Al intentar identificar algunos de los procesos más significativos de influencia social que operan en la multitud manipulada que se manifiesta en pro del secesionismo de forma masiva, tomaré como referencia las observaciones de Marx y MacAdam, que han distinguido estos siete procesos: sentido de legitimidad, ilusión de unanimidad, anonimato, solidaridad y poder, difusión de responsabilidad, facilitación social e inmediatez. Creo conveniente añadir, en atención a los estudios psicosociales sobre la influencia social en grupo y a los estudios de conducta colectiva, mencionar un proceso más: el de normalización.
Analicemos uno a uno los procesos a que me refiero.
a.- Sentido de legitimidad.
Formar parte de un gran número de personas confiere a la multitud, una imagen de legitimidad, una creencia en que las personas que componen esa colectividad están asistidas por la razón y defienden una causa justa. El individuo, para definir la situación, parte del convencimiento de que lo que dicen o hacen los demás es correcto y aceptable, por lo que debe ser secundado.
b.- Ilusión de unanimidad.
Un concepto precedente del que nos ocupa es el de impresión de universalidad, propuesto por Allport y que se aplica a una multitud suficientemente numerosa en la que el participante llega a convencerse de que “todo el mundo” piensa como él y de que son tantos los que se han congregado que “no pueden” estar equivocados, con lo que aumenta el nivel de confianza y unión con el grupo. La ilusión de universalidad puede ser considerada una forma de pensamiento egocéntrico que la Psicología social cognitiva ha denominado efecto de falso consenso.
El concepto de ilusión de unanimidad resulta más acorde a la situación catalana y consiste en la percepción errónea de que todos los participantes están de acuerdo con lo que en la situación de multitud se hace o dice, de que allí existe una “mente similar”.
c.- Solidaridad y poder.
Puesto que la multitud secesionista es un grupo, los participantes tienen conciencia de pertenecer a un todo, a una unidad más grande que uno mismo. De ahí se deriva un sentimiento de unión y vinculación con los demás. La cohesión grupal se percibe como solidez y fuerza y genera en los miembros un sentimiento de poder. Es un hecho que la capacidad de influencia de cada miembro de esta multitud se multiplica por el número total de participantes, de forma que “lo que un individuo no puede conseguir solo, una multitud de miles de personas puede no encontrarlo especialmente difícil”. De ahí se derivan los objetivos alcanzables por la multitud.
d.- Anonimato.
Cuanto mayor es el número de personas, menos probable resulta que un individuo pueda ser identificado como tal, por lo que es más fácil que pueda violar las normas establecidas sin que los agentes de control social puedan imponerle sanciones o castigos. La impunidad existente o ausencia de sanción, como está ocurriendo, debilita el cumplimiento de las normas convencionales. También fomenta el anonimato el hecho de que los participantes, más que hallarse “cara a cara” se encuentran “hombro con hombro”.
e.- Difusión de responsabilidad.
La responsabilidad, especialmente en estas manifestaciones de multitudes numerosas, tiende a no ser asumida individualmente, sino más bien compartida con los demás. La línea de estudios psicosociales centrados en la explicación de la conducta de ayuda en situaciones de emergencia constató la tendencia a la difusión de responsabilidad en situaciones en que diversas personas presenciaban una emergencia, observando que la responsabilidad disminuía a medida que iba aumentando el número de espectadores. Otro fenómeno que puede explicarse en parte desde esta perspectiva es el denominado “giro hacía el riesgo”, consistente en que las personas son más capaces de asumir decisiones arriesgadas en grupo que de forma aislada, situación que bien puede explicar las tomas de decisiones del presidente de la Generalidad y su equipo de gobierno. El riesgo asumido quedaría aquí bajo la responsabilidad del grupo y no individualmente de sus miembros.
f.- Facilitación social.
El fenómeno de facilitación social fue identificado en los experimentos de Allport como una intensificación de las respuestas del individuo simplemente por el hecho de encontrarse en presencia de otros. Allport extendió el efecto de facilitación social al contexto de la multitud señalando que en ella el individuo se comportaría de forma más intensa que cuando actúa en solitario.
g.- Normalización.
Tanto la naturaleza poco organizada de la multitud como el carácter poco estructurado de una nueva situación producen un efecto de ambigüedad inicial respecto a qué conducta a seguir. Tras estudiar el comportamiento en situaciones ambiguas, los experimentos de Sherif demostraron que los individuos entraban en interacción para reducir la incertidumbre y decidir qué curso de acción debían seguir, y que emergía en esas situaciones una norma que cumplía estas funciones. Los grupos, como ocurre con la multitud, carecían de normas definidas, tendían a elaborarlas y, una vez aparecidas, iban siendo adoptadas por los miembros en general.
h.- Inmediatez.
El carácter envolvente de la situación de multitud puede llegar a implicarnos tanto en ella que nos persuada de que es preciso dar una respuesta inmediata sin concedernos apenas tiempo para la reflexión. Nos dejamos influir por esta conciencia de inmediatez, por esta inmersión en el momento presente que, al mismo tiempo que implica una atención focalizada en el ahora y aquí, significa una tendencia a seguir la conducta de quienes nos rodean sin conceder importancia a las consecuencias que posteriormente puedan derivarse. El hecho de que las concentraciones en multitud ocurran con frecuencia en situaciones críticas o problemáticas como vivimos las de ahora puede imprimirles un carácter de urgencia.
En el análisis del impacto de estos procesos de influencia social lo que subyace es el carácter irracional de la conducta colectiva.
«Si hablamos de monarquía, el rey, ya sea porque tiene miedo a la multitud, ya sea porque es listo y quiere ganársela, ya sea porque es justo y quiere velar por el bienestar de todos, siempre debe seguir la opinión que tenga más votos, pues su poder depende de que siga la opinión de la mayoría de la multitud y de que busque el bienestar de ésta:
El rey, ya sea guiado por el miedo a la multitud, ya sea para ganar para sí mismo a la mayor parte de la multitud armada, ya sea guiado por la generosidad de su ánimo a velar por la utilidad pública, ratificará siempre la opinión que tenga más votos, esto es, la que es más útil a la mayor parte del Estado. Procurará conciliar, si puede hacerse, las opiniones discordantes que le hubieran sido trasladadas por el Consejo, para así atraer a todos hacia él, dedicando a ello su energía, a fin de que todos, tanto en la paz como en la guerra, sean capaces de experimentar lo que llegan a tener gracias sólo a él. Por tanto, el rey tendrá más poder y será más autónomo cuando vele más por el bien común de la multitud.» (TP 7/11)
Enrique Area Sacristán.
Teniente Coronel de Infantería.
Doctor por la Universidad de Salamanca.