El símbolo y los mitos.

«Un símbolo no concede un mensaje preciso, actúa como un espejo que refleja el nivel de conciencia del buscador»

 Alejandro Jodorowsky

La necesidad de trascendencia del hombre, de sentirnos parte del contexto universal al que pertenecemos nos ha llevado a la creencia en divinidades, a la creación de mitos y, finalmente a la práctica de algún ritual o culto religioso, donde los símbolos juegan un papel esencial como parte de nuestra capacidad de atribuir un significado místico de unión y contacto de nuestro alma o espíritu con un Ser superior del que procede todo.

Existe, por lo tanto, una capacidad simbólica del hombre que nos lleva sentir una realidad diferente a la material que nos rodea; sin embargo, la propia práctica del ritual puede confundirnos haciendo del símbolo un objeto de culto en vez de un vehículo de conocimiento muy útil para los ultraortodoxos religiosos como herramienta de manipulación para satisfacer esa necesidad de trascendencia humana.

No puede negarse la importancia que tienen los símbolos en nuestras vidas, hasta el punto que actuamos conforme a una enorme simbología que hemos heredado y otra que se nos va imponiendo través de modas o costumbres, manipulación ideológica y un enorme dogmatismo que marca nuestra forma de pensar, estereotipando nuestra vida y la de los demás, mediante una amplia variedad de etiquetas que vamos colocando a todo aquel que osa cruzarse en nuestro camino, casi siempre negativas, por aquello que no están bien vistos quienes son fieles a su esencia como individuos por el peligro que entrañan para su confort delimitado por el culto a lo símbolos y no como un camino iniciático para el perfeccionamiento moral y espiritual.

Es la eterna super-cruzada de ortodoxos contra gnósticos, de los que ven reforzada su “razón” por haber sido elegidos directamente por la divinidad contra los que su razón procede de la experiencia personal en su camino de búsqueda de la Luz; de manera que, mientras los primeros son santos, los segundos poco más que herejes, siendo la gnosis cristiana aquella que se caracterizó por una dualidad divina entre el dios identificado con el Yahvé del Antiguo Testamento bíblico y un dios de carácter trascendental que habría sido predicado por Jesús y del que sería posible extraer referencias también en el Antiguo Testamento. Cruzada contra el peligro que entrañan los librepensadores que cuestionan el dogma como un sistema de pensamiento impuesto, donde el culto a los símbolos se convierte en una enfermiza necesidad de humanizar a la divinidad en vez de divinizar a la humanidad a través de un misticismo de búsqueda continua para satisfacer nuestra necesidad de trascendencia espiritual, o lo que es lo mismo, de búsqueda de esa divinidad interna que llevamos dentro, porque todos somos parte del cosmos.

Sólo  el simbolismo y la mitología como estudio de los símbolos y de los mitos, su formación y los elementos que los construyen, no como verdades absolutas, sino como un método de perfeccionamiento, nos puede llevar a conectar con nuestro Yo espiritural y con el de los demás. Ello me lleva al cuestionamiento, que no al rechazo de aquellos libros sagrados que se imponen como verdades absolutas, pero eso es otro tema.

Por Feliciano Morales

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