Para nadie es un secreto que los antiguos griegos veían la homosexualidad como una práctica cotidiana. A menudo, las parejas homosexuales mostraban tanta devoción y compromiso en su relación, que el propio Platón sugirió la integración de un ejército de varones conformado exclusivamente por amantes. Esta fuerza griega de élite conformada por 150 parejas homosexuales pasó a la historia como el Batallón Sagrado de Tebas.
Varios años después que Platón plasmara la idea en El banquete, el peculiar ejército se volvió realidad. Alrededor del 378 a.C., el ejército de Tebas conformó una fuerza de élite con 150 parejas de amantes homosexuales: el Batallón Sagrado de Tebas. El general Górgidas fue responsable por la selección de este ejército, y una de sus primeras misiones fue marchar al frente de batalla durante el célebre conflicto entre Cabrias y el rey espartano Agesilao II.
El batallón Sagrado de Tebas supone un caso único e inesperado en la historia militar. Este cuerpo de élite estaba conformado por amantes homosexuales, aprendiz y maestro, y se convirtió en una de las tropas más temidas de la Antigüedad porque, a decir Plutarco, «la unión entre amantes aumentaba su capacidad combativa». De hecho, la unidad permaneció invicta hasta la batalla de Queronea, donde el rey Filipo II y Alejandro Magno arrasaron al batallón.
Cabe señalar que el concepto de homosexualidad en la Antigua Grecia era muy diferente al actual. Sin ir más lejos, en ocasiones se confunde la homosexualidad entre adultos, reprobada gravemente entre el pueblo griego, con las relaciones entre un adulto y un joven, la pederastia, que estaban instrumentalizadas en algunas ciudades como parte de la formación de los adolescentes procedentes de la aristocracia. Así ocurría también en Tebas, donde las parejas contaban con un miembro de mayor edad, el «heniochoi» (conductor) y uno más joven, «paraibatai» (compañero). El conductor debía encargarse del adiestramiento y educación del compañero, sobre todo en lo que respecta a la moral. El hombre de más edad enseñaba al joven los valores de la lealtad, la fidelidad y la moderación.
Tras un duro periodo de instrucción, las parejas creaban entre sí un fuerte vínculo afectivo y profesional. El historiador clásico Plutarco defendía que el vínculo homosexual tenía ventajas militares, puesto que «un batallón cimentado por la amistad basada en el amor nunca se romperá y es invencible; ya que los amantes, avergonzados de no ser dignos ante la vista de sus amados y los amados ante la vista de sus amantes, deseosos se arrojan al peligro para el alivio de unos y otros».
La idea es que el destacamento lucharía con una convicción casi suicida ante los ojos de su compañero y, en el caso de los soldados que perdieran a su pareja, resistiría hasta la extenuación a cuenta de proteger el cadáver de su amante y vengarle. Sabedora de que las ventajas de su unidad, la legislación tebana se decantó por apoyar este tipo de relaciones de carácter homosexual con el fin de perpetuar la efectividad de su ejército.
El Batallón Sagrado de Tebas no fue una maniobra puramente publicitaria. Su intervención resultó relevante en diversas batallas y tuvo un papel decisivo en consolidar a Tebas entre las ciudades-estado más importantes de la época. El primer registro conocido sobre el firme compromiso militar del Batallón Sagrado de Tebas fue escrito en el 324 a.C. en la obra Contra Demóstenes, del orador Dinarco. Aquí se especifica que el dichoso ejército estaba dirigido por el general tebano Pelópidas y el general griego Epaminondas, supuestamente amantes, quienes salieron victoriosos contra los espartanos en la batalla de Leuctra.
Ser homosexual y tener pareja no era suficiente para ingresar al Batallón Sagrado de Tebas. La selección oficial de las 150 parejas fue realizada por Górgidas en base a la experiencia militar y habilidades atléticas. De hecho, cada pareja debía encajar en el modelo griego de relación homosexual en la época: un hombre maduro y dominante acompañado de su pasivo amante joven.
Según Polieno, las parejas elegidas para integrar el batallón eran “devotas entre sí por obligaciones mutuas de amor”. El término “sagrado” en el nombre de la división derivaba del “voto sagrado” que hacia el amante o erastés (el hombre maduro y activo) y su amado o erómero (el más joven y pasivo) en el Santuario de Iolaus en Tebas.
El Batallón Sagrado de Tebas era una máquina de guerra que debía estar perfectamente aceitada en caso de que la ciudad necesitara de su intervención. Por eso, cuando no estaban en el campo de batalla, los soldados solían afinar sus habilidades militares y hacer ejercicio físico. La evidencia sugiere que también practicaban lucha libre de modo competitivo. Además, participaban en danzas pues se consideraba que la incursión del arte en la vida de estos soldados propiciaba un desarrollo integral.
También practicarían deportes ecuestres pues Górgidas había sido oficial de caballería. Algunos aseguran que el Batallón Sagrado de Tebas estaba tan bien entrenado como las legendarias fuerzas de combate de élite en Esparta.
En un episodio memorable, el Batallón Sagrado de Tebas se disponía a tomar la ciudad de Orcómeno con la guía de Pelópidas pues corría el rumor de que los espartanos la habían dejado desprotegida. Sin embargo, al llegar a las inmediaciones de la ciudad Pelópidas encontró que los espartanos ya contaban con refuerzos. Lógicamente, ordenó a su ejército de homosexuales una retirada inmediata; aunque, el destino les jugó una mala pasada y terminaron entre los espartanos que regresaban a Orcómeno y los refuerzos que custodiaban la ciudad.
El Batallón Sagrado de Tebas era ampliamente superado en número. Sin embargo, el experimentado Pelópidas ideó un plan sobre la marcha y tomó a los comandantes espartanos. Sin cabeza, las fuerzas de Esparta titubearon y fueron doblegadas por los tebanos. El episodio fue conocido como Batalla de Tegira.
La gloria del Batallón Sagrado de Tebas llegó a su fin de forma especialmente trágica. En el año 338 a.C., durante la Batalla de Queronea ateneos y tebanos unieron fuerzas para vencer a Filipo II de Macedonia y su hijo, Alejandro Magno. Pese al riguroso entrenamiento de la fuerza homosexual tebana, los macedonios figuraban como rivales muy superiores. El batallón fue rodeado y se le ofreció la oportunidad de una rendición pacífica. Pero, como lo había predicho Platón, los amantes se mantuvieron firmes en la batalla hasta la muerte.
Las 150 parejas que integraban al Batallón Sagrado de Tebas murieron a manos de los macedonios. Pese a esto, ganaron tanta reputación como guerreros que el propio Filipo II habría lamentado su fin al observar el poderoso ejército de amantes reducido a un montón de cadáveres. Tras la caída del batallón en la Batalla de Queronea, Tebas también cayó y su dominio en la antigua Grecia llegó a su fin.
Plutarco asegura en sus textos que los 300 componentes del batallón perecieron ese día; sin embargo, una tumba comunal en Queronea evidencia que fueron en realidad 254 los muertos, siendo el resto de los miembros del batallón apresados o heridos ese día.
Precisamente Plutarco relata que Filipo, ante la visión de los cadaveres amontonados en una pila, afirmó en señal de respeto: «Muera el hombre que sospeche que estos hombres hicieron algo inapropiadamente».
Los griegos no volvieron a conformar un ejército integrado exclusivamente por amantes homosexuales.
Y esta práctica, la de las relaciones homosexuales fijas y consensuadas entre soldados, no se limitaba sólo a los griegos. En la lejana región japonesa existía la tradición Shudō durante el siglo XVII, en el que dos guerreros samuráis compartían actos de amor. De hecho era una práctica bastante común hasta que en el siglo XIX el país nipón sufrió la influencia occidental y sus valores de rechazo a todo lo que sonase homoerótico se impusieron, como ocurrió en la India y en tantos otros lugares del mundo para desgracia de la diversidad.
Bien dicen ahora que en un pleito no hay nada peor que un rival homosexual porque tiene las mañas de una mujer y la fuerza de un hombre.