Para hacer la guerra siempre hay tiempo. (X)

Amnistías en Europa desde 1945

Entre los argumentos que dan los “memorialistas”, las izquierdas y los nacionalistas para pedir la derogación de la Ley de Amnistía, pieza capital del régimen democrático español, se repite la supuesta característica de excepcional. Lejos de ser así, las amnistías suelen ser una medida legal a la que recurren las naciones después de acontecimientos calamitosos y a fin de restaurar la paz social. Según una investigación, desde el final de la Segunda Guerra Mundial 130 países aprobaron 506 amnistías entre 1945 y enero de 2008.

Las democracias instaladas en Europa Occidental recurrieron a las amnistías, no sólo para cubrir la sangre dejada por la Segunda Guerra Mundial, sino también por conflictos vinculados a guerras civiles, la descolonización y el terrorismo. 

Entre 1946 y 1990, la República francesa proclamó doce leyes de amnistía en los años 1946, 1947, 1951, 1953 (dos), 1966, 1968, 1974, 1981, 1988, 1989 y 1990, que abarcan desde la Segunda Guerra Mundial a la guerra de independencia de Argelia, el terrorismo de la OAS y la violencia en Nueva Caledonia. La República italiana dio tres amnistías en 1946 (conocida por “Amnistía Togliatti”, por el ministro comunista que la promulgó como titular de Justicia), 1953 y 1966. Las autoridades de Austria concedieron dos amnistías, en 1948 y 1957; y las de la República Federal alemana, otras dos, en 1949 y 1954.

En Grecia, el Gobierno de la liberación concedió una amnistía en 1945; la Junta militar dos en 1973; y el Gobierno de transición, derrocada ya ésta, una en 1974. El Gobierno socialista del socialista Andreas Papandreu concedió en 1982 una amnistía para los exiliados de la guerra civil de los años 40, en su mayoría comunistas vencidos.

Incluso algunas de las tiranías comunistas europeas emplearon las amnistías. En Polonia, después de las elecciones fraudulentas de enero de 1947, el Parlamento, ya con hegemonía del Partido Obrero Unificado de Polonia, aprobó una ley de amnistía en febrero de ese año para los combatientes anti-comunistas. A diferencia de lo que ocurrió en España y otras naciones occidentales, la dictadura incumplió su promesa y detuvo y encarceló a muchos de los partisanos que se acogieron a la amnistía. En 1986, el Gobierno comunista polaco promulgó una amnistía para presos políticos encarcelados durante la ley marcial (1981-1983). Los comunistas húngaros dictaron una amnistía en abril de 1963 que implicó la liberación de 3.480 “contrarrevolucionarios” detenidos durante la rebelión popular de 1956, aunque dejó en la cárcel a otros 600.

El régimen dictatorial portugués fue derrocado en 1974. Se concedieron dos amnistías mediante decreto-ley en 1976. Veinte años más tarde, en marzo de 1996, la Asamblea portuguesa aprobó una amnistía para los miembros del grupo terrorista de extrema izquierda Fuerzas Populares Veinticinco de Abril (FP-25), de la que se excluían los delitos con víctimas mortales. En cambio, en Italia la sociedad y la mayoría de los partidos han rechazado la concesión de una amnistía a los terroristas de las Brigadas Rojas, solicitada por algunos de sus miembros.

  • Riesgos de derogar la Ley de Amnistía española

Este artículo se alargaría varias páginas más si incluyésemos las amnistías aplicadas en otros continentes. Lo importante es destacar su habitualidad para cancelar períodos de gran división y sufrimiento. Las amnistías, aunque contienen un innegable aspecto de injusticia para las víctimas, ya que les priva incluso del consuelo de obtener una reparación moral, se practican en todo el mundo y pretenden restaurar una unidad popular perdida por guerras o conflictos políticos. 

Si, como proponen los partidos de izquierdas y los memorialistas españoles, se derogase la Ley de Amnistía para acabar con la “impunidad” del franquismo y se aceptase la vulneración del principio de la no retroactividad de las normas penales, se producirían dos efectos. El primero, que España se apartaría de las demás naciones europeas en cuanto a reconciliación y aceptación del pasado. Y el segundo, que quedaría expedita la vía para que demandasen justicia las víctimas de las docenas de asesinatos y atentados cometidos por los terroristas amnistiados. Se abriría así una trinchera más entre los españoles, cuando la política debe solucionar los conflictos, no crearlos.

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