Sobre filiaciones regionales

Sólo uno conoce su pertenencia territorial. Resulta despótico y por tanto una invasión inadmisible, que algunas personas pretendan imponer a otras la unión con una región. Esos intolerantes de mente estrecha y aldeana, se comportan como fascistas (aunque varios se consideren progres), actúan de igual manera que aquellos que pretendieron obligar a terceros a adherirse a determinada fe religiosa, y arrebatar otra.

Sólo yo sé a dónde pertenezco. El lugar donde nací o vivo, se trata sólo de una circunstancia geográfica, una curiosidad irrelevante. No me he criado en las calles de esos municipios o con personas amantes del lugar. Mi educación, mi formación como ser humano, se ha producido en el hogar, guiada por una mujer burgalesa. Por supuesto, el carácter y sentido de pertenencia de ella no se trasplantan a mí como un rasgo genético: hoy como adulto, después de haberme preguntado quién soy y quiero ser, encuentro que mis sentimientos de filiación regional y una parte de mis valores, se encuentran tradicionalmente asociados a lo castellano. Puede que Castilla no conforme una entidad territorial oficial, desde luego existe la identidad castellana. Aunque en primer lugar, soy española.

La familia biológica, vecinos o documentos legales, no deciden el vínculo de una persona con un territorio. Sólo uno sabe a dónde pertenece.

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