«¿Cómo son las mujeres Femen?»

«De la mujer mala te has de guardar, y de la buena, no fiar» (España)”

Pero no sólo se descalifica el habla de las mujeres. Las actitudes y comportamientos sociales de este género son falsos, intrigantes, engañosos, persuasivos y traidores, además de indiscretos, casi por definición, porque ya se sabe: mujer tenías que ser.

«Mujer rencillosa, ni para queri­da ni para esposa» (Nicaragua)

«Rencura de perro y lágrimas de mujer: no hay que creer» (Nicaragua)

«El navío y la mujer, malos son de conocer» (España)

Pero en especial se les presenta como inseguras o variables, de carácter y personalidad un tanto inestable, como dando a entender que nunca se sabe exactamente qué es lo que piensan, lo que quieren o qué sienten. De esta manera las relaciones, a veces difíciles, entre los sexos tienen una explicación centrada en esta debilidad e inestabilidad del mundo femenino.

«Mujer, viento y verdura: pronto se mudan» (Nicaragua)

«Febrero y las mujeres, por día diez pareceres «(México)

«Mujeres y fortuna, mudables como la luna» (España)

«Cada día se muda el viento, y la mujer a cada momento. (España )

«Llanto de mujer y lluvia de verano pasan volando» (España)

Las mujeres son muchas veces sencillamente malas, pero además particularmente falsas. En ellas nunca se puede confiar, porque como una fábula de Esopo señala: hay quienes pregonan en palabras sus virtudes y en hechos proceden de forma malvada

«Palabras de beata y uñas de gata» (Ecuador)

«La casa bonita y la intención maldita» (España)

«Cuando el hombre algún bien quiere hacer, le quita la gana su mujer» (España)

«No hubiera malos hombres si no hubiera malas mujeres» (Colombia)

En todo caso parece claro que hay cierto miedo que permea psicológica y culturalmente a la población masculina y que, sumado o no al menosprecio que comparten hacia las mujeres, aparece más o menos explícitamente el temor, que es a la vez mensaje de desconfianza y precaución.

«El temor a la mujer es el principio de la salud» (España)

«La mujer es buena cuando claramente es mala» (España)

«Las mujeres son la perdición de los hombres» (España)

«De la mujer no te dejes sorber» (España)

«De la mujer que mucha llora, no te fíes gran cosa; y de la que no llora en su vida, menos todavía» (España)

«Fugius de les dones com de la mala serpent» (Huir de las mujeres como de la mala serpiente) (Cataluña)

Y de todos parece conocida la similitud de la mujer con el diablo, a juzgar por la gran cantidad de proverbios centrarlos en la comparación entre el personaje mítico de las tinieblas y el ser humano, que representa a más de la mitad de la población mundial.

«La mujer ángel es algún rato, y diablo el resto del año» (España)

«Al perro nadar, y a la mujer bailar, el diablo se lo debió enseñar» (España)

«Tres hijas y una madre, cuatro diablos para el padre» (España)

Pero hay más. En numerosas ocasiones no se trata de una comparación de carácter ecuánime. Numerosos son los casos en que la mujer es más mala que un demonio.

«Dijo la mujer al diablo: ¿te puedo ayudar en algo?» (España)

«A ratos, la mujer da lección a los demonios novatos» (España}

«‘Más trazas inventa en cinco minutos una mujer, que el diablo en un mes» (España)

Está también la acusación de infideli­dad que se hace a las mujeres dentro de su maldad casi innata. Cuando el señalamiento es a los hombres, predomina un aviso y consejo entre desconfiado y resignado, como veremos más adelante. Cuando se trata de las mujeres, éstas son descalificadas de forma genérica como parte de su comportamiento traidor natural entre sus congéneres.

«A la sombra de su dedo hace la mujer su enredo» (España)

«A la sombra de un hilo, se la pega a su marido» (España)

«La mujer que lo sabe ser, tres galanes ha de tener: uno para el gusto, otro para el gasto, y otro para que lleve los cuernos al rastro» (España)

«De cornudo y asombrado, pocos han escapado» (España)

Sino son malas, son sencillamente tontas, porque ya se sabe que además de irresponsables y variables, carecen de entendimiento. La belleza, con la virtud o con la inteligencia, parece siempre mal avenida en los estereotipos femeninos del refranero.

«La mujer tiene largo el cabello y corto el entendimiento» (México)

«La mujer es un animal de pelo largo y pensamiento corto» (Nicaragua)

«La media y la mujer por un pun­to se han de perder» (España)

«La belleza y la tontería van siem­pre haciéndose compañía» (España)

«La mujer, si gorda, es boba; si flaca, bellaca» (España)

Pero si son inteligentes casi peor, pues son ingobernables y además subvierten su rol socialmente adjudicado, prueba de la maldad infinita de su género.

«Mujeres con letras, dos veces necias» (España)

«Mujer que sabe latín, mal fin» (España)”

«La que a solas piensa, no puede pensar cosa buena» (España)

Hay que añadir a la lista a las mujeres locas. Además de que gran parte de ellas son calificadas directamente de idas, por su carácter variable y aparentemente ininteligible para el uso y costumbre masculinos, hay locuras específicas, como la desobediencia al marido.

Y para ilustrar la descalificación de las mujeres, un botón de muestra: el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española ( 1970) muestra cómo el lenguaje principal medio de comunicación refleja y reproduce los estereotipos de cada género.

El vocablo mujer, persona de sexo femenino, queda definido en diecisiete líneas, destacándose la mujer criada, de vida airada, de mala vida, de mal vivir. Mundana, ramera. Perdida o pública. Tomar mujer es contraer matrimonio y su comportamiento idóneo es «su disposición para mandar y ejecutar los que haceres domésticos, y cuidar de su hacienda y familia con mucha exactitud y diligencia».

Por el contrario, la palabra hombre ocupa gran parte de la página correspondiente -dos terceras partes-, siendo el término que utiliza para designar a todo el género humano, además del varón criatura racional de sexo masculino. Sobresale por ser de honor, de tesón, de valor, bueno, el que es sabio, de armas, de bien, honrado, buen norte, el versado en letras, de cabeza, talento, persona ciudadana y decente, de capa y espada, de ciencia, de estimación y autoridad, de corazón, generoso y magnánimo, de distinción, el de ilustre nacimiento, de edad, político, cortesano, estadista, de estofa, respeto y consideración, instrucción, de dinero. de fortuna, de guerra, de mundo de negocios, de orden, de palabra, que cumple, de pelo en pecho, fuerte y osado, de provecho, sabio o útil, de puños, gentil y más.

Las definiciones de hombre son mayormente características identificadas socialrnente como positivas: desde el mundo del honor y el valor, la fuerza física o la guerra, hasta la bondad, la decencia, generosidad y honradez, pasando por la sabiduría. el arte, la ciencia y el talento, además del nacimiento, la fortuna, el dinero, los negocios y el estado. Las de la mujer son contrariamente negativas. Se mueven entre la que cumpJen perfectamente sus obligaciones domésticas y la de mal vivir, dos estereotipes creados a la medida de la cultura dominante: la esposa casta, buena madre y trabajadora, y la puta.

Se supone que estamos en el terreno de la cultura con mayúsculas, elitista e intelectual y no en el mundo más coloquial de la cultura popular.

¿Qué no dirá el refranero sobre el género femenino, tras ver la descripción hecha por la cultura aparentemente refinada y oficial y el comportamiento de las feminazis diciendo tonterías como a las que nos tiene acostumbrados la  ministra cajera que no tiene a bien seguir el refranero y, especialmente, aquel que dice que «en boca cerrada no entran moscas»?

Basado en

«Cuando las mujeres hablan o «en boca cerrada no entran moscas»

(Diferencias de género según el refranero popular)

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