Continúo leyendo al Doctor Albiñana, en concreto su obra España bajo la dictadura republicana. Comparto un fragmento de las páginas iniciales, en las que el autor resume la labor del gobierno de la II República española desde su arranque en 1931 hasta el momento de la escritura del libro, tres años después.
“La República, que…
Derrocó por sorpresa a la Monarquía, a título de tirana, ha venido a parar en una pingüe situación de privilegiados señores del rebaño.
Ofreció la libertad de opinión, suspende en masa los periódicos [hoy se suspenden sus cuentas en redes sociales], clausura los centros políticos [se ha pretendido ilegalizar VOX, un partido constitucional], […] y suprime a granel los actos de propaganda [terroristas, proetarras e independentistas pueden organizar actos con despreocupación, mientras PP y VOX han de cuidar sus espaldas].
Ofreció remediar el paro obrero, [cuenta con] más de 600.000 infelices hambrientos que no encuentran trabajo.
Ofreció crear 30.000 escuelas en un año [¿cómo pretendían obtener 30.000 maestros nuevos en 365 días?].
Ofreció respetar los derechos individuales, ha suprimido con leyes draconianas […] todas las libertades.
Ofreció economías en el Presupuesto, ha aumentado en más de mil millones los gastos del Estado.
Declaró haber venido sin hipotecas ni compromisos bancarios, entrega servicios del Estado al capital extranjero […].
Ofreció acabar con la empleomanía parasitaria, ha creado en un año más de diez mil funcionarios de nueva plantilla […].
Combatió fieramente los monopolios […], los conserva y explota en beneficio propio.
Blasonó de poseer los más y mejores hombres, sufre el bochorno de ver en los cargos públicos el mayor número de […] analfabetos que ha conocido España.
Ofreció prosperidad económica, ha hecho disminuir en términos ruinosos todas las actividades de la producción nacional.
Ofreció un amplio régimen de justicia y defender la independencia del poder judicial, ha mediatizado los tribunales hasta el extremo de subordinarlos a la arbitrariedad gubernativa.
Ofreció austeridad administrativa, ha superado, con el inmoral enchufismo, los excesos despóticos de todos los gobiernos […].
Ofreció actuar en nombre de la democracia, aplica los métodos de un fascismo vergonzante […]”.
En época de memoria histórica selectiva y manipulada en pos de intereses electorales y revanchistas, es oportuno recordar una etapa histórica de mano de uno de sus contemporáneos, y estremecerse ante los paralelismos que guarda la II República con el segundo decenio del siglo XXI.