La Población y el Nacionalismo Vasco

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LA POBLACIÓN Y EL NACIONALISMO VASCO, GALLEGO Y CATALÁN

POPULATION AND BASQUE NATIONALISM

 

Enrique Area Sacristán

Doctor por la Universidad de Salamanca. Comandante de Infantería. Escuela de Guerra del Ejército de Tierra. Departamento de Estrategia y Organización

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RESUMEN: Los principios nacionalistas defienden un pueblo o una etnia unida por rasgos y características basadas en la lengua, la raza, la cultura y la religión. Es el caso que en España tenemos tres Comunidades Autónomas en las que una parte de la población se siente étnicamente diferente al resto de la población española, Vascongadas, Cataluña y Galicia. Analizando la lengua, la heterogamia, la homogamia, la aloctonía y la autoctonia, pretendemos determinar qué "pueblos" diferentes a los Iberos propiamente dichos pueden existir, siendo extremadamente importante lo que Obieta determina como la autodefinición o el derecho a la autodefinición.

El caso Vasco puede ser uno de los más interesantes a la hora de su análisis dada la cantidad de originarios advenedizos que se han sumado a las tesis nacionalistas durante finales del siglo XIX y todo el siglo XX, en el que nos vamos a centrar, siendo conscientes que similares movimientos se producen en las tres Comunidades mencionadas.

 

PALABRAS CLAVES: Nacionalismos, autodeterminación, pluralismo cultural, independencia.

 

ABSTRACT The early nationalists defend a people or an ethnic group united by features and features based on language, race, culture and religion. The fact is that in Spain there are three autonomous regions in that part of the population feel ethnically different from other Spanish people, Basque Country, Catalonia and Galicia. Analyzing language, heterogamy, homogamy, the autochthonous aloctonia and wanted to determine what "people" different from the Iberians as such can exist, still extremely important what Obieta determined as the self or the right to self-definition.

The Basque case may be one of the most interesting at the time of analysis given the amount of originating newcomers who have joined the nationalist thesis during the late nineteenth and the twentieth century, being aware that similar movements may be occurring in the three communities mentioned

KEY BOARDS: Nationalisms, autodetermination, cultural pluralism, independence, right of self

 

Principios Doctrinales de las Naciones Unidas

Asumiendo matizaciones, se puede calificar el principio de las nacionalidades[1] enunciado por Pasquale Mancini en 1851 como el antepasado más directo de la primera formulación literal del derecho de autodeterminación.

 

El principio de las nacionalidades defendido por Mancini, jurista italiano, se basa en que “los sujetos del Derecho Internacional deben ser naciones étnicamente diferenciadas que, en función de su especificidad étnica, tienen el derecho irrefutable a dotarse de su propio Estado”.

Para aceptar la tesis de que el derecho de autodeterminación es una modernización del principio de las nacionalidades, en opinión de Guimón, habría que aceptar dos precisiones:

1º.- Según el principio de las nacionalidades, la legitimación reside en la predestinación o en el determinismo étnico mientras que la legitimación de la autodeterminación reside en la soberanía popular.

2º.- El derecho de autodeterminación apareció por primera vez en un texto de Marx y Engels refiriéndose a la independencia de Polonia, país multiétnico.

 

De ambas precisiones se desprende, según Guimón, que el derecho de autodeterminación, al contrario que el principio de las nacionalidades surgió desprovisto de toda connotación étnica.

Ante este cambio, Obieta Chalbaud, (1993), defensor a ultranza de la autodeterminación, afirma:

“Los habitantes del reino que hasta entonces habían sido franceses, bretones, gascones, vascos, catalanes, occitanos, alsacianos o corsos, súbditos leales y fieles en todo momento del rey de Francia, se convirtieron todos ellos de improviso y por voluntad de la Asamblea Nacional en ciudadanos simplemente franceses”

Y continúa diciendo que “a este conjunto de ciudadanos franceses, que seguían siendo diversos en lo más íntimo de su ser por sus lenguas y culturas ancestrales, pero que, sin embargo, aparecían jurídicamente uniformados por obra de una simple ley, se le dio el nombre de nación.”

En contra de lo que afirma Herrero de Miñón el constitucionalismo de la revolución de 1879 no usa formalmente el término autodeterminación de los pueblos, aunque si instituye el novedoso principio de que la cesión, anexión o conquista de territorios no constituían un acto legítimo y exigía la celebración de un plebiscito popular para legitimar esos cambios de soberanía.

Cuando los revolucionarios franceses idearon la consulta plebiscitaría, es evidente que no estaban pensando que esa vía pudiera legitimar la secesión de un pueblo que dañara la unidad territorial de Francia.

Por otra parte, conviene hacer referencia a la autodeterminación de los pueblos en la concepción marxista, ya que “los factores geográficos y culturales no justificaban la creación de un Estado; por el contrario, un requisito imprescindible es la capacidad de la nación para estimular el desarrollo económico y el progreso social. Por lo tanto, Marx rechaza el carácter natural de las naciones y defiende el derecho de autodeterminación para aquellas que fuesen viables desde el punto de vista económico. Así mismo, entiende que las pequeñas naciones son un obstáculo para el progreso y justifica la asimilación de éstas por los Estados más grandes y avanzados”.

Por otro lado, parece que hay una coincidencia poco discutida, opina Abascal Conde, (2005), en que el apoyo de Marx a determinados movimientos nacionalistas siempre obedeció a una cuestión táctica[2] y  no a los principios políticos del mismo.

Resulta de interés para este trabajo, la diferencia expresa que hace Engels, y recoge Guimón entre la petición de secesión para Polonia en 1866 y el principio de las nacionalidades: “Si la gente dice que la petición de Restauración de Polonia es un llamamiento al principio de las nacionalidades, están demostrando que no saben de qué están hablando, porque la Restauración de Polonia significa el restablecimiento de un Estado compuesto de, por lo menos, cuatro diferentes nacionalidades”.

Así mismo, Vladimir Ilich Ulianov, Lenin, realizó en su obra una defensa del derecho de autodeterminación, entendido como derecho a la secesión y a la constitución de Estados nacionales. Pero dicha formulación, según Abascal no evitó que Lenin apostara siempre por los Estados grandes y con una organización territorial centralizada debido a su viabilidad económica.

Hasta tal punto creyó Lenin en la centralización que rechazó fórmulas como el federalismo y la autonomía cultural.

Rechazó la autonomía cultural porque “para la concepción leninista, lo que defiende en último caso la idea de autonomía cultural es el nacionalismo burgués y fomenta el enfrentamiento nacional, revelándose contraria al internacionalismo proletario, ya que supedita la ideología de los obreros de cada nación a su burguesía”

En todo caso, hay autores que señalan que fue la creencia en que las reivindicaciones nacionales podían utilizarse en la revolución del proletariado, lo que indujo a Lenin a sostener el derecho de secesión por las mismas razones tácticas aducidas anteriormente para Marx.

Entre las causas que provocaron el estallido de la Primera Gran Guerra figura, según Abascal la cuestión de las minorías nacionales y los nacionalismos disgregadores de los imperios. Esto situó en el centro de debate político, señala este autor, el derecho de autodeterminación de los pueblos.

La Sociedad de Naciones no defendió el derecho de autodeterminación como queda demostrado en el caso de Alemania y Austria a los que se prohibía específicamente su unión a pesar de que cultural y lingüísticamente se sentían identificados; lo que llevó a Hitler en 1924 a afirmar “Sí, autodeterminación para cada tribu negra, pero Alemania no cuenta tanto como una tribu negra”

La Carta de las Naciones Unidas, 1945, incluye por primera vez el derecho de autodeterminación en el artículo 1º, párrafo 2: “Fomentar entre las naciones relaciones de amistad, basadas en el respeto al principio de igualdad de derechos y al de la libre determinación de los pueblos, y tomar otras medidas adecuadas para fortalecer la paz universal.”

Asimismo se vuelve a repetir en el artículo 55: “ Con el propósito de crear las condiciones de bienestar y estabilidad necesarias para las relaciones pacíficas y amistosas entre las naciones, basadas en el respeto al principio de la igualdad de derechos y al de libre determinación de los pueblos.”

Ofrece una explicación de este derecho de determinación el documento explicativo que sobre la Carta elaboró la Conferencia de las Naciones Unidas (Doc. 343 I/1/16.Volumen VI, p. 296): “Por otra parte (...) este principio no es compatible con los propósitos de la Carta sino en la medida en que implica que los pueblos tienen el derecho de administrarse a sí mismos, pero no el derecho de secesión.”

El 14 de diciembre de 1960, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprueba una declaración sobre la independencia  a los Países y Pueblos coloniales en la Resolución 1514/15, en cuyo artículo 6º explica el significado dado al derecho de determinación en la misma declaración: “Todo intento encaminado a quebrantar total o parcialmente la unidad nacional y la integridad territorial de un país es incompatible con los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas.”

Recientemente, en diciembre de 1992, la Asamblea General de la O.N.U acordó la “Declaración sobre los derechos de las personas que pertenecen a minorías nacionales o étnicas, religiosas y lingüísticas”, de aplicación específica al tema que nos ocupa. En su artículo 8º, se afirma: “Nada en esta Declaración puede ser interpretado para permitir actividad alguna contraria a los propósitos de las Naciones Unidas, incluyendo la igualdad soberana, la integridad territorial y la independencia política de los Estados.”

En junio de 1993, se celebra en Viena la “Conferencia Mundial sobre Derechos Humanos” en la que se aprueba una explicita y matizada defensa del derecho de autodeterminación de los pueblos en el artículo 2º: “Teniendo en cuenta la situación particular de los pueblos bajo formas de dominación colonial o de otro tipo u ocupación extranjera, la Conferencia Mundial sobre Derechos Humanos reconoce el derecho de los pueblos a llevar a cabo cualquier tipo de acción legítima, de acuerdo con la Carta de las Naciones Unidas, para realizar su derecho inalienable de libre determinación. La Conferencia Mundial sobre Derechos Humanos no considera la negación del derecho de autodeterminación una violación de los derechos humanos y subraya la importancia de la realización efectiva de ese derecho.”

Y continúa: “Esto no será considerado para autorizar o emprender cualquier acción que pudiera desmembrar o dañar, totalmente o en parte, la integridad territorial o la unidad política de los estados soberanos e independientes que se conducen con el principio de igualdad de derechos y libre determinación de los pueblos y poseyendo así un gobierno representativo de todo el pueblo perteneciente al territorio sin distinción de ningún tipo.”

Por todo lo cual, se puede afirmar con Abascal Conde que las Naciones Unidas han reconocido el derecho de determinación desde 1945 hasta nuestros días para aplicarse a los pueblos bajo dominación colonial o víctimas de discriminación en Estados no democráticos, racistas o fundamentalistas, siendo la interpretación de la O.N.U en la práctica, mucho más reducida.

 

Pluralismo cultural en España: una breve Historia

Al principio de la Edad Moderna en España, el Estado nacional impuso una rígida homogeneización étnica, religiosa y cultural. Después de expulsar a las dos minorías más importantes, los judíos, exiliados por los Reyes Católicos en 1492, y los moriscos, desterrados por Felipe II en 1609, existe una población religiosamente homogénea, inconsciente de sus orígenes étnicos, y que asimiló fácilmente la pequeñas minorías inmigrantes[3]. Siempre han existido algunos grupos diferentes como los “agotes” en Navarra o los “vaqueiros de alzada” en Asturias, sin embargo la única minoría étnica claramente tradicional son los gitanos, que parece que llegaron a España al final de la Edad Media.

Su modo de vida nómada les has dispersado por todo el país aunque la mayor parte de comunidades gitanas se encuentran en Madrid, Barcelona y las ciudades más grandes del sur.

Como en otros países, los gitanos españoles han conservado desde hace siglos su propia organización cultural y social, basada en clases y linajes. El modelo tradicional de segregación es cada vez más difícil de mantener en áreas urbanas, donde su integración plantea problemas en escuelas, vecindarios, e incluso en comunidades locales.

La inmigración más reciente está dando paso a nuevas minorías étnicas todavía no definidas claramente. Mientras que los europeos no tienen problemas de incorporación, y la asimilación de latinoamericanos presenta pocas dificultades debido a su afinidad cultural con España, la integración de africanos y asiáticos es más conflictiva.

Los informes elaborados sobre este tema muestran que el nivel de hostilidad hacia los inmigrantes extranjeros en España es uno de los más bajos de Europa.

“La globalización y el multiculturalismo son dos realidades relacionadas. El aumento de las desigualdades económicas en el mundo ha conllevado la emigración desde las zonas menos desarrolladas hacia las más prósperas, lo que ha supuesto la llegada a los países occidentales de gentes con diversas culturas. Pero, al mismo tiempo, la globalización, en tanto encarnación del neoliberalismo económico, ha supuesto la erosión del Estado del Bienestar y de muchos derechos sociales y, en consecuencia, ha aumentado las desigualdades en el interior de los países desarrollados. De esta forma la integración socioeconómica y cultural de los inmigrantes se ve dificultada. Como resultado, se perfila un escenario con muchas sombras para la convivencia multicultural y la justicia social”[4]

Obieta señala que “el primer elemento constitutivo de un pueblo es el elemento personal. Al tratar de aplicar a este elemento el derecho de autodeterminación surge con frecuencia el problema de determinar, o definir, quiénes son los miembros que integran en realidad ese pueblo (...) Tratándose de definir a los miembros de un pueblo, tal realidad no puede ser otra que la presencia en ellos, en mayor o menor grado, de los dos elementos característicos de todo pueblo, el elemento objetivo y el elemento subjetivo. En principio, pues, serán miembros de cada grupo o pueblo todas aquellas personas que nacidas en él y establecidas en su territorio estén dotadas de los dos elementos dichos”.

Estado de la cuestión

Es, por tanto, muy importante realizar un estudio de los movimientos migratorios de la población en España, para determinar que “pueblos” diferenciados pueden existir siendo extremadamente importante lo que Obieta determina como la autodefinición o el “derecho a la autodefinición”.

Aplicando al caso de España los cinco tipos de tipología que se pueden dar, en función de su derecho de pertenencia o no al pueblo imaginario o la nación imaginaría definida por el esencialista Obieta, podemos afirmar que pueden existir en las Comunidades que exigen un reconocimiento nacional, los siguientes:

a.- Originarios con conciencia nacional de la presunta Nación que se quiere constituir con un Estado propio.

b.- Originarios sin esa conciencia nacional.

c.- Originarios con conciencia nacional española.

d.- Originarios advenedizos con conciencia nacional de la presunta Nación que se quiere constituir con un Estado propio.

e.- Originarios advenedizos con conciencia nacional española.

Comenzaré aportando datos de las migraciones mundiales para pasar directamente a las migraciones interiores en España por ser la Nación objeto de estudio donde se da el caso de que parte de la población de determinadas Comunidades se quiere autodefinir diferenciada de la española en base a la lengua, la raza, la historia  y el territorio.

La Tabla 2 muestra que los desplazamientos de población por causas extraordinarias no tienen como destino principal occidente, sino los países del entorno geográfico. De este forma, Asia y África se convierten en los principales receptores de población refugiada, muy por encima de los países desarrollados, a pesar de la insistente retórica que sitúa a Europa como principal afectada por las olas migratorias.

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Tabla 2.- Cálculo aproximado de refugiados por grandes regiones (en miles).

Fuente: Anuario de Estadísticas de Extranjería. Servidor web del INE: www.ine.es.

Carlos M. Abella Vázquez. Universidad de La Coruña

 

Existe una realidad que tiende a olvidarse: que una parte muy importante de los movimientos migratorios se da entre los países desarrollados.[5]

La regla general europea parece ser ésa. Tomando como muestra algunos países significativos, parece más bien que la regla consiste en un aumento continuado de la concentración espacial de la población desde 1800 hasta nuestros días. Además, la comparación entre las densidades demográficas de partida y las densidades actuales revela importantes diferencias de magnitud, pero no de orden[6]. Dicho de otro modo, las posiciones relativas de las regiones han tendido a mantenerse a lo largo del proceso de industrialización.[7]

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Tabla 3.- Movimientos migratorios

Fuente: ACNUR (2000) Carlos M. Abella Vázquez Universidad de La Coruña

 

Los países de la Península Ibérica destacan por la elevada concentración espacial de su población, y en particular por la intensidad con que el proceso de industrialización tendió a profundizar las disparidades demográficas legadas por el periodo preindustrial. Tanto en España como en Portugal, la concentración demográfica aumentó levemente entre mediados del siglo XIX y mediados del siglo XX, lo cual se corresponde con fases de crecimiento económico y cambio estructural no muy acentuados. Durante el tercer cuarto del siglo XX, en cambio, estos países registraron sus “etapas doradas” de crecimiento, convergiendo con claridad con respecto a los países del centro europeo y completando los cambios estructurales kuznetsianos. Este periodo de crecimiento acelerado se correspondió con un gran aumento de las disparidades demográficas regionales y provinciales. Cuando el crecimiento se desaceleró durante el último cuarto del siglo XX, la concentración demográfica prosiguió, pero de nuevo a un ritmo pausado.[8]

cuadro1cuadro2cuadro3

                              Cuadro 1.-                                Cuadro 2.-                                Cuadro 3.-

Como se puede ver en la tabla nº 3, reflejada gráficamente en el cuadro 1, 2 y 3, la cantidad de extranjeros residentes en España se ha duplicado en un periodo de cinco años. La mayor parte de estos, escogen como residencia las Comunidades de Madrid y de la costa Mediterránea, sobresaliendo la Comunidad de Cataluña en la franja costera.

Esta distribución de la población inmigrante queda especificada en la Tabla nº 4, diferenciando aquella que se acoge al régimen general de residencia de la que se encuentra dentro del régimen comunitario; lo que nos puede indicar cual es el índice de homogeneidad de la Sociedad Española con respecto a la extranjería.

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tabla4b

“Secretaría de Estado de emigración e inmigración http://www.extranjeros.mtas.es

Finalmente podemos ver  las migraciones por Provincias y Regiones Autónomas hasta el año 2005 diferenciando entre el Régimen General y el Régimen Comunitario que nos puede indicar la relación que existe en los mal llamados “Territorios Históricos” entre la población migrante de otros Países con respecto a los oriundos advenedizos

Podemos concluir, a la vista de los datos del cuadro numérico de extranjeros en España y su distribución que existe una homogeneidad muy acusada en todas las Comunidades de España con respecto a la inmigración de europeos, no existiendo minorías desde el punto de vista de las migraciones de extranjeros a España que puedan resultar un problema sociocultural por ser integrantes de la Comunidad Europea; así mismo, podemos afirmar que no existen problemas de minorías de origen americano debido a que éstos comparten valores y características inculcadas durante siglos durante el periodo de colonización como la lengua o la religión.

 

El único foco que produce una mínima heterogeneización de la Sociedad española es la derivada de las migraciones procedentes de África, fundamentalmente de Marruecos cuya cultura y lengua son completamente diferentes.

Especificado y demostrado numéricamente que las migraciones europeas y americanas exteriores no influyen, desde mi punto de vista, en la existencia de grupos étnicos que no puedan ser absorbidos por la homogénea Sociedad española, vamos a estudiar las migraciones interiores de los dos momentos en las que se produjeron a lo largo del s.XX que demuestran de la misma manera la homogeneidad de la misma:

a.- Las migraciones producidas por la primera industrialización de los años 30.

b.- Las migraciones producidas por la segunda industrialización de los años 60.

 

Migraciones Interiores[9]: la autoctonía y la aloctonía.

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Tabla nº 5

Fuentes: NADAL, J. (1976); Censos de población.

Respecto a la primera industrialización de finales del s. XIX y principios del XX, podemos apreciar que al final de la época de las migraciones un altísimo porcentaje de la población de las provincias origen de los problemas de unidad que sufre nuestra Nación en los momentos actuales habían nacido en otras regiones, como se desprende de la tabla nº 5  y que a lo largo del s. XX se integraron en las provincias de destino.

Hoy día, España ha completado en lo esencial los principales cambios kuznetsianos. La transformación secular experimentada por su economía y su sociedad a lo largo del último siglo y medio es, a buen seguro, la más intensa de su historia. Pero uno de los rasgos que permanece son las disparidades demográficas, y el mapa de las mismas sigue reproduciendo contrastes regionales bastante similares a los ya presentes en 1860. España es ahora un país con más de 80 habitantes por km2 (si bien esto sigue siendo una densidad baja para el estándar europeo) pero pocas provincias tienen en efecto 80 habitantes por km2. Este aspecto es aún más acusado que en 1860. Hoy día, Madrid y Barcelona cuentan con más de 600 habitantes por km2, Vizcaya con más de 500; el umbral de 200 es superado por las provincias mediterráneas de Valencia y Alicante y las dos provincias de las Islas Canarias. A muy escasa distancia geográfica de Valencia, la provincia aragonesa de Teruel tiene hoy tan sólo 9 habitantes por km2. La desertización demográfica alcanza extremos similares en la vecina provincia castellano-leonesa de Soria. Pero ambas provincias están lejos de ser excepciones anómalas. Antes al contrario, la situación actual devuelve magnificado el tradicional contraste entre una periferia litoral densamente poblada (al menos para la media española) y un interior despoblado cuya población a migrado principalmente a las Comunidades de Madrid, Cataluña y País Vasco.

Los datos sobre movilidad recogidos tanto en censos de población y renovaciones padronales como por la EVR, Estadística de Variaciones Residenciales, desde 1961, ponen de relieve que, desde principios de la década de los sesenta hasta la actualidad, se han producido más de veinte millones de cambios de residencia entre municipios españoles. Si a ellos sumamos los diez millones estimados para el período 1900-1960, se puede hablar de una cifra superior a los treinta millones de desplazamientos internos en el último siglo.

Si bien durante épocas precedentes de nuestra historia se produjeron en España corrientes migratorias internas de cierta relevancia, no será hasta el último tercio del siglo XIX cuando comiencen a ser cuantitativamente importantes y adquieran un carácter permanente. A partir de este momento, las migraciones interiores se mantendrán casi ininterrumpidamente hasta la actualidad, aunque con notables cambios en su intensidad y en sus propias características.

En las últimas décadas del siglo XIX se produce un progresivo deterioro de la población rural española como consecuencia de diversos factores, entre ellos la crisis de determinadas producciones agrarias (el caso de la vid, afectada por la filoxera, es emblemático) y la progresiva mecanización (aunque aún incipiente) de las labores agrícolas (especialmente la siega del trigo, que era hasta entonces una de las principales causas de la movilidad interior). Como resultado, desde el último tercio del siglo XIX se inicia una corriente migratoria desde las áreas rurales españolas que va a tener como destinos preferentes: por una parte, los países de Ultramar, y, por otro, los focos urbano-industriales españoles. Si hasta la Primera Guerra Mundial la corriente ultramarina es la de mayor importancia, a partir de 1915 se produce un notable desarrollo de las migraciones dirigidas a los pujantes focos industriales (beneficiados por la guerra mundial) del País Vasco (industria siderúrgica) y Cataluña (industria textil).

Durante esta primera etapa de despegue, las principales áreas expulsoras son: Galicia (especialmente hacia Madrid, donde muchos gallegos se emplean en el servicio doméstico y la hostelería), ambas Castillas, Cantabria, Navarra, Aragón, las provincias orientales de Andalucía (Almería, Jaén y Granada), y la mayoría de las provincias levantinas (Castellón, Alicante y, especialmente, Murcia).

En cuanto a las migraciones de la segunda mitad del s. XX, López Hernández[10] ha realizado una estimación basada en los datos que el Censo de 2001 proporciona para ellas. Debe señalarse también que existen algunos municipios en los que el porcentaje de personas nacidas en el mismo respecto a su población residente puede parecer muy pequeño. Este hecho podría deberse a que hay municipios donde la mayor parte de los nacimientos tienen lugar en centros sanitarios que, con frecuencia, se encuentran situados fuera del término municipal de residencia de la madre, optando ésta por inscribir al nacido en el municipio correspondiente al centro sanitario. Este efecto puede tener poca repercusión para el total provincial, pero a nivel municipal adquiere importancia.

Casi la mitad de los españoles han nacido en el mismo municipio donde residen (48,2%). Las comunidades autónomas que registran una más alta proporción de los mismos son Murcia (67,4%), Galicia (63,0%), Extremadura (59,1%) y Andalucía (58,6%). Por el contrario, las comunidades en las que residen un menor número de nacidos en el propio municipio son Madrid (33,4%), Cataluña (36,9%), Navarra (40,7%) y País Vasco (40,9%). De esta manera, puede afirmarse que esta variable ofrece una radiografía muy aproximada de las comunidades que históricamente han generado la corriente principal de la emigración (las que tienen las tasas más altas) y de las que han recibido el flujo inmigratorio (las que tienen las tasas más bajas). También, cabe destacar el muy significativo aumento de los residentes nacidos en un país extranjero, que pone de manifiesto el denso flujo de inmigrantes que nuestro país está recibiendo. Si a los nacidos en el propio municipio sumamos también los nacidos en otros municipios de la propia comunidad autónoma, nos encontramos con un alto índice de autoctonía, ya que tres de cada cuatro españoles (76,5%) han nacido en la comunidad en la que residen, frente al 78,5% de dos años antes. Destacan especialmente las comunidades de Galicia (90,9%), Andalucía (89,6%), Extremadura (89,0%) y Castilla y León (87,2%), con índices de autoctonía diez puntos porcentuales por encima de la media nacional.

Las comunidades que más proporción de aloctonía registran son, en consonancia con las que presentaban un menor número de nacidos en el municipio de residencia, Madrid donde un 39,9% han nacido en otra comunidad española o en el extranjero, seguida de Baleares (34,2%), Cataluña (31,1%) y País Vasco (27,2%). La media nacional de aloctonía se encuentra en el 20,9%. Las comunidades de Baleares (7,4%), Canarias (5,9%), más la Comunidad Valenciana (4,3%) y Madrid (4,2%), presentan los porcentajes mayores de personas nacidas en el extranjero residiendo en sus municipios, siempre con respecto a la media nacional (3,1%).

Es claro, por tanto, y después de analizar las tasas y saldos de migración desde los años 1960 a 2000, que se muestran en los cuadros siguientes, que existe una conciencia psicológica nacional de pertenencia a una cultura nacional a través de una identidad nacional española en todo el territorio, fomentado por el intercambio de información y formas de las distintas Comunidades y Provincias donde se han producido estas migraciones; no considerándose individualmente que exista una emigración a otro País o Nación que no fuera España en el interior del territorio de la misma.

Sin embargo, según Abascal, el grueso del nacionalismo ha mantenido escaramuzas recientes junto al exclusivismo étnico e ideológico, sin poner más impedimentos a los llamados advenedizos que el aprendizaje de la lengua y la aceptación de las ideas nacionalistas y exclusivistas.

Del análisis de los cuadros del INE. Oficina de Censo electoral. Censos de población, se puede deducir que existe un punto de inflexión en la década de los 70, producida, fundamentalmente por la primera crisis del petróleo, por la desaparición de la industria pesada y por la presión de los nacionalismos excluyentes e incipientes como movimientos de masas que indujeron a partir de entonces y hasta nuestros días a la parte de la población migrante que no aceptaba las imposiciones de lengua e ideológicas a volver a sus lugares de origen.

Podemos concluir esta parte del trabajo, afirmando que los movimientos migratorios correspondientes a las dos fases de los últimos 150 años han producido una homogeneización de la población española, no existiendo diferencias étnicas en ella.

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INE. Oficina de Censo electoral. Censos de población

La homogamia y heterogamia como indicador de la homogeneidad de la población.

Otro índice de la homogeneidad de la población española lo podemos obtener estudiando dos factores como son la homogamia y heterogamia espacial en la España del s. XX. Este estudio nos puede mostrar cómo ven los individuos de unas Comunidades a los de otras.

El lugar donde se conocen los futuros matrimonios y la elección de pareja “advenediza” está limitada por la movilidad geográfica y la distancia residencial. El desarrollo de las comunicaciones ha sido una constante a lo largo de todo el s.XX que ha facilitado estas migraciones interiores con el consiguiente aumento de los matrimonios heterógamos. Vamos a ver gráficamente la distribución de los matrimonios a lo largo y ancho de toda la geografía española:

grafico1

Universidad de Navarra a partir de los datos de la ESD. INE, 1991.

 

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                                    Universidad de Navarra a partir de los datos de la ESD. INE, 1991.

 

Las provincias que tienen los valores más bajos son las que a lo largo del siglo, y especialmente a partir de los años 60, han recibido los mayores flujos migratorios (País Vasco, Barcelona y Madrid)[11]. Pero, junto a ellas, se encuentran otras provincias donde el peso de la homogamia no se debe a la llegada de flujos migratorios, sino al tipo de sistema de organización social predominante en la zona vinculado a un sistema de heredero único. Algunas de estas zonas son, por ejemplo, Huesca, Lérida, Gerona o Santander. Pero aquí se mezclan experiencias de distintas generaciones, por lo que seleccionamos tres (2ª, 5ª y 7ª) para un análisis más detallado.

Una primera mirada nos muestra cómo la tónica general es el descenso de la homogamia, http://www.ugr.es/~adeh/comunicaciones/Lopez_Hernandez_D.pdf, que se produce también a escala provincial, a pesar de lo cual los contrastes entre provincias se mantienen. Lógicamente es en la primera generación donde se aprecian los mayores valores de homogamia matrimonial. En siete provincias –Lugo, Cuenca, Huelva, Badajoz, Cáceres, Murcia y Ciudad Real–, el 70% o más de los egos se casaron con personas de su mismo municipio. En Ciudad Real, casi 8 de cada 10 personas de esta generación se casaron con una persona de su mismo municipio.

Porcentaje de matrimonios homógamos.1991         Generación 2 (1911-1920).

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Generación 5. 1941-1950                                               Generación 7. 1961-1970

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Universidad de Navarra a partir de los datos de la ESD. INE, 1991.

El mapa de la generación 5 (1941-50) muestra, en comparación con la generación 2, un importante descenso en los grados de homogamia, tendencia que se acentúa en la generación 7 (1961-70). Esta pérdida de intensidad está señalando un aumento de la heterogamia matrimonial en toda la península.

En el análisis de estos gráficos, se puede observar un territorio dividido a grandes rasgos entre un norte heterógamo y un sur homógamo. Es decir, aquellas zonas de España donde más heterogeneidad se ha dado a lo largo del s. XX, donde más mezcla “étnica”, menos supuesta “pureza de raza” y mas “advenedizos” existen, si se puede decir así, es donde se reclama la independencia en base a una inexistente pureza de sangre que como queda demostrado a lo largo de todo este epígrafe es absolutamente ficticia y obediente a intereses sociopolíticos.

 

La lengua

De la lectura de todos los estudios clásicos de la nacionalidad[12], se desprende la importancia que ha tenido la lengua, entre otros factores, en la formación de los “grupos nacionales”[13] como elemento diferenciador con “los otros grupos” de la misma clase. Como ejemplo más determinante en el caso español, tenemos el esfuerzo realizado por el gobierno de la Comunidad Autónoma de Vascongadas en la euskaldunización de su población escolar. Departamento de Educación, Universidades e Investigación. Gobierno Vasco.

 

Alumnado de enseñanzas de régimen general no universitario por territorio histórico,
nivel, modelo de enseñanza bilingüe y titularidad.
Avance de datos (1). 2004/2005
  Total Centros Públicos Centros Privados
  Total Modelo A (2) Modelo B (3) Modelo D (4) Modelo X (5) Total Modelo A (2) Modelo B (3) Modelo D (4) Total Modelo A (2) Modelo B (3) Modelo D (4) Modelo X (5)
C.A. de Euskadi                          
Total 306.391 80.506 69.858 154.160 1.867 148.757 32.059 20.528 96.170 157.634 48.447 49.330 57.990 1.867
Educación infantil 75.544 5.167 21.669 48.307 401 38.952 1.497 6.747 30.708 36.592 3.670 14.922 17.599 401
Educación primaria 98.462 13.194 30.137 54.334 797 47.038 3.875 8.318 34.845 51.424 9.319 21.819 19.489 797
Educ. infantil-primaria 380 342 11 27 0 75 55 3 17 305 287 8 10 0
  (E.S.O.) 70.503 20.289 16.720 32.949 545 29.810 5.566 5.297 18.947 40.693 14.723 11.423 14.002 545
Educación especial (E.S.O.) 186 134 35 17 0 94 59 22 13 92 75 13 4 0
Bachiller 32.178 17.301 546 14.207 124 17.430 8.642 101 8.687 14.748 8.659 445 5.520 124
F.P. Grado medio 11.241 9.201 292 1748 0 6.520 5.084 16 1420 4.721 4.117 276 328 0
F.P. Grado superior 17.476 14.540 443 2493 0 8.598 7.109 20 1469 8.878 7.431 423 1024 0
Aprendizaje de tareas 421 338 5 78 0 240 172 4 64 181 166 1 14 0
(1) Enseñanzas de régimen general no universitarias. No incluye Educación permanente de adultos.
(2) Estudian euskera como asignatura.
(3) Enseñanza bilingüe.
(4) Toda la enseñanza en euskera.
(5) No estudian euskara.
CUADRO Nº 1; Fuente: Departamento de Educación, Universidades e Investigación. Gobierno Vasco.

 

Según David Miller “las ideas de nacionalidad son creaciones conscientes de cuerpos de personas, que las han elaborado y revisado con el propósito de dar sentido a los que les rodea social y políticamente, y nosotros también estamos implicados en ese proceso”. Lo que nos da una idea de la importancia de la existencia de cuerpos de personas conscientes de la formación de la Nación.

Como ejemplo muy claro de este proceso de Ingeniería Social, que trataremos más adelante en otro artículo, véanse los resultados obtenidos en la Comunidad Vasca respecto a la euskaldunización de sus Recursos Humanos.. Departamento de Educación, Universidades e Investigación. Gobierno Vasco.

Gellner estima el número de naciones potenciales contando lenguas, presumiendo que tener una lengua diferente es suficiente para convertir a un grupo en una “nación potencial”

Todorov afirma que la primera reacción, espontánea, frente al extranjero[14] es imaginarlo inferior, puesto que es diferente de nosotros: ni siquiera es un hombre o, si lo es, es un bárbaro inferior; si no habla nuestra lengua, es que no habla ninguna, no sabe hablar, como pensaba todavía Colón. Y así, los eslavos de Europa llaman a su vecino alemán nemec, el mudo; los mayas de Yucatán llaman a los invasores toltecas nunob, los mudos, y los mayas cakchiqueles se refieren a los mayas mam como «tartamudos» o «mudos». Los mismos aztecas llaman a las gentes que están al sur de Veracruz nonualca, los mudos, y los que no hablan náhuatl son llamados tenime, bárbaros, o popoloca, salvajes. Comparten el desprecio de todos los pueblos hacia sus vecinos al considerar que los más alejados, cultural o geográficamente, ni siquiera son propios para ser sacrificados y consumidos.[15]

Esta es  una forma arcaica de nacionalismo extremo en el que la nación es presentada como el objeto supremo de lealtad como las defendidas por Fichte y en las que la lengua[16] y la cultura son factores determinantes para excluir al otro colectivo. Si en un principio el nacionalismo Vasco se basaba en los preceptos de una etnia, una lengua, una cultura y una religión, éstos, a lo largo del siglo XX, se han ido modificando hacia un adoctrinamiento de la población advenediza llegada de otros territorios de España, hacia una lengua y una cultura común, sin importar sus orígenes territoriales o supuestamente étnicos.

Sin embargo, si tomamos a aquellos pueblos que por el reconocimiento mutuo y las creencias compartidas constituyen naciones, no hay una única característica[17] (como la raza o la religión) que tengan todos sus ciudadanos en común.

Demostrar que no existe el pueblo Vasco, o, al menos, no en la zona territorial que coincide con las Provincias Vascas actuales debido a los bajos índices de homogamia y altos de heterogamia, la baja autoctonía y la alta aloctonía y las migraciones masivas interiores hacia Vascongadas desde principios del siglo XX, cuya población mayoritaria está constituida de advenedizos a los que se impone una política lingüística de aprendizaje de una lengua que ha tenido que ser remodelada y actualizada de manera y forma artificial como es el “euzkera batua”[18], es la razón de ser de este artículo.

 

Conclusiones de aspecto doctrinal

El individualismo, creemos, sigue siendo la filosofía moral y política dominante que inspira la historia en general y particularmente la que fundamenta y legitima un sistema económico basado en el respeto de la libertad individual y de la competitividad, aunque pueda ser tachado por algunos intelectuales como insolidario.

Los desafueros y horrores cometidos en nombre de determinados derechos colectivos[19], ayer y todavía hoy, son base suficiente y razonable para cuestionar el sentido de esta clase de derechos.

A pesar de esta superficial defensa de los derechos individuales a ultranza, lo que si es absolutamente cierto es que en el s. XXI, el mundo esta dominado por organizaciones y poderes económicos transnacionales, organizaciones internacionales no gubernamentales, entidades colectivas de la más diversa índole con poderes que van más allá de los individuos concretos. A pesar de que todo se haga en nombre de una defensa del individualismo, lo cierto es que muy pocas organizaciones dejan que los individuos actúen en igualdad en su constitución y funcionamiento.

El individualismo no ignora los roles tan importantes que juegan los entes colectivos como instrumentos de mantener intactos los derechos individuales. En este sentido J. Stuart Mill manifiesta en su ensayo "Sobre la Libertad" que la sociedad tiene sus derechos: "El objeto de este ensayo no es el llamado libre arbitrio, sino la libertad social o civil, es decir, la naturaleza y los limites del poder que puede ejercer legítimamente la sociedad sobre el individuo". Es decir, estamos hablando de la violencia legítima que la sociedad puede y tiene derecho a ejercer sobre los individuos o sobre otros colectivos de su seno que no respeten estos derechos.

Para reconocer y fijar los derechos y las responsabilidades (deberes) del hombre como ser social, es preciso que determinemos, primero, la naturaleza, organismo y condiciones de la sociedad a que puede pertenecer. Varias son estas sociedades aunque en este trabajo solamente vamos a tratar de la pública o civil, que viene a ser el elemento  mas importante en los Estados democráticos.

En España, y en otras Naciones del entorno, estamos viviendo la reivindicación de un presunto derecho colectivo: el derecho a la autodeterminación de los pueblos y a su soberanía: los nacionalismos. Nacionalismos que dentro de nuestro entorno se materializan en Las Provincias Vascongadas, de forma virulenta, en Cataluña y en Galicia pero que han tenido su máxima expresión en los antiguos Países del Este con la desaparición de las dictaduras comunistas. Las "cuestiones nacionales" son el centro de atención y preocupación de la política mundial de nuestros días. De manera extremadamente virulenta sobresalen los problemas de nacionalidad de irlandeses, vascos, kurdos, albano-kosovares y palestinos entre otros muchos.

El presunto derecho de autodeterminación, al contrario que el principio de las nacionalidades, surgió desprovisto de toda connotación étnica, hecho que obvian los nacionalismos excluyentes que sostienen tesis basadas en diferencias étnicas y culturales.

Las Naciones Unidas han reconocido el derecho de determinación desde 1945 hasta nuestros días para aplicarse a los pueblos bajo dominación colonial o víctimas de discriminación en Estados no democráticos, racistas o fundamentalistas, siendo la interpretación de la O.N.U en la práctica, mucho más reducida.

Lo que sostiene a una nación unida son las creencias, pero éstas creencias sólo pueden transmitirse a través de medios y artefactos culturales, como dice Miller, puestos a disposición de los grupos de interés. Éste es el fundamento de la afirmación de Benedict Anderson de que las naciones son “comunidades imaginadas” y entiende por esto que no sean invenciones completamente espurias, sino que dependen de actos colectivos de imaginación que encuentran su expresión a través de los medios de comunicación.

 

Conclusiones fácticas

En el caso concreto de España ha quedado reflejada una inusual homogeneidad étnica derivada de las migraciones interiores que han sido generalizadas en los llamados territorios históricos de Vascongadas.

La heterogamia a lo largo de los siglos XIX y XX, comparada con otras Naciones del entorno excluyendo Portugal, descalifica el “mito” de la existencia de “pueblos” diferenciados en los llamados “territorios históricos”, que ha quedado demostrado anteriormente, diferenciándose una Nación heterogama en el norte y homogama en el sur.

Existe una población diluida en los territorios llamados históricos por los factores antes mencionados que incitan a pensar que la "raza vasca" no existe ya como tal, o por lo menos no en los territorios en los que actualmente se dice que habitan, Vascongadas.

Para analizar estas conclusiones desde el punto de vista de los otros factores citados por Gellner, Hobsbawm y Smith en sus respectivos trabajos, parece se deben analizar las diferentes Comunidades donde se ha dado en España el fenómeno del nacionalismo excluyente siguiendo el método histórico, en el que podremos ver la importancia de las corrientes Carlistas en la fundamentación de los nacionalismos Vasco, Catalán y Gallego.

 

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VILLASANTE, LUIS. Euskara batuaren filosofiaz: "Azkenean atera zena -Mitxelenak dio hau ere-, zera izan zen: nafargiputz (Beterrikoa) Lapurdiko ukitu batzuekin egindako euskara batu bat. Hitz batean esateko: idatzizko batasunean gatzatu eta urtu da mintzatuaren ezberdintasuna"



[1] En cuanto a su significado, es decir, ¿de qué estamos hablando cuando utilizamos los términos: nación, nacionalismo o idea o espíritu nacional?, es algo más difícil de definir, ya que nos encontramos ante un concepto dinámico, es decir, que evoluciona con el paso del tiempo, llegando incluso a nuestros días, (recordamos el fenómeno irlandés, aún no resuelto, el mosaico yugoslavo, o más próximo a nosotros, los movimientos nacionalistas vasco, gallego o catalán).

Básicamente, aún a riesgo de simplificar, podemos decir que la idea de nación no se reduce a un significado cuantitativo y geográfico, como pueblo, ni a una noción sentimental, como patria, sino que define una realidad sociológica dinámica: la existencia de comunidades culturales, y como consecuencia históricas, llamadas ya sea nacionalidades, ya sea etnias, dotadas de una conciencia clara o difusa de su originalidad, y que tienden a consolidar sus lazos de solidaridad, a consagrar su especificidad y a gozar de su autonomía constituyéndose en sociedades políticas bajo la tutela de un Estado particular para cada una de ellas. Es decir, el paso de nacionalidad, entidad de carácter sociocultural, a nación, entidad sociopolítica, se realiza con la creación de órganos autónomos de gobierno, cuando no por la creación de un Estado nacional, y lleva consigo la idea de la autodeterminación, es decir, el derecho de los pueblos a disponer de sus propios destinos de manera autónoma e independiente, algo que estaba muy lejos de realizarse en la Europa de principios del siglo XIX, después de la Revolución Francesa..

[2] Lo que se puso de manifiesto en todos los movimientos separatistas de Europa después de la 2ª Gran Guerra, para debilitar a los Gobiernos democráticamente instituidos.

[3] Como los esclavos africanos traídos a España en los siglos XVI y XVII y los germanos que se asentaron en Sierra Morena en el siglo XVIII.

[4] Carlos M. Abella Vázquez. http://www.ub.es

[5] Véase la Tabla 3, que ejemplifica este proceso para el caso español.

[6] Vease el trabajo realizado por D. López, C. Montoro, N. Caparrós y J.J. Pons titulado “La dimensión geográfica en la nupcialidad: homogamia espacial en la España del siglo XX”

[7] Departamento de Estructura e Historia Económica y Economía Pública, Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales. Departamento de Análisis Económico, Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales. Zaragoza.

[8] Como ya se había señalado para el caso español por Pérez Moreda, 1984.

[9] Véase el trabajo realizado por D. López, C. Montoro, N. Caparrós y J.J. Pons titulado “La dimensión geográfica en la nupcialidad: homogamia espacial en la España del siglo XX”

[10] http://www.ugr.es/~adeh/comunicaciones/Lopez_Hernandez_D.pdf

[11] http://www.ugr.es/~adeh/comunicaciones/Lopez_Hernandez_D.pdf

[12] De todos ellos cabe destacar para aclaración de conceptos: Anderson, Benedict, “Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y definición del nacionalismo”, México, Fondo de Cultura Económica, 1991; Balibar, Ettiene, y Wallerstein, Immanuel, “Raza, Nación y Clase, Madrid, IEPALA, 1991; Blas Guerrero, Andrés, “Enciclopedia del Nacionalismo”, Madrid, Alianza, 1997; Connor, Walker, “Etnonacionalismo, Madrid, Trama, 1998; Delannoi, Gil, y Taguieff, Pierre-André, “Teorías del Nacionalismo”, Barcelona, Paidos, 1997; Gellner, Ernest, “Naciones y Nacionalismo, Madrid, Alianza, 1994; Guibernau, Montserrat, “Los Nacionalismos”, Barcelona, Ariel, 1996; Hall, John, “Estado y Nación. Ernest Gellner y la teoría del nacionalismo”, Madrid, Cambridge University Press, 2000; Jáuregui Bereciartu, Gurutz, “”Contra el Estado-Nación. En torno al hecho y la cuestión nacional”, Madrid, Siglo XXI, 2ªed., 1988; Lowy, Michael, y Haupt, Georges, “Los marxistas y la cuestión nacional”, Barcelona, Fontamara, 1980; Llobera, Joseph, “El dios de la modernidad. El desarrollo del nacionalismo en la Europa Occidental”, Barcelona, Anagrama, 1996; Miller, David, “Sobre la nacionalidad”,Barcelona, Paidós, 1997; Rosa Rivero, Alberto, y otros, “Memoria colectiva e identidad nacional, Madrid, Biblioteca Nueva, 2000; Renan, E, “What is a Nation?”, Londres, Oxford University Press, 1939.

[13] Acuño este término para denominar a la Nación apoyándome en la definición que de ésta realiza Anthony D. Smith y que contiene en sí misma su concepción como “grupo”: “Grupo humano designado por un gentilicio y que comparte un territorio histórico, recuerdos históricos y mitos colectivos, una cultura de masas pública, una economía unificada y derechos y deberes legales iguales para todos sus miembros”; “La identidad nacional”, Madrid, Trama, 1997, p.13.

[14] Natural de una nación con respecto a los naturales de cualquier otra.” “Toda nación que no es la propia.”

[15] El sacrificado debe ser al mismo tiempo extranjero y estimado, es decir, cercano.

[16] Nota de prensa oficial del Partido Popular de Navarra respecto al acuerdo de normalización lingüística del vascuence realizada por José Ignacio Palacios Zuasti como Coordinador del Partido Popular de Navarra:

...supone la concertación de una política común en materia lingüística con un Gobierno integrado por partidos que no respetan el estatus de Navarra y han convertido el vascuence en un instrumento para la promoción y el adoctrinamiento de su ideario nacionalista... con base en la necesidad de “normalizar” el euskera se pretende la implantación de políticas lingüísticas en la Comunidad vasca que implicarán la expulsión del idioma común –el español o castellano- del sistema educativo vasco... sin que previamente las instituciones vascas hayan rectificado su política de considerar a Navarra como parte integrante de Euskal Herria, tal y como ocurre en el sistema educativo vasco, en la cultura, en el ámbito turístico o en los medios de comunicación dependientes de la Administración vasca, sin contar con la afrenta permanente que supone mantener el escudo vasco con cuatro cuarteles y no tres... supone reforzar la idea de la existencia de Euskal Herria, con inclusión de Navarra, que es uno de los objetivos permanentes del nacionalismo vasco. (27 de enero de 2009)

[17] El más plausible de estos criterios es el lenguaje. La mayoría de las Naciones poseen una única lengua pública que puede coexistir con diversos lenguajes privados hablados por los miembros de grupos particulares, y esto no es un accidente, sino la labor fundamental de la intervención del Estado en la defensa o incentivación de determinados procesos políticos en el seno de la misma o como medio de diferenciarse de otros Grupos nacionales. A pesar de lo dicho se tiene en cuenta que no es difícil encontrar naciones con dos o más lenguas oficiales, siendo Suiza, quizás la más prominente. Sobre esta cuestión véase Quirk.R., “Languaje and Nationhood, en C. MacLean, Edimburgo, ScotishAcademic Press, 1979. Cit. Miller, D., “Sobre la nacionalidad”, 1997, Paidós, p. 39.

[18] El euskera batua (literalmente "euskera unificado" o "euskera unido", en euskera euskara batua) es el soporte normativo (o registro) del euskera escrito. Se basa en los dialectos centrales del euskera como el dialecto navarro, dialecto navarro-labortano y el dialecto central del euskera, []y se encuentra influido por el labortano clásico del siglo XVII, precursor de la literatura en euskera y lazo de unión entre los dialectos españoles y franceses.

El proceso para la unificación literaria se inició en 1918 con la fundación de la Real Academia de la Lengua Vasca (Euskaltzaindia) y presentación de distintas propuestas para culminar en 1968, en la reunión del Santuario de Aránzazu (Arantzazuko Batzarra) en la que Euskaltzandia durante la celebración de su 50 aniversario decidió apoyar y promover formalmente el informe de las Decisiones del Congreso de Bayona (Baionako Biltzarraren Erabakiak) de 1964 redactado por el Departamento Lingüístico de la Secretaría Vasca (Euskal Idazkaritza) de Bayona, apoyado por distintos literatos éuscaros a través de la recién creada Idazleen Alkartea (Asociación de Escritores) y Ermuako Zina (Juramento de Ermua) de 1968. Los postulados de este informe fueron recogidos en la ponencia presentada por el académico Koldo Mitxelena, quien se encargaría de entonces en adelante y junto con Luis Villasante de dirigir el proceso de la unificación literaria.

Este registro se usa en la administración, la enseñanza y los medios de comunicación, pues a nivel local y oral se siguen empleando los diferentes dialectos. Las instituciones siguen las normas y directrices marcadas por la Real Academia de la Lengua Vasca para el euskera unificado.

Aunque se había estado discutiendo sobre la normalización casi desde los inicios de la literatura vasca, fue en la década de 1950 cuando se quiso abordar la cuestión definitivamente, por considerarlo necesario si se quería garantizar la supervivencia del idioma. Una corriente propuso utilizar como base el "labortano clásico" de Axular como modelo con la misma función que tuvo el toscano en la unificación de la lengua italiana y en las décadas de 1950 y 1960, Federico Krutwig fue el principal defensor de este modelo y fue seguido por personas como Gabriel Aresti y Luis Villasante. Aunque en sus inicios ganó apoyos, finalmente la propuesta acabó siendo rechazada por la mayoría de los escritores y estudiosos por encontrarse demasiado alejada de la base sociológica de la lengua.

Oskillaso y Matías Múgica sostuvieron que el euskera batúa y el impulso institucional de este sería letal para los dialectos, No obstante, Koldo Zuazo y otros sostienen que el batúa no es más que el registro destinado a ser utilizada en los ámbitos más formales (como la educación, la televisión pública, los boletines oficiales...) y viene a complementar al resto de los dialectos, no a sustituirlos, incluso reforzándolos, al ayudar a la recuperación de la lengua.

[19] Véase Lopez Calera, N, “¿Hay derechos colectivos?, Barcelona, Ariel, 2000.