Todos mis pocos amigos son hombres. ¿Se debe ello a una casualidad (en caso de que ello exista), o a que son aquellos con cromosoma XY quienes reúnen con mayor frecuencia las características que muchos admiramos, nos complementan, y deseamos cerca?
Casi todos mis amigos comparten sexo, edad y profesión. Una de las formas de conocerse a uno mismo, aparte de analizando las acciones e inacciones propias, presentes y pasadas, es observando a aquellos de los que decidimos rodearnos. ¿Son nuestros amigos un reflejo propio, o un ejemplo de nuestras aspiraciones? Si quieres ser una persona acaudalada, rodéate de personas acaudaladas.
Una parcela de la identidad y vida de mis camaradas (así les considero), dista de mí de forma incontestada. Exteriormente, a primera vista, difícilmente se encontrarían similitudes, puentes entre nosotros. Empero, si uno realiza labor de prospección sherlockiana, el vínculo es vigoroso; porque existe, y porque con denuedo hemos ganado ese adjetivo. Lo considero una victoria de naturaleza bélica, a causa de la estrategia y sudor requeridos, la resistencia y creencia que ha supuesto, y cómo ha transformado mi vida el ganar esa alianza.
Ojalá existiera interés (inter)nacional en la colaboración entre hombres y mujeres, en lugar de desconfianza, odio, y antagonismo. Juntos, con estudio y esfuerzo diario por entendernos mutuamente (en lugar de limitarnos al estereotipo y a despreciar e infravalorar al otro), podríamos lograr grandes empresas, y crecer como individuos, enriqueciendo la naturaleza propia con la del otro, beneficiándonos de sus virtudes. Yo lo vivo a diario con mis amigos, todos hombres. Son personas lógicas, equilibradas, calmadas. Ninguno de ellos posee un gramo de neurosis, histeria, celos, o logorrea, ni vive quejándose o reprochando. Todos son estrategas, ordenados, sencillos, y prácticos. Con sangre en las venas, empuje y testosterona. Disfrutan de un impecable sentido de la jerarquía y la autoridad. España otearía un futuro más halagüeño si en cada hogar, colegio y empresa, existieran al mando personas como ellos.
O calidad o nada, parece ser el mejor criterio para construir una vida rica y significativa, que merezca la pena. Exige minuciosas investigaciones de mercado, extenuantes. El aliento para proseguir con esa postura, máxime si tras inspeccionar uno elige lo impopular o marginal (ello suele conllevar crítica y arrinconamiento sociales), proviene de observar la singularidad, honestidad y fertilidad de lo que uno ha cultivado. El sentido que otorga a la vida propia. Cómo esas elecciones, acciones, camaradas, son parte constitutiva de uno. Ello te honra, y te hace más fuerte de lo que jamás imaginaste podrías ser. Nadie puede describir de forma completa a quien firma estas palabras, sin mencionar a esos hombres. Los hombres de mi vida.
No existen fotografías en que mis amigos y yo aparezcamos juntos, no nos hemos emborrachado ni hemos viajado juntos. Tampoco hemos gastado dinero el uno en el otro. No obstante, las conversaciones mantenidas, las ideas compartidas, el apoyo ferroso regalado, la lealtad militar demostrada, han inaugurado un nuevo capítulo de mi vida. No soy quien fui, afortunadamente; y eso se lo debo a ellos. Su presencia ha dejado una huella indeleble. A diferencia de casi todos mis coetáneos, mis amigos (lo opuesto a la progres/totalitarios/lobotomizados) siempre me han tomado en serio. Me hacen sentir respetada, considerada. Ellos, a diferencia de tantas personas de generaciones más jóvenes, no tratan a los demás como pasatiempos que desechar en cuanto aparece un sapiens sapiens que cuenta mejor los chistes, o aporte el valor supremo: la novedad. Tampoco huyen despavoridos cuando nace cierta cercanía. Mis amigos saben lo que es construir su existencia sobre el eje de principios (los suyos), no negociables. Ellos toman ciertas ideas y la Patria, con gravedad y solemnidad. Son una Persona, porque poseen identidad compleja, diferenciadora y sólida, y límites que van más allá de lo monetario. Son hombres con creencias.
Mis amigos, con sus valores (que para algunos serían contravalores), su gran inteligencia cultivada, amplia cultura, tanta fortaleza, amabilidad, carreras profesionales sobresalientes, son buenas influencias. Existen decisiones que hacen a uno sentirse orgulloso de sí mismo, porque demuestran lucidez y criterio. Su seriedad me ayuda a luchar contra la influencia perniciosa de una sociedad infantiloide. Su reverencia a Dios y la Patria (entre otros), es antídoto para la irreverencia, ubicua hoy. La mente de mis amigos desborda ideas, conceptos, lecturas, y vivencias que han convertido en experiencias gracias a su inteligencia y reflexión. Comparten conmigo el contenido de su mente sin pedir nada a cambio, lo cual me aleja de la pobreza interior, y me protege del mundo. Ellos se forjaron en una época en que la mano dura y la exigencia, eran consideradas esenciales. Ellos encarnan una brújula moral en época desnortada, me recuerdan qué tiene sentido honrar. Me siento más orgullosa de mí, y más propia, cuanto más me parezco a ellos.
Mis amigos no son monigotes con los que matar los ratos que una pantalla o el consumismo no logra llenar, seres intercambiables, un molde sobre el que colocar una careta, que pasar al siguiente actor cuando el aburrimiento arriba. Mis amigos son personas a quienes entrego mi respeto, porque son respetables. Mi lealtad, para seguir su ejemplo. De la misma forma en que uno en la vida ha de estar preparado para cualquier cambio, pérdida o ganancia, yo lo estoy para ayudarles. Sin importar el tiempo que haya transcurrido desde nuestra última conversación, uno sólo necesita una llamada de teléfono para saltar y acudir en su ayuda. Porque recuerdo cuánto han hecho por mí, el tiempo dedicado, y vivo con un inmenso agradecimiento a cada uno de ellos.
- B. es adorable. Si tuviera 30 años menos, me casaría con él. Lo sabe, porque se lo he dicho.
- C. me ha valorado como pocos, su disposición cariñosa, su empatía y sensibilidad me han curado tantos días. A más de 500 km. de distancia, ha estado a mi lado de forma emocionalmente íntima, y sin asustarse ante ciertas obscuridades.
- M.A. me ha dedicado incontables horas de pesadas conversaciones, que me han liberado de cargas.
- Existen o han existido, dos “E” en mi vida. Uno me ha hecho sonreír y reír, más de lo que quiere creer. Se mantuvo a mi lado cuando un monstruo afiló los dientes conmigo. Y me ha descubierto un personaje histórico cuyas acciones han impactado mi idea de la Defensa. El otro “E.”, ha calmado y templado mi alma, más de lo que puede entender. He podido sentir su gracia católica, y ello ha transformado mi experiencia vital. Es una de las personas más bondadosas y fiables que he conocido.
- M. no se considera mi amigo, aseguraría. Comprendo su postura, y lamento haberla causado. Yo sí me reconozco su amiga, porque mi disposición a auxiliarle está presente cada día, así como mi agradecimiento por lo que sus conferencias me han enseñado, máxime porque nadie revela lo que él hoy día. Él es uno entre un millón, un hombre inmenso, de gran talla. La única persona que he conocido con un elemento joseantoniano. En el cuadrilátero de la vida, estoy en su esquina. Es uno de los individuos más respetables y dignos que he conocido.
Pese a la física y aparente distancia entre nosotros, pese a que nuestra Amistad no cumple con el convencionalismo, considero a mis Amigos y a mí parte de una hermandad, secreta. Les estimo mis compañeros de armas (pese a que ellos disentirían al respecto), porque sólo con ellos comparto una parte fundamental de mi visión de la experiencia humana y la sociedad, España. Porque hasta hoy, la existencia sólo ha sido soportable gracias a mi madre y a ellos. Porque cuando más viva he estado, ha sido al ser con ellos. Porque mi condición para ir a la guerra sería compartir escuadra con ellos; sólo a su lado podría disfrutar de la victoria, sólo con ellos sería un honor morir.
Les defiendo a capa y espada. Ellos poseen una parte de mi corazón. Son mi orgullo, y la Fortuna hecha carne.