Cada vez que hablamos, seguramente por eso es tan importante hablar, sobre todo con gente que no piensa lo mismo, me doy cuenta de cuantas cosas importantes nos pasan desapercibidas en la vorágine de un mundo donde lo mediático sustituye a lo esencial, donde el ruido supera ampliamente a las nueces, donde la mayoría de las personas no oyen más noticia que el titular que no se puede abrir en internet salvo que se pague por ello.
Y los políticos lo saben, y lo saben usar con un descaro, con una desfachatez rayana en el delito. En el delito ético, por supuesto, de evitar el legal ya se encargan ellos con sus leyes a medida. Porque, y es una parte fundamental de las nueces que ya mencionamos, las leyes que se promulgan solo parecen tener objetivos medidos: la recaudación, la ideología, la publicidad o el chiringuito.
Bueno, antes de que te me eches encima para desmentirme, aclaro, también las hay de objetivo mixto, tipo recaudatorio-chiringuiteras, ideológico-publicitarias, ideológico-chiringuiteras, incluso ideológico-recaudatorio-chiringuitero-publicitarias. Con una amplio acento en lo recaudatorio y en lo publicitario, en todo caso.
No, te equivocas, no hablo de este gobierno, que también, hablo de todos los gobiernos desde Aznar para aquí, sin excepciones. Y si no, piensa una cosa, ¿Qué ley de un gobierno anterior, que tuviera que ver con chiringuitos, o recaudación, ha derogado el siguiente gobierno de signo contrario? Busca, busca. Ninguna. Lo máximo que han podido hacer es sacar una prácticamente idéntica, en consecuencias, con otro nombre para poder llevarse su cuota publicitaria.
¿Un ejemplo? Recuerda cuando Juán Barranco perdió en Madrid las municipales porque, entre otras cosas, había impuesto el carril bus. Hoy gobierna el PP, y sigue habiendo carril bus, y carriles bici y una normativa municipal racaudatoria y lesiva para el coche como vehículo de transporte individual. Y, no nos olvidemos, el PP ha logrado tirar abajo el “Madrid Central” de Carmena, solo para sustituirlo por la “Zona de Bajas Emisiones” de Almeida. Más de lo mismo, pero con publicidad para los de ahora.
Es habitual, en el gobierno actual, oír las leyes de intención social, feminista, ideológica, que el gobierno desgrana día a día entre debates internos, globos sonda y alimento para fanáticos, pero ¿Alguien se pregunta qué queda detrás? ¿Alguien se pregunta cuales son las consecuencias reales de los presupuestos actuales? ¿Alguien se preguntó, en su momento, por las consecuencias de las leyes de tipo económico de los gobiernos del PP?
No. Salvo algunos silenciados expertos, salvo los pocos y dispersos no alineados, – ¿Por qué siempre se me traban alineados y alienados? Será la dislexia – nadie llegará a darse cuenta de las consecuencias reales de las leyes que se van aprobando, de las indeseables, en muchas ocasiones, consecuencias de esas leyes.
Leyes cuya imposibilidad de aplicación, cuya falta de dotación económica para hacerlas efectivas, acaba haciéndolas perversas, acaba provocando en la sociedad el efecto contrario a aquel para el que fueron pensadas. Y es que hay un principio económico de primero de familia: si quieres gastar más de lo que ingresas la única solución es salir a pedirlo, pasando la gorra, estafando, o apuntando con la pistola, pero quitándoselo a los que en ese momento puedan tenerlo. En eso la derecha y la izquierda sí son diferentes, la derecha es más de estafa y la izquierda es más de atraco, pero el resultado final para la clase media no es muy diferente, ni lo es su inutilidad para paliar la indeseable, se supone que para ellos también, brecha social.
Y a todo esto, con tanta disquisición, se me ha pasado por alto el motivo por el que empecé esta carta. A un amigo mío, que tiene una pequeña empresa, que durante estos tiempos de pandemia ha tenido que prescindir de trabajadores que le harían falta para una posible recuperación, porque los números no daban, le ha llegado un comunicado que le exige, al amparo de las nuevas leyes de igualdad y otras –remarco las de igualdad porque son las más llamativas en sus efectos-, unos informes sobre la adhesión del empresario a las intenciones de paridad de empleo, blanqueo de capitales y otras. Informes que, al ser consecuencia de nuevas leyes, no estaban recogidos en posibles contratos de asesoría anteriores, por supuesto, y que son de imposible cumplimiento por particulares que tienen que recurrir a los “expertos” asesores nacidos al amparo de las tales leyes, de un día para otro, y que cobran una pasta gansa por llevar a cabo los tales informes, pasta que el pequeño empresario necesitaría para sí mismo y para la estabilidad del negocio y del empleo.
¿El rellenar ese informe va a mejorar la imposibilidad económica de contratar nuevos empleados? ¿Va a hacer que aparezcan de repente mujeres preparadas en sectores en los que siempre han estado ausentes, o casi? ¿Van a obligar a despedir hombres para contratar a mujeres? ¿Van a elevar la dignidad de las mujeres en busca de empleo? ¿Van a crear puestos de trabajo? Pues no, salvo el efecto económico negativo en la pequeña empresa, no parece que, a corto plazo, pueda tener ninguno de estos efectos beneficiosos en la sociedad, ni en el mercado laboral.
¿A que suena a chiringuito? ¿A publicidad? ¿A ideología? Y mientras tanto, mientras mi amigo hace las cuentas con los más de dos mil euros que le van a costar el uno de enero los informes de marras, mientras presenta unas cuentas del año con pérdidas severas, casi bordeando el cierre, e intenta aferrarse a la supervivencia, mientras los ciudadanos de La Palma oyen hablar de ayudas que nunca llegan a sus manos, mientras la brecha social sigue creciendo debido a la destrucción sistemática de la clase media, tienen que oír como el presidente del gobierno, su ministra de hacienda, y los socios del gobierno, sacan pecho por lograr llevar adelante unos presupuestos para tiempos de crecimiento y recuperación, que él no consigue ver por ninguna parte. Como presumen de logros que en nada afectan al interés del ciudadano de a pié a cambio apoyos y componendas ajenas al bien común. Mientras mi amigo hace cuentas para saber cómo pagar una energía eléctrica, un combustible, a precios inalcanzables, incluso para el resto de Europa, mientras las víctimas del volcán siguen viviendo de prestado, o en caravanas, o ven desaparecer sus negocios y antiguas posesiones, ven, oyen, como a la ministra se le llena la boca hablando de acompañamientos, mejoras y ayudas a las empresas a las que ellos parecen no tener acceso, como el presidente del gobierno va, viene, y promete, y vuelve a prometer, sin que tanto ir y venir tenga reflejo alguno en la realidad, como el tiempo pasa y sus carencias se acrecientan mientras los encargados de controlar los descontroles miran para otra parte, o ni miran.
No es raro que, viendo a mi amigo pasar penurias, y a los responsables, casi se me escapa la i delante, que nos desgobiernan, en plena euforia sobre sus logros, hacer declaraciones, a uno se le escapa la pregunta ¿Dónde están los que puedan gobernar para la realidad cotidiana, para el bien real de la gente, para la tranquilidad de los ciudadanos de a pie, y no para el aplauso y la alharaca de los suyos? Me temo que los que yo pido, a los que me refiero, tampoco van a tener papeleta en las próximas elecciones, ni en las otras, ni en las otras…, ni en las otras.