. Luego revertió completamente sus puntos de vista anteriores con la publicación de Sobre los judíos y sus mentiras (1543). Sigue siendo difícil entender por qué. Quizás debido a las exigencias de la política o como una forma de hacer que su crítica de la Iglesia católica fuera más aceptable por los príncipes locales.
En Sobre los judíos y sus mentiras, estableció una nueva legislación antijudía:
- Prender fuego a sus sinagogas y escuelas, «para que Dios pueda ver que somos cristianos».
- Arrasar y destruir sus casas.
- Se les deben quitar todos los libros de oraciones y escritos talmúdicos en los que se enseña tal idolatría, mentiras, maldiciones y blasfemias.
- A los rabinos se les debería prohibir enseñar bajo pena de pérdida de la vida o de una extremidad.
- El salvoconducto en las carreteras debería abolirse completamente para los judíos, ya que no tienen nada que hacer en el campo.
- Se les debería prohibir la usura y se les debería quitar todo el dinero en efectivo y los tesoros de plata y oro.
- Los judíos jóvenes y fuertes deberían ganarse el pan con el sudor de su frente.
Al igual que en los escritos de los Padres de la Iglesia, lo que está notablemente ausente en este tratado es cualquier detalle de la vida judía en la Alemania medieval o cualquier detalle de las formas en que los judíos continuaron persiguiendo a los cristianos con «la sangre de los niños que han derramado desde entonces [la destrucción de Jerusalén] (que todavía brilla en sus ojos y en su piel)» (Libro de consulta – Sobre los judíos y sus mentiras). La única referencia fue cuando Moisés había predicho las maldiciones contra los judíos si no obedecían el nuevo pacto en el Sinaí (Deuteronomio 28).
Los escritos de Lutero sobre los judíos siguen siendo infames. Sobre los judíos y sus mentiras se reimprimió en el periódico nazi Der Stürmer en 1937 y se utilizó como justificación para la quema de sinagogas en la noche de los cristales rotos en 1938. Las iglesias luteranas y protestantes modernas han renunciado vigorosamente a las opiniones de Lutero sobre los judíos y el judaísmo.
Bibliografía
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- Internet History Sourcebooks: Medieval Sourcebook, accessed 6 Dec 2023.
- Kaufmann, Thomas. Luther’s Jews. Oxford University Press, 2017.
- Roland H. Bainton. Here I Stand. Abingdon Press, 2013.
- Denova, R. (2023, diciembre 07). Antisemitismo cristiano en la Edad Media y durante la Reforma [Christian Antisemitism in the Middle Ages & during the Reformation]. (A. . S. Rossi, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-2337/antisemitismo-cristiano-en-la-edad-media-y-durante/