Recientemente uno de los carteros de Correos llamó a mi domicilio para entregar un certificado. Fue muy amable a través del videoportero, lo cual es humanizante e inusual. Lamentablemente, a causa de la forma en que está configurada la máquina, el audio y el vídeo se apagan tras unos segundos, por lo que no pude terminar la conversación educadamente (aunque hablamos lo suficiente como para que él pudiese rellenar los datos pertinentes y para que dejase el certificado en el buzón).
Uno de los objetivos de mi vida, una de mis prioridades, es valorar todo lo positivo que percibo a mi alrededor. Desgraciadamente vivimos en una sociedad en la que sólo se despegan los labios para quejarse, criticar, pedir (o directamente exigir), y hacer daño. Debemos comunicar todo lo constructivo para animar a esa persona a seguir haciendo un buen trabajo, y por la justicia que supone valorar lo positivo. Así, escribí a Correos para felicitarles por el comportamiento de uno de sus empleados.
Es poco común toparse con un cartero (cualquier persona, en realidad) que por videoportero se molesta en mirar a la cámara, sonreír, y usar un tono y formas amables. Sé que hoy día los modales están desvalorizados, pero espero que Correos reconozca la manera en que su empleado realiza su trabajo.
Es una lástima que cuando para variar uno interacciona con una persona educada, el videoportero se corte y no pueda agradecer su cortesía y desearle un buen día. Como debe ser.