Las maniobras militares de Rusia Vostok 2018 (Oriente 2018) implicaron la puesta en escena de 1.000 aviones, 300.000 soldados, 36.000 vehículos terrestres y decenas de buques. Denominado “Vostok”, que en ruso significa “Este”, ha sido la mayor demostración de fuerza realizada posterior a la Guerra Fría. Este hecho, significativo de por sí, llamó la atención de la comunidad estratégica y fue la demostración o puesta a punto de todos los Sistemas de logística, movilización, comando y control, e innovación táctica de sus Fuerzas Armadas.
Por su impacto y alcance, el ejercicio manifestó el deseo de Rusia de posicionarse como un actor con capacidades renovadas en los dominios del uso de la fuerza terrestre, naval y aéreo. El último ejercicio de una escala similar fue en 1981, y supuso una involucración de 150.000 tropas del Pacto de Varsovia. Pero desde el Kremlin se ha justificado que son necesarios para defenderse de un contexto internacional «poco amigable con Rusia», según palabras del portavoz, Dimitri Peskov.
Con estas maniobras Rusia puso colofón a un ciclo de reformas militares que culminaron con la renovación del ejército ruso hasta convertirlo en una fuerza competitiva con otros actores internacionales, como se ha visto en Siria y de manera más o menos encubierta al principio en Ucrania que, ahora, se muestra con toda su crudeza y amplitud.
Este análisis, realizado más extensamente por Gabriel Cortina, trata de explicar los aspectos militares y las implicaciones geopolíticas que se derivaban de estas demostraciones disuasivas con tan poco carácter defensivo como se puede apreciar en el video.
Significado militar
Las maniobras militares “Vostok 2018” supusieron la activación de un potencial militar sin precedentes, protagonizado por Rusia y China, acompañados por Mongolia. Se trata de dos potencias nucleares que son miembros, a su vez, del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Con razón fueron denominadas como «Las olimpiadas de la guerra «. La lectura estratégica se enmarca en una narrativa de demostración de fuerza y de capacidades, como unos juegos militares internacionales en el espacio euroasiático.
Las maniobras denominadas “Zapad” 2021, preludio de la invasión de Ucrania, tuvieron lugar en la frontera occidental de Rusia, lo que resultó muy incómodo para la Alianza Atlántica. La consecuencia inmediata fue la movilización de tropas.
Pero fue en el 2018, en el escenario elegido en la extensa región del este de Siberia, cuando se pusieron a punto todas las Fuerzas Armadas rusas. Las declaraciones del ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, manifiestan una clara intención, afirmando que “por supuesto, desarrollaremos aún más ese tipo de cooperación militar que contribuirá a la estabilidad y la seguridad en el espacio euroasiático «.
Uno de los principales aspectos a destacar fue la demostración de fuerza en la alta movilidad y coordinación de las tropas rusas. Las unidades terrestres se desplazaron de forma combinada a una distancia de 7.000 kilómetros, mientras que los barcos de la Flota del Norte realizaron una travesía de 4.000 millas. Además del número de soldados, aviones y vehículos terrestres, cabe destacar la participación de helicópteros, drones, blindados y acorazados, 80 naves y buques auxiliares. Por su parte, China participó con soldados, vehículos blindados y aviones, al igual que Mongolia, que hizo lo mismo con algunas unidades militares.
Rusia continúa preocupada por la tremenda ventaja de la OTAN en el poderío aéreo y la capacidad de ataque de precisión de largo alcance, viéndolo como un multiplicador de fuerza formidable. El Estado Mayor asume que desplegará la fuerza inferior en el campo de batalla y tendrá que encontrar formas de cambiar las tornas, intercambiando territorio para preservar sus fuerzas. El énfasis en la preservación de la fuerza es algo particular del ejército ruso moderno.
Esto no significa que tales ejercicios sean de naturaleza defensiva: los conceptos rusos presentan inherentemente operaciones ofensivas y defensivas.
Requieren un compromiso persistente de los oponentes, de modo que la distinción entre defensivo y ofensivo es en gran medida irrelevante. El cambio más claro en el pensamiento ruso se aleja de las ofensivas terrestres estratégicas y se dirige hacia ataques de largo alcance contra objetivos económicos y militares de importancia crítica, buscando degradar la capacidad o la voluntad de un estado para sostener un conflicto.
El ejército ruso, aunque es una fuerza conjunta cada vez más capaz, es principalmente un ejército de artillería con formaciones de maniobra de carros e infantería blindada de apoyo. Las fuerzas terrestres rusas utilizan la artillería para habilitar o denegar la maniobra, lo que significa que forma la columna vertebral de su ejército, y la forma de guerra rusa supone una pesada carga para la logística.
Vostok tenía cuatro áreas principales de atención: logística, movilización, comando y control, e innovación táctica. También había un componente de participación destinado a incorporar el cuerpo de reservistas, con el objetivo de ayudar a completar las unidades de apoyo al servicio de combate e integrar a las autoridades civiles en el ejercicio bajo el modelo cívico-militar de «Todos Luchan «.
Los aspectos políticos y militares de “Vostok 2018” son: el inmenso tamaño del teatro de operaciones y las dimensiones de sus escenarios; la involucración del Ejército Popular de Liberación de China y la invitación realizada a Turquía para participar; el malestar político interno de Rusia y la disminución de la popularidad del presidente Vladimir Putin; la reunión concurrente del Foro Económico del Este en Vladivostok; la continua volatilidad en torno a la península de Corea y la ambición del Kremlin de desempeñar un papel clave en la península; y el deseo de Rusia (y de China) de desarrollar capacidades militares expedicionarias que puedan desplegarse rápidamente en África, Oriente Medio y otras regiones.
Los cuatro mensajes de Moscú
Desde un punto de vista geoestratégico, se puede afirmar que “Vostok” lanzó cuatro mensajes. En primer lugar, el deseo de Moscú de transmitir credibilidad, que tiene una fuerza creíble de combate y que es capaz de disuadir eficazmente conflictos convencionales a gran escala. Esto tiene relevancia estratégica porque la extensísima región del oriente ruso es una estepa sin límites aparentes, escasamente poblada y que carece de infraestructuras de transporte, lo que supuso un reto muy difícil de abordar.
El segundo es mostrar un escaparate de capacidades militares que sirva de estímulo para potenciar la industria. La modernización militar es una prioridad y su política de Defensa incluye la implementación de las capacidades tecnológicas en periodos de cinco años, denominado Programa de Armamento del Estado. El que está en vigor en la actualidad (2018-2027) significa el desempeño de nuevos equipos y el deseo de consolidar mercados, y es comprensible con una política exterior que busca consolidar una presencia regional.
El tercero se dirige a la Alianza y es para responder a la amenaza que pueden estar representando sus constantes movimientos de tropas en el Báltico y los ejercicios llevados a cabo en la frontera del Este. También incluye la adquisición de sistemas de defensa anti-misil Patriot por parte de Polonia. El hecho significativo es que este evento se produce en un momento de elevada tensión entre la OTAN y Rusia. Cabe mencionar que los acuerdos políticos que rigen los ejercicios militares en Europa, como el Documento de Viena, no tienen jurisdicción al Este de los montes Urales.
Por último, Oriente Medio, un conflicto donde el Kremlin ha decidido participar de forma determinante. Con su Ejército desplegado durante una semana a lo largo de 7.000 kilómetros demuestra que, a pesar de las sanciones económicas, incluso contra el sector de defensa, el país sigue en pie tras sus propósitos. Es cierto que Rusia ha adquirido experiencia en la guerra asimétrica moderna y expedicionaria, especialmente con Siria, y se han probado nuevas armas y capacidades logísticas.
Significado geopolítico
No es casualidad que el presidente Vladimir Putin asistiera a las maniobras tras reunirse antes en Vladivostok con su homólogo chino, Xi Jinping, en el Foro Económico del Este. Allí estuvo también con el primer ministro Abe y el residente Moon, así que, no sólo China, sino Japón y Corea del Sur estaban claramente destinados a quedar impresionados con la combinación del poder militar y la oferta de una mayor cooperación económica.
Rusia y China comparten la incómoda frontera de Corea del Norte. Esta situación, y el empeño de Putin en proteger al aliado de Oriente Medio, el régimen de al-Assad, podría influir en el dictador norcoreano y permitir que Moscú asuma un papel más prominente en los asuntos de la península coreana, más allá de un mero mediador diplomático. La participación de Mongolia en el ejercicio también responde a un criterio geoestratégico, pues está situado entre las dos grandes potencias de Asia Central.
Asimismo, conviene tener en cuenta que Turquía, miembro de la OTAN, fue invitada a participar con tropas y equipos. Si la presencia de Mongolia no fue una sorpresa, la invitación a Turquía es un aspecto que sí merece atención. Hay que tener en cuenta que el presidente Erdogan ha manifestado su deseo de que Turquía se una a la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), que está dirigida, precisamente, por Rusia y China. En términos de influencia, es una alternativa a la cooperación y alianza con Estados Unidos y Europa. Los desencuentros entre Turquía y los Estados Unidos son manifiestos, como se ha visto en el escenario de Siria, e implican aspectos de tecnología y cooperación militar. Irán, actor imprescindible en Oriente Medio, también ha estado atenta a la respuesta de Ankara.
“Vostok” representó un tablero de juego en la demostración de fuerzas por parte de unos actores tendentes a incrementar la influencia global. Actuar junto al gigante asiático es la demostración tangible de la alianza entre Beijing y Moscú, un bloque cuya finalidad principal sería el compensar o contrapesar a Estados Unidos, una potencia de igual o superior magnitud. La involucración de China ha sido uno de los factores que han llamado la atención. La dimensión conjunta evita preocupar a los chinos sobre ejercicios militares cerca de su frontera y permite a Moscú demostrar que no está aislado militarmente.
Como conclusión cabe señalar que, a pesar de la enorme puesta en escena, Rusia no está preparada para posibles conflictos a gran escala. Ni puede en occidente, contra la OTAN, ni en el este, donde la situación en torno a la península coreana sigue siendo volátil, y China está desafiando cada vez más el dominio militar estadounidense. Moscú no tiene suficientes fuerzas convencionales para afrontar conflictos importantes en ambos teatros al mismo tiempo. Una cosa es amenazar y otra muy distinta el despliegue continuado de tropas. De esa forma, movilizar todo lo que mostró dejaría a Rusia vulnerable, expuesta en otras direcciones, y totalmente dependiente de su disuasión nuclear como queda demostrado con la invasión de Ucrania y su continua apelación a la utilización del armamento nuclear.
Las espectaculares imágenes de interminables filas de tanques T-90 y vehículos de apoyo son un claro ejemplo de abordar el dominio de la opinión. Como testigos se invitó a 91 observadores extranjeros de 57 países. Para aquellos que piensan que las unidades y cuarteles de las fuerzas armadas rusas carecían de habilidades de combate y coordinación, “Zapad 2017” y “Vostok 2018” demostraron que los tiempos habían cambiado y presagiaban lo que estamos viviendo en la actualidad, precedido de «Zapad 2021»: la invasión de Ucrania.
«Zapad», Oeste, y «Vostok», Este. Las letras iniciales son las que lucen las Unidades de Rusia en Ucrania, su origen territorial, como explica este video.