Epílogo sobre la artillería rusa.

La artillería rusa goza actualmente de buena salud, gracias a la puesta al día de parte importante de sus sistemas, además del aumento importante de su potencia de fuego. El alcance de los sistemas de artillería rusa, sobre todo la reactiva, su número en comparación con la mayoría de sus enemigos, pueden ser un factor determinante en el campo de batalla. En unos cielos disputados, sus unidades mecanizadas y acorazadas podrían pasar por encima de los restos de las unidades enemigas sin haber tenido casi que combatir, explotando el éxito de la artillería. Una artillería experta en guerra contrabatería, maskirovka, frente a otras que han padecido décadas de desatención tras el fin de la Guerra Fría, o acostumbradas a guerras contrainsurgencia, donde evitar ser detectado y la respuesta de la artillería enemiga no estaba muy presente.

Los sistemas de guerra centrada en red rusos que hemos visto en este trabajo pueden ser susceptibles de ataques electrónicos y ciber por parte de sus rivales. De hecho, el desarrollo de la guerra electrónica rusa en gran parte se ha debido a que pretendían reducir la brecha en este campo con EEUU. Anular la posible ventaja con una medida asimétrica. Pero los rivales de Rusia en su gran mayoría no han apostado por la guerra electrónica, en especial en las fuerzas terrestres. Esto hace que los sistemas rusos centrados en red sean menos vulnerables y que, por tanto, su artillería no se vea degradada al perder este concepto que multiplica su poder militar. Es más, los sistemas rusos sí que han sido puestos a prueba en su desarrollo, mostrando su resiliencia a los ataques.

La brecha tecnológica se ha cerrado en algunos aspectos con la mayoría de sus rivales. Pero manteniendo una aplastante superioridad numérica artillera. Pero no todo son luces. ya que esta modernización está lastrada por la pérdida de acceso a la tecnología foránea. Por citar un ejemplo, en el campo de las espoletas y sensores para el guiado de la munición de artillería. Cabe citar aquí un documento de JSC NPO «Poisk» de 2020. en el que se reconocía lo siguiente:

«Se sabe que las espoletas domésticas existentes y utilizadas habitualmente están obsoletas y, en cuanto a sus características tácticas y técnicas, no mejoran la eficacia de la destrucción de los objetivos modernos. Además, se basan en componentes obsoletos y tienen unas dimensiones y peso considerables. Los diseñadores nacionales de espoletas están experimentando dificultades para sustituir aquellos elementos que solían ser suministrados desde el extranjero, mientras que necesitan urgentemente sensores modernos, fuentes de alimentación y tecnologías para su producción en masa. La cuestión de la modernización de las instalaciones de fabricación con equipos modernos y nuevas tecnologías sigue siendo problemática.»

Esto será un desafío que deberá abordar la industria de defensa rusa y que se ha agravado por su política exterior más agresiva que ha aumentado la rivalidad con EEUU y sus aliados, ya que ello ha desembocado en mayores sanciones y pérdida de acceso a dichas tecnologías. Tecnologías tan diversas y costosas que Rusia carece de capacidad de abordarlas todas.

Hablaremos en un futuro artículo, analizado por Francisco José Matías Bueno, de la experiencia en combate de la artillería rusa.

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