De las Autonomías a la secesión.

Basado en J. Lainz, Adiós España, Verdad y mentira de los nacionalismos, Ediciones Encuentro, 2004

Después de los resultados electorales en Vascongadas, parece ser que la cuestión de la que se trata no es de la efectiva capacidad de auto-gobierno, que ya la tienen, sino de sentimientos – de odio, exactamente- y de la satisfacción de esos sentimientos.

Objetivo de los partidos nacionalistas desde hace ya bastantes años ha sido el ir forzando al gobierno de turno, mediante alianzas postelectorales, a convertir España en un Estado federal, propuesta que cada vez menos tibiamente hacen suya PSOE e IU, siempre proclives a ceder ante los postulados nacionalistas, aunque al fin y al cabo, dice Lainz, no hagan otra cosa que volver a sus planteamientos de los primeros años de la Transición, cuando el PSOE prometía para el caso de llegar al poder, al igual que todos los partidos de izquierda, hoy desaparecidos y fundidos en el PSOE o en IU, un montón de referendos de autodeterminación.

Esta estrategia es considerada por los partidos nacionalistas como un paso más hacia la ruptura con España, del mismo modo que nunca consideraron como un fin los estatutos de autonomía, sino como el medio para conseguir paulatinamente sus fines que no hubieran podido ser alcanzados en momentos más tempranos. ¿Qué habría ocurrido si los partidos nacionalistas hubiesen planteado la conversión de España en un Estado federal durante la transición? Sus propios votantes habrían dudado de la seriedad de partidos que sostuviesen semejantes propuestas; el Estado habría adoptado una posición menos inclinada al consenso con ellos; y la sociedad española jamás lo hubiera permitido.

Pero los partidos nacionalistas han utilizado con maestría y perseverancia ejemplares la técnica de la vaselina por un lado, unida a la utilización de la coacción y el miedo en el interior de sus territorios. Y así, unas décadas después, con un grado de autogobierno del que no disfrutan ni siquiera los Estados federales que pretenden tener como modelo, y tras la masiva operación de lavado de cerebro dirigida a la liquidación de la conciencia nacional española sobre todo en las nuevas generaciones, ven el camino suficientemente lubricado para dar un paso más sin que el Estado ni la sociedad chirríen demasiado.

De este modo, plantean la conversión de España en un Estado federal, cuando no la independencia como BILDU o Puigdemont y sus seguidores y ERC, que exigen un cataclismo de incalculables consecuencias, lo que consideran un paso más hacia la total desvinculación.

Pero la federalización no colmaría ninguna aspiración de los nacionalismos. La reivindicación nacionalista es de por sí y por esencia inagotable , pues sólo se colma con un Estado propio.

Es digno de análisis la propensión de cierta izquierda a considerar España como algo cuya existencia deba estar en perpetuo cuestionamiento y mutación. Dice J. Lainz:

«¿Es España un oso de feria obligado a estar continuamente bailando, enganchado por la nariz, al son que en cada momento les apetezca tocar a los nacionalistas?. Nacionalistas que, por cierto, son muy minoritarios en el conjunto del cuerpo nacional, detalle que, inexplicable y antidemocráticamente se olvida siempre.

Enrique Area Sacristán.

Teniente Coronel de Infantería.

Doctor por la Universidad de Salamanca.

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