La lengua española es una de las más ricas de la historia de la comunicación verbal. Desde hace veinte años, gracias al autodesprecio tan típicamente español así como a la globalización mal entendida, cada vez más españoles son incapaces de expresarse exclusiva y correctamente en la lengua nacional. Ésta se ha visto arrinconada, usurpada de su lugar legítimo, y humillada al ser entrelazada con y sustituida por una colección de palabros androides y términos extranjeros, principalmente del inglés.
En la sociedad del siglo XXI conocer la lengua de Joseph Conrad supone un gran beneficio. Ciertos individuos lo consideran tan importante como respirar: ridiculizan a los ajenos a lo anglosajón, aunque ellos mismos se limiten a usar palabras salteadas en esa lengua, pronunciadas con acento artificial. Lo importante es la superficie, las apariencias, lo barato y rápido, no saber que el primer diccionario inglés lo redactó el clérigo Robert Cawdrey en 1604 (un año después de la muerte de Isabel I), o sentarse con una gramática inglesa de cuatrocientas páginas para aprender a hablar con propiedad.
El ser humano busca diferenciarse y considerarse miembro de un grupo especial, mejor y superior a los que no están en el círculo. Se trata de personas sin personalidad ni juicio que siguen ciegamente la dictadura contemporánea: hoy se adhieren al inglés, en el pasado cosían, hacían misa diaria, se pavoneaban en calesa a hora punta por la avenida principal, o se reproducían diez veces (al estar las mujeres fértiles tan bien consideradas).
Siempre me he comunicado con mi madre en español, y a través de su figura, su voz, su dialecto castellano de Burgos y su registro invariablemente culto, he aprendido a escuchar, leer, escribir y pensar. Por ello el español siempre ha sido y será mi lengua materna. He estudiado inglés de manera consistente y seria desde los doce años; lo he hecho no por mandato escolar o presión social, sino por pasión y amor, y por ello es tan aceptable y maravilloso como todas las actividades guiadas por esos principios, desde aprender ganchillo hasta cualquiera de las trescientas lenguas vivas habladas en China o las dos mil en África.
A lo largo de los años he adquirido conocimiento académico en la lengua de Henry James, que además ha sido el vehículo de comunicación, es decir, de sustentación, de más de una relación humana trascendental que he mantenido. Es por todo ello una segunda lengua para mí, en absoluto extranjera, porque constituye una parte de mi identidad.
Cada vez más españoles desconocen su propia lengua, son incapaces de comunicar una idea completa en español correcto: sin exabruptos, tacos, palabras baúl, “eh”, “eso”, “ya sabes”, y una suerte de extranjerismos y palabras nacidas de una pantalla hace menos de veinte años. La comunicación ha acabado reducida a un esputo robótico, vacío de contenido y por supuesto belleza. Tienen títulos académicos… pero no saben hablar.
A continuación ofrezco una lista de palabras españolas con frecuencia sustituidas por extranjerismos. También incluyo traducciones españolas correctas de términos nacidos en inglés.
Remake/Reboot = nueva versión
Spin-off = serie derivada
Revival = resurgimiento, recuperación, vuelta, regreso
Biopic = película biográfica
Aplicar = solicitar empleo, postular a
Crowdfunding = financiación colectiva, micromecenazgo
Airbnb = pupilaje
Origami = papiroflexia
Crochet = ganchillo
Patchwork = tela o colcha de retales o retazos
Cupcake = pastel pequeño o magdalena
Brownie = pastel pequeño de chocolate y nueces
Muffin = magdalena o bollo de pan dulce
Manager = representante, gerente
Staff = plantilla, personal
Tour = gira
Sold out = entradas agotadas
Pop-up (en internet)= ventana emergente
Libro pop-up = libro con ilustraciones animadas o en 3D
Tienda pop-up = tienda efímera o fugaz
Startup = empresa emergente
Stock = existencias, suministro
Merchandise = mercancía, mercadería, productos de publicidad de una marca o persona.
Banner = publicidad en internet
Eslogan = lema publicitario
Retail= venta al por menor