Doctor en Sociolog�a D. Enrique F. Area Sacristan

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Doctor D. Enrique Area Sacristan
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La Teoria de Tajfel y la Teoria Socioestructural

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TEORÍAS PSICOSOCIALES APLICADAS: LA TEORÍA DE TAJFEL Y LA TEORIA SOCIOESTRUCTURAL

PSICOSOCIALES THEORIES APPLIED: TAJFEL THEORY AND SOCIOESTRUCTURAL THEORY

 

Enrique Area Sacristán

Doctor por la Universidad de Salamanca. Comandante de Infantería. Escuela de Guerra del Ejército de Tierra. Departamento de Estrategia y Organización

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PALABRAS CLAVES: Nacionalismos, autodeterminación, pluralismo cultural, teorías psicosociales aplicadas.

 

KEY BOARDS: Nationalisms, autodetermination, cultural pluralism, independence, psicosocial theories applied.

 

CUERPO

Teoría de la categorización social y la influencia grupal de Tajfel.

Introducción.[1]

Es Henri Tajfel quien introduce el problema de la categorización social[2], y por esta vía, la identidad y los prejuicios como temas relevantes para el pensamiento psicosocial. A grandes rasgos va a señalar la constitución intersubjetiva de la identidad tanto desde el punto de vista social como individual. Así, son los procesos de comparación intra e intergrupal aquellos que crean los cimientos de la identidad y de la categorización, es decir la formación del "quienes somos socialmente" y del "quienes son los otros socialmente", acciones explícitamente clasificatorias del mundo social.

El prejuicio sería, en este marco explicativo de teorías psico-sociales, una resultante de la comparación entre el adentro y el afuera de los grupos sociales que tomáramos como de referencia y, de forma concomitante, la opción descriptiva que un grupo adopta para poder dar cuenta de su lugar social desde un lugar exterior al referido.

El rechazo Inter-grupos a través de los marginales es lo que nos explica Tajfel a través de su teoría de la categorización social.

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La construcción psico-social no deja de ser un concepto complejo, porque intervienen en él, las representaciones, que se generan en toda Sociedad, y mediante las cuales se organizan las relaciones sociales y las condiciones de existencia de los individuos y grupos. Esta construcción es un proceso de conocimiento que origina y organiza las percepciones que se tiene de las personas y que cristaliza en actitudes, valores, prejuicios y prácticas sociales. Contribuyendo a las formas de acción social, a la asignación/reasignación de roles y a la conformación de las identidades.

Ahora bien, los procesos cognitivos en el prejuicio –según Tajfel- son tres:

Categorización social. Está vinculada con los estereotipos[3] que surgen de un proceso de categorización, introducen simplicidad y orden donde hay complejidad y variación casi al azar. Representa una tendencia hacia la simplificación. Juicios comparativos. Dimensiones asociadas subjetivamente a grupos o personas.

Asimilación. Contenido de las categorías a las que se asigna la gente en virtud de su identidad social. Aprendizaje de las evaluaciones (o preferencias) y el equilibrio que tiene lugar tempranamente en la vida entre la identificación del niño o de la niña con su propio grupo y la presión de nociones acerca de grupos variados, incluyendo el suyo propio.

Búsqueda de coherencia. Si el individuo tiene que ajustarse al flujo del cambio social, tiene que tratar de entenderlo. Con el fin de enfrentarse al cambio, la persona tiene que hacer atribuciones constantes a causa de los procesos. Estas atribuciones tienen que servir para dos criterios: equipararle para que se enfrente con nuevas situaciones, de modo que parezca consistente para él, y tiene que hacerlo de modo que le preserve en la medida de lo posible, su integridad y su autoimagen.

Dos tipos de cambios (y consecuentemente de necesidad de ajuste cognitivo al cambio). El primero, consiste en las circunstancias cambiantes del individuo dentro del grupo o grupos a que pertenece. El segundo, en los aspectos de las relaciones cambiantes de su grupo con otros grupos que afectan directamente a ciertos aspectos importantes de su vida. En ambos casos, necesita construir una estructura cognitiva que le proporcione una explicación satisfactoria de las causas del cambio.

 

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Realizando una abstracción del citado artículo, podemos afirmar que esta teoría de la categorización social tiene fundamento de aplicación en esta tesis dado que la Sociedad sigue considerando a los militares como "violentos, intransigentes y antidemocráticos". La percepción social se mueve en extremos entre el rechazo a priori, consecuencia de prejuicios adquiridos[4] durante decadas o inculcados por los responsables de la educación, el maltrato que de éstas realizan los medios de comunicación de masas, y la admiración minoritaria.

En estas circunstancias es francamente difícil que se produzca la tan nombrada integración de las Fuerzas Armadas en la Sociedad y, ni mucho menos, la profesionalización de la Institución Militar por los prejuicios adquiridos hacia ella en el ámbito político y popular, y por incumplirse los tres factores esenciales de toda profesionalización de cualquier actividad: el refuerzo Institucional[5], el reconocimiento social de la actividad que realizan[6] y la autopercepción identificante.[7]

De esta manera, podemos incluir al grupo “los militares” entre los que la Sociedad ha adquirido prejuicios propios del pasado, del desconocimiento del presente, de la desinformación, de la información sesgada o malintencionada de los medios de comunicación y de un secretismo en el trabajo propio de la Institución.

Para finalizar, debería quedar bien claro, que la aceptación social de esta Institución es una responsabilidad de todos y señalar que es necesaria nuestra voluntad para propiciar la misma, a la que por otro lado, tienen todo el derecho. Debemos aceptar los idearios y moral de las personas que la conforman y eliminar de los procesos cognitivos los planteamientos parciales y polarizados mostrados como un defecto, ya que la identificación con la Defensa Nacional y el orgullo de pertenecer a la Nación Española debe ser compartida por toda la Sociedad.

 

Teoría y aplicación.

La teoría de la identidad social fue formulada por Henri Tajfel y John Turner en 1979 con la finalidad de explicar el comportamiento de grupos numerosos, como pueden ser las clases o las categorías sociales, y la tendencia que se da en estas agrupaciones de favorecer a los miembros de un mismo grupo (endogrupo), discriminando a aquellos que no pertenecen a éste (exogrupo).

En sus experimentos (cuya influencia ha sido notable en el terreno de la psicología social), Tajfel y Turner crearon grupos mínimos, esto es, grupos creados según una serie de condiciones ‘mínimas’. Estas condiciones mínimas intentaban eliminar todas las posibles variables relacionadas con las tendencias de los grupos e incluían los siguientes criterios (Shiffman y Wicklund, 1992): los miembros del grupo no mantenían interacción cara a cara y no se conocía la identidad personal de los miembros del grupo. No había ventajas de pertenecer a un grupo determinado, ni razón lógica para tener una actitud negativa hacia el grupo. Por último, no había ventaja ni beneficio individual como resultado de una determinada respuesta.

Los experimentos llevados a cabo mostraron que, a pesar de las estrictas condiciones de los grupos mínimos, los individuos, cuando eran asignados a un grupo (el criterio utilizado fue estético: preferir un cuadro de Klee o de Kandinski), tendían a pensar que ese grupo era mejor que otro grupo alternativo. Los individuos creían compartir características similares a los miembros de su grupo, considerándose distintos a los miembros de otros grupos. Sus resultados les llevaron a dos conclusiones: en primer lugar, los individuos tendemos a clasificar a las personas en categorías o grupos sociales. Una vez que nuestro mundo social está dividido, tendemos a acentuar las barreras entre grupos subrayando las igualdades con nuestro grupo y las diferencias intergrupales (Aron & McLaughlin, 2001: 95).

En segundo lugar, Tajfel y Turner observaron que los miembros del grupo aumentaban su autoestima y evaluaban a los miembros del endogrupo más favorablemente (Tajfel & Turner, 1986). Este comportamiento puede ser debido a que los seres humanos tienen una necesidad básica de establecer y mantener una identidad positiva mediante una autoestima positiva. Martinot, Redersdoff, Guimond y Dif observaron que las personas que pertenecen a grupos minoritarios o discriminados (afroamericanos, mujeres, homosexuales) tienden a compararse con miembros del endogrupo con el fin de proteger su autoestima, evitando la comparación con miembros del exogrupo que pudieran ser considerados como más afortunados.

Estas dos conclusiones tienen una consecuencia importante en las relaciones intergrupales. Cuando los individuos se identifican con un grupo y observan al resto como miembros de otro grupo distinto al propio, se tiende a despersonalizar a los demás, considerándolos como personas que reaccionan de un modo determinado por pertenecer a un determinado grupo y no como individuos con rasgos personales o diferencias con su propio grupo. Siguiendo la teoría de la identidad social se crean estereotipos y prejuicios entre los grupos debido a la división entre endogrupos y exogrupos.

 

Conclusiones.

.- La identidad es, por encima de todo, un dilema. Un dilema entre la singularidad de uno/a mismo/a y la similitud con nuestros congéneres, entre la especificidad de la propia persona y la semejanza con los/as otros, entre las peculiaridades de nuestra forma de ser o sentir y la homogeneidad del comportamiento, entre lo uno y lo múltiple.

.- La identidad es también un constructo relativo al contexto sociohistórico en el que se produce, un constructo problemático en su conceptualización y de muy difícil aprehensión desde nuestras diferentes formas de teorizar la realidad social.

.- Pero existe otro aspecto de la identidad que no se refiere únicamente a la singularidad de la persona, sino a la pluralidad del grupo o de la comunidad. Por oposición y complementariedad a la identidad personal se habla comúnmente de identidad social. La idea de identidad social remite a la experiencia de lo grupal, del “nosotros”, remite también a los vínculos o como decimos en un lenguaje social más contemporáneo, a las redes.

.- Sin duda, en el marco de la Psicología social convencional, la aportación más característica al estudio de la identidad ha sido la de Tajfel (1981) con su Teoría de la identidad Social y posteriormente las derivaciones de la misma en términos de la Teoría de la autocategorización (Turner, 1987).

.- Tajfel define la identidad social como la conciencia que tenemos las personas de pertenecer a un grupo o categoría social, unido a la valoración de dicha pertenencia. La valoración positiva o negativa sustenta respectivamente una identidad social positiva o negativa. Tal polaridad está determinada por el mantenimiento con éxito o no, de una distintividad positiva. La distintividad se fundamenta en dos procesos de naturaleza complementaria, la comparación y la competición sociales. Uno de los más importantes aportes que Tajfel realizó, a mi juicio, tiene que ver precisamente con el segundo de ellos, la competición. En efecto, aunque ya estaba sobradamente descrita en la literatura sociológica la competición social por recursos objetivos escasos, él incorporó la idea de una competición simbólica por recursos no necesariamente objetivos, sino de naturaleza simbólica. De la conjunción de ambos procesos proviene pues una Identidad social positiva o negativa que predice, además, comportamientos tendentes a restaurar la valoración positiva cuando está en entredicho o es directamente negativa, como son las estrategias de cambio social y las de movilidad social.

.- Si bien Tajfel ofreció estas herramientas conceptuales aplicables únicamente a un contexto social bi-categorial aun sabiendo que tales contextos son escasos, pueden ser abstraídos con facilidad a contextos más “realistas” dónde existan simultáneamente gran número de categorías y grupos sociales. Las recientes aportaciones de S.Reicher para el caso del comportamiento colectivo (1987, 1993) permiten ampliar la capacidad interpretativas de estas herramientas conceptuales más allá de una consideración esencialista y continuada de la identidad social. En efecto, la descripción de “identidades sociales puntuales” que se generarían espontáneamente en situaciones de comportamiento colectivo arrojan nueva luz y desencializan la noción de identidad social haciéndola contextualmente dependiente.

.- Podemos sintetizar la teoría de la categorización social según la siguiente estructura:

 

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PSICOLOGIA DE LOS GRUPOS: Identidad e interdependencia social y Conflicto.

Amalio Blanco, Amparo Caballero y Luis de la Corte. Madrid (2004), Prentice Hall

 

 

Teoría socio-estructural.

Introducción.[8]

Según Andrés A. de la Cruz Gamonal[9], una organización tiene tres componentes íntimamente ligados:

1.- Un sistema socio-estructural compuesto de interacciones de las estructuras formales, de las estrategias, políticas y procesos gerenciales, así como de todos los elementos auxiliares de la vida y del funcionamiento organizacional (objetivos y metas formales, estructuras de autoridad y de poder, mecanismos de control, motivación y recompensas, procesos de selección, de reclutamiento y formación, etc.).

2. Un sistema cultural que reúne los aspectos expresivos y afectivos de la organización en un sistema colectivo de significados simbólicos: los mitos, las ideologías y los valores. Comprende también los artefactos culturales (ritos, ceremonias y costumbres; metáforas, acrónimos, léxicos y eslóganes; cuentos, leyendas y folclore organizacional; emblemas, arquitectura, etc.).

figura4

Fuente: http://sisbib.unmsm.edu.pe/BibVirtual/Publicaciones/administracion/v02_n4/imag_cultura.htm#Figura1


Este sistema cultural tiene la influencia de la sociedad que lo rodea, por el pasado de la organización y por los diversos factores de contingencia. Evoluciona también bajo la acción de los funcionarios predominantes actuales y la interacción dinámica entre sus elementos culturales y estructurales.
Este autor, propone una definición de nociones tan controvertidas como mitos, ideología y valores, con miras a la orientación simbólica de nuestro concepto:
Los mitos, "esas máquinas para la supresión del tiempo" (Lévi-Strauss[10]), establecen los vínculos afectivos duraderos entre un pasado venerado y la realidad actual, justificando y normalizando así las acciones y los líderes presentes. Cohen definía el mito como un relato, en gran parte ficticio, que trata de orígenes y transformaciones, expresados en términos simbólicos y a los cuales se atribuye un carácter sagrado. La ideología es un sistema coherente de creencias, que da explicaciones generales convincentes, a veces míticas, de la realidad social; ella justifica el orden social actual o propone metas radicalmente diferentes (por ejemplo, ideología revolucionaria), pero exhorta sin equívocos a la acción colectiva.  Los Valores son interpretaciones simbólicas de la realidad, que prestan un significado a la acción y establecen normas de comportamiento social. Los valores son elementos constitutivos de la ideología que se integran en un sistema coherente de creencias. Pero los valores son también la expresión más concreta de la ideología. Así pues, las ideologías emplean los valores como apoyo y como herramientas de expresión, y que pueden existir independientemente de toda ideología. Aunque no todas las organizaciones cultivan mitos e ideologías, todas tienen la tendencia a adoptar y mantener su propio sistema de valores y de las construcciones simbólicas correspondientes.           

3. Los individuos de la organización, dotados de personalidad, de experiencias y talentos propios, quienes según su estatuto y su posición jerárquica, pueden contribuir a la elaboración y modificación del sentido de la cultura. Todos los miembros de una organización, cualquiera sea su función, tienden a elaborar una imagen coherente de la realidad con el fin de comprender el universo organizacional. El tipo de relación con el sistema cultural (competencia cultural) y el grado de participación en el sistema colectivo de significados, pueden variar de un empleado a otro, según las particularidades y la propia experiencia. No obstante, como todos los empleados construyen sus significados a partir de materias primas culturales proporcionadas por la organización, un grado considerable de compartimiento de significados se desarrolla inevitablemente entre los que permanecen por largo tiempo en un mismo medio social.

Entre el sistema cultural y el sistema socio-estructural de la organización, generalmente existe una relación de apoyo compleja, que puede llegar a ser una fuente importante de tensión y presión cuando la organización deba adaptarse rápidamente a circunstancias nuevas, productos de un medio social, político y cultural especifico, así como de particularidades históricas de la organización y de una diversidad de contingencias. El sistema cultural y el sistema socio-estructural deberían desarrollarse de manera armoniosa y concomitante, el primero para justificar al segundo y el segundo para sostener y reforzar al primero. Sin embargo, esta relación puede perturbarse cuando sobrevengan cambios importantes en el ambiente, repentina o gradualmente y sin que la organización los observe, al menos durante cierto tiempo.

Conclusiones.       
Cuando se observan cambios en estos sistemas, tratamos de adaptarnos a ellos modificando el sistema socio-estructural formal. Ahora bien, estos cambios no tienen sentido ni justificación en el sistema cultural. De allí resulta a veces cierta disonancia y una desincronización entre los dos sistemas. Las consecuencias de esa tensión entre los dos sistemas pueden ser más o menos graves, y van desde una perdida temporal de eficacia hasta el marasmo crónico, la decadencia o la revolución cultural.        
De esta manera, la cultura organizacional es una herramienta eficaz para la interpretación de la vida y del comportamiento organizacional y para la comprensión de los procesos de decadencia, adaptación y cambio radical en las organizaciones. Porque las organizaciones son, de manera ejemplar a la vez creaciones sociales y creadoras de significados.          
Un buen número de obras que tratan sobre las organizaciones, incluso ciertos clásicos, consideran de manera implícita que las organizaciones son sistemas socioculturales con un componente cultural que se supone isomorfo coherente con su componente social o estructural.

La aplicación de esta teoría a nuestro estudio esta plenamente justificada por no producirse un apoyo, por existir una disonancia del Sistema cultural de la Sociedad hacia el socio-estructural que en este caso es la Institución Militar como Organización.

 

BIBLIOGRAFÍA

Cano Hevía, Juan Teniente General ,“La crisis del Servicio Militar”, ponencia presentada a las I Jornadas Defensa y Juventud: Servicio Militar organizadas por la Fundación “José Canalejas” en Madrid, Mayo de 1988..

Cosidó, Ignacio, “El Servicio Militar en los 90”, Capítulo III, Fundación “José Canalejas”, 1990.

Nómadas- Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas 11-2005/1| Rubio Arribas, Francisco J., Universidad Complutense de Madrid.

Soteras, Ana, sobre mejora de la habitabilidad en los cuarteles ver: “Cuarteles para el siglo XXI”, Revista española de Defensa, nº 9, noviembre 1988.

Tajfel, H. Social Identity and Intergroup Relations, U.S.A.:Cambridge University Press. (1982) Tajfel, H., Flament, M. C., Billig, M. & Bundy, R. P. "Social Categorization and Intergroup Behavior", European Journal of Social Psychology, (1971), pp.149-178.

http://sisbib.unmsm.edu.pe/BibVirtual/Publicaciones/administracion/v02_n4/imag_cultura.htm

 


[1] Extractado y aplicado al caso de Nómadas- Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas 11-2005/1| Rubio Arribas, Francisco J., Universidad Complutense de Madrid.

[2] Ver Tajfel, H. Social Identity and Intergroup Relations, U.S.A.:Cambridge University Press. (1982) Tajfel, H., Flament, M. C., Billig, M. & Bundy, R. P. "Social Categorization and Intergroup Behavior", European Journal of Social Psychology, (1971), pp.149-178.

 

[3] Opinión o concepción muy simplificada de algo o alguien.

[4] “... nuestros soldados forzosos han estado durante mucho tiempo entre los peores vestidos, alimentados y pagados de Europa. Esta situación ha mejorado bastante últimamente, pero no lo suficiente. En la Sociedad se ha ido creando la conciencia de que eso es natural y de que el joven  que va a hacer el Servicio Militar tiene que ser ayudado por su familia (...).” En “La crisis del Servicio Militar”, ponencia presentada a las I Jornadas Defensa y Juventud: Servicio Militar organizadas por la Fundación “José Canalejas” en Madrid, Mayo de 1988. Teniente General Cano Hevía, Juan.

Sobre mejora de la habitabilidad en los cuarteles ver: Soteras, Ana, “Cuarteles para el siglo XXI”, Revista española de Defensa, nº 9, noviembre 1988.

Sobre percepciones del Servicio Militar, ver Cosidó, Ignacio, “El Servicio Militar en los 90”, Capítulo III, Fundación “José Canalejas”, 1990.

[5] De todos es sabido el rechazo en determinadas Regiones Autónomas a los representantes militares en los actos Institucionales de otras de ámbito civil por representar, según los Artículos 8º y 30ª de la CE, a los defensores de la Unidad de España.

[6] Lo militar es prácticamente desconocido y, por tanto, difícilmente reconocido.

[7] El orgullo de pertenecer a una Institución plenamente reconocida, que se traduce en las Clases de Tropa en el orgullo de servir en una Unidad.

[9] Licenciado en Administración, egresado de San Marcos. Maestrías y Doctorado realizados en la Universidad de Chile y en la UNMSM, con auspicio de la Organización de Estados Americanos; Director de la Escuela Académico Profesional de Administración y miembro del Instituto de Investigaciones de la Facultad de Ciencias Administrativas de la UNMSM.

[10] Claude Lévi-Strauss nació en Bruselas y estudió Derecho y Filosofía en la Sorbona. No continuó sus estudios de Derecho, sino los de filosofía en 1931. Después de unos pocos años de enseñanza secundaria, tomó una oferta de última hora para ser parte de la misión cultural francesa en Brasil, país al que serviría como profesor visitante en la Universidad de Sao Paulo.

Vivió en Brasil desde 1935 a 1939. Fue durante este tiempo cuando llevó a cabo su primer trabajo de campo etnográfico, dirigiendo búsquedas periódicas en el Mato Grosso y la selva tropical amazónica. Ésta fue la experiencia que cimentó la identidad de Lévi-Strauss como profesional de la antropología.

Llamado a Francia en 1944 por el Ministro de Asuntos Exteriores, volvió a Estados Unidos en 1945. Tras un breve paso por la Embajada Francesa de Washington como adjunto cultural (1946–1947), regresó a París para doctorarse tras presentar tesina y tesis (1948). Los años en Nueva York le sirvieron para formarse en muchos aspectos, su relación con Roman Jakobson le ayudó a dar forma a sus teorías (A Roman Jakobson y Lévi-Strauss se les considera las figuras centrales del estructuralismo). Además, colegas antropólogos como Franz Boas lo introdujeron en la Antropología estadounidense.

Los años de la guerra fueron muy formativos para Lévi-Strauss en varios aspectos. Su relación con Jakobson ayudó a configurar su perspectiva teórica (Jakobson y Lévi-Strauss eran considerados dos figuras en las que el estructuralismo estaba basado. En suma, Lévi-Strauss estaba también expuesto a la antropología americana de Franz Boas, quien enseñó en la Universidad de Columbia. Esto dio a su trabajo una inclinación que facilitó su aceptación en EE UU. Después de un breve lapso desde 1946 a 1947, Lévi-Strauss regresó a París en 1948. Esto era a la vez que recibía su doctorado de la Sorbona, por su tesis «mayor» y «menor». [[Las estructuras elementales de parentesco]] y [[La vida familiar y social de los indios Nambikwara]].

Esta última obra fue publicada al siguiente año e instantáneamente fue reconocida como una de las más importantes de la antropología, con una crítica favorable de Simone de Beauvoir, quien la vio como un importante estudio de la posición de la mujer en las culturas no occidentales. Una obra con título análogo a la famosa [[Las formas elementales de la vida religiosa]], de Émile Durkheim, Las estructuras elementales reexaminó cómo las personas organizaban sus familias. Mientras los antropólogos británicos como Alfred Reginald Radcliffe-Brown sostenían que los parentescos estaban basados en la ascendencia de un ancestro común, Lévi-Strauss pensaba que estos parentescos tenían más que ver con la alianza entre dos familias, cuando la mujer de un grupo se casaba con el hombre de otro.

Entre 1940 y principios de 1950, Lévi-Strauss continuó publicando y cosechó un éxito considerable. Con su regreso a Francia, se implicó en la administración del CNRS y el Museo del Hombre, antes de llegar a ocupar un puesto en la École Pratique des Hautes Études.

 

 

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