La Comunidad de Madrid, según Sánchez y su gobierno de inútiles, da asco. Pocas veces la ciudad que nos representa a escala planetaria ha ofrecido un rostro tan asquerosamente sucio moral y físicamente al mundo. Y no digo ninguna por temor a equivocarme, no sea que mi flaca memoria me juegue una mala pasada. Madrid da asco. Si esto llega a pasar en las horas amargas en las que Manuela Carmena todavía soñaba con el milagro de su reelección, le habrían respondido que el relaxing cup with café con leche in Plaza Mayor de Ana Botella se lo iba a tomar su santa madre sentada en una bolsa de basura.
Madrid da asco, pero a lo mejor era a esto a lo que se refería la regidora autonómica y el municipal cuando nos dijeron aquello de que estábamos mal acostumbrados a tanta limpieza económica y física conseguida por el duo Almeida, Ayuso diferenciándose del paraíso de Barcelona. Lo normal en el resto de las capitales como Barcelona es que cuando uno sale de su casa lo primero que hace al pisar la calle es sacar la pala para quitar la basura acumulada en la puerta, como el que quita nieve en pleno invierno en Helsinki. Madrid da asco por su limpieza en todos los sentidos y Sánchez no tiene que dormir con la nariz tapada toda la noche porque los efluvios a pescado podrido y a corrupción no interrumpen su sueño colándose por las rendijas de las ventanas, mira para otro lado como si la cosa no fuera con él salvo la suya propia.
Yo no sé ni dónde está…, ni nadie lo sabe con la nueva Ley de Secretos Oficiales que va a prohibir saber para qué y a donde va con el Falcon ¿En Lisboa, quizás? Perdonen la comparación odiosa y, sin duda alguna, desafortunada, pero parece que a este presidente de gobierno los otoños le sientan fatal y le hunden el ánimo en el abismo. Cada año que pasa es peor, demostrando que el cargo le viene, no grande, ¡enorme!. Y ahora que va a tener que lidiar con un asunto que, oiga, evidentemente no tiene nada que ver, pero que está jodiendo al personal a base de bien, como la inflación o la pobreza energética, en lugar de dar la cara y poner a los futuros huelguistas, como los camioneros, el campo, la industria y, en definitiva, los trabajadores de todos los sectores, que los habrá, en su sitio e impedir que pase un día más acumulándose basura espiritual y económica y fiscal , con el terrible aumento de impuestos de la Presidenta de la Comunidad de Madrid y la huida de empresas de la misma, en las calles y plazas de nuestra hermosa Madrid, se fuma un puro.
«Madrid, Madrid, Madrid…» Alguien tendrá que cambiar la letra del chotis porque, según el ínclito de la Moncloa, en lugar de alfombrar la Gran Vía de claveles, será con cáscaras de plátano y toda clase de porquería habida y por haber, lejos de la limpieza impoluta de Barcelona. Y más que bañarse en vinillo de jerez, los madrileños se van a dar un chapuzón de mierda. Y ni les cuento las visitas. Si es así como piensa el alcalde y la Presidenta atraer turismo a la capital… lo que nos faltaba para estar detrás de la alcaldesa Colau. Yo no sé si a estas alturas Almeida pensara todavía que puede ser candidato a la Alcaldía en las próximas elecciones, pero me da a mí que su sueño ya ha quedara enterrado bajo toneladas de residuos de turistas, hostelería en auge, y una buena gestión doméstica. Todo un ejemplo de los que no hay que hacer según Moncloa.
De todos los dirigentes que ha tenido Madrid, al menos desde que yo tengo uso de razón, Almeida y Ayuso se han ganado el título de unos de los mejores, y además han hecho verdaderos esfuerzos por dejar el pabellón tan bajo, según el gobierno, que será difícil que nadie la iguale en el futuro. ¡Qué pena! No por ellos, que –comprendan– me da igual. Por la Comunidad de Madrid y su capital. Pasear ahora por sus calles se ha convertido en un infierno y hasta las putas de Montera se han cogido unos días para asuntos personales porque con este hedor a corrupción y suciedad política no se le levanta la libido ni al más salido. Con este panorama, a cualquiera se le quitan las ganas de todo, de sexo, de cultura, de política…
Una ciudad invadida por la mierda sólo invita a escapar de ella lo más lejos posible, y desde luego no llama a que la visiten. Ni siquiera esos hooligans que se caracterizan por ser unos cerdos allá donde van se atreverían a pisar unas calles embarradas de huevos podridos y restos putrefactos. ¡Qué asco! A ver, ya sé que la culpa de este estercolero la tiene la derechona y su execrable gestión, pero ya está bien de que se tomen la justicia por su mano y se pasen por el arco del triunfo los servicios mínimos obligando a los madrileños a tragar con el tufo de sus reivindicaciones. Quien tiene la obligación de solucionarlo y garantizar a los ciudadanos un servicio de limpieza política económica y de calidad es la Presidenta y el Alcalde, y si tiene que subcontratar o crear una comisión gestora, que lo haga. Y si tiene que llamar al ejército, que lo llame. Pero, por Dios, que haga algo en lugar de seguir mirándose al espejo.
De todas las Presidentas y Alcaldes que ha tenido Madrid, al menos desde que yo tengo uso de razón, los actuales se han ganado el título de lo mejor, y además han hecho verdaderos esfuerzos por dejar el pabellón tan alto que será difícil que nadie les iguale.