Un conjunto final de los factores a considerar son los relativos al coste de la formación y, especialmente, a aquellas acciones que la Institución puede tomar para disminuir estos costes.
– La formación en el puesto y el aprendizaje. La formación en el puesto de trabajo no siempre es barata, ya que necesita tiempo que se detrae de otras actividades productivas y, además, para ciertas habilidades este tipo de formación es la única forma efectiva de aprendizaje como lo es realizar las 500-700 horas de prácticas, equivalente a 6-7 meses, del segundo curso de Formación profesional de primer grado. Sin embargo dicho coste puede ser abaratado a través del empleo de los distintos Escalones Logísticos y sus especialistas, disminuyendo, a su vez, la carga de trabajo por profesional que realizaría las veces de mentor; en otro orden de cosas los profesionales se pueden vincular por un periodo de tiempo con un salario por debajo del establecido para aquellos que reglamentariamente les correspondería por estar en comisión, como parte de la compensación por el aprendizaje recibido mediante la formación en el puesto de ciertas habilidades de las que carecía. La Tropa puede estar dispuesta a aceptar la transacción porque valora la formación práctica que se le proporciona, mientras que la Institución obtiene un trabajo por debajo del salario que le correspondería y el ahorro de coste le compensa los posibles costes indirectos que el programa de prácticas puede reportarle.
– El prestigio del aprendizaje en determinados institutos de formación. Muchas veces el prestigio asociado al aprendizaje en importantes instituciones hace que los gastos por Comisiones que se deben pagar a los aprendices estén por debajo de los que se pagan a profesionales procedentes de instituciones menos prestigiosas como ocurre con los profesionales de promoción interna cuando ingresan en la Academia General Militar para Oficiales en la Academia General Básica para Suboficiales. Esto es así porque se valora más el prestigio de haber sido formado por dicha Institución y las perspectivas futuras que el salario actual que se pueda obtener, incluso asumiendo el riesgo de la selección adversa y la necesidad de pagar un salario durante el proceso.
– Solicitar apoyo público. Cuando es imposible para el Ejército asumir el coste de proporcionar un determinado programa de formación, puede ser factible acudir a terceras partes como otras administraciones públicas, los sindicatos, las asociaciones profesionales, etc. En España, el organismo canalizador de las ayudas era el FUNDAE, cuyo presupuesto alcanzó los 280.000 millones de pesetas en el periodo 1993-1998, periodo en el que se denominaba FORCEM. Cuando se tienen en cuenta estas cifras, los costes de la formación continua en España representa el 1,6 % del coste laboral de las empresas, cifra en línea con el coste relativo medio del conjunto de países europeos. La Formación para desempleados (Formación Profesional Ocupacional Plan FIP) se reordena por primera vez en 1993 para dirigirse exclusivamente a los desempleados, con el objetivo básico de ofrecer una formación flexible y de corta duración que permitiera una rápida reinserción profesional en un mercado de trabajo en continua evolución.
La formación se imparte en su mayoría en Centros Colaboradores (reconocidos por el INEM/SEPE o por las Comunidades Autónomas), con indicación expresa de las especialidades formativas homologadas y a los que se compensan los costes de desarrollo de los cursos mediante subvenciones.
El Acuerdo de Formación Profesional para el Empleo de 2006 apuesta nuevamente por un modelo integrado de formación para el empleo, que intenta contribuir al avance de la formación y el aprendizaje permanente en nuestro país. El RD 395/2007 por el que se regula el subsistema de formación profesional para el empleo, integra ambos subsistemas en un único modelo de formación profesional para el empleo e introduce mejoras que intentan adaptar la formación dirigida a los trabajadores ocupados y desempleados a la nueva realidad económica y social.
Este sistema ha llegado hasta el año 2015 con la nueva Ley 30/2015, la nueva denominación de la Tripartita llamándose Fundación Estatal para la Formación en el Empleo y el nuevo dominio de su web www.fundae.es.
Teniendo en cuenta todos los factores analizados en estos artículos no hay que olvidar que no sólo se deberá considerar los costes económicos de una decisión de inversión en formación sino también los de contenido social y simbólico. Así pues, ante una inversión en capital humano, vía formación, el recuperar dicha inversión dependerá, al menos en parte, de lo bien elegido que hayan sido los profesionales en la fase de selección y en los que se va a invertir.
Enrique Area Sacristán
Teniente coronel de Infantería.
Doctor por la Universidad de Salamanca.